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Genias argentinas al Festival de Cannes

Una adolescente se conecta con el mundo real luego de desconectarse del virtual y mientras recorre Caminito, en La Boca, comienza a sanar los vínculos que había dejado a un lado. De fondo, suena una secuencia sonora original creada por el músico francés Thomas Dutronc.

El cortometraje se llama Conexiones que sanan, fue realizado por tres alumnas de un colegio de La Boca y se convirtió en el primero en recibir el Gran Premio del Jurado en el concurso When Sound Creates Image, organizado por La semana del Sonido durante el Festival de Cine de Cannes. Las tres viajaron a Francia para recibir el reconocimiento del certamen auspiciado por la Unesco.

Estefanía Yacono, Cielo Corín y Sofía Bulgubure cursan cuarto año en el Instituto Madre de los Emigrantes de la Ciudad de Buenos Aires, el cual integra la Red de Escuelas Asociadas a la Unesco (redPEA) y, por ende, puede participar en concursos convocados por el organismo especializado de las Naciones Unidas. En septiembre recibieron una consigna que la propia tutora les leyó en el aula y algo en ellas se encendió, pero nunca imaginaron lo que pasaría unos meses después.

En diálogo con Clarín, las chicas rememoraron cómo fue el proceso de realización del cortometraje y en qué debía estar enfocado.

“El tema era, más que nada, sobre escucharse unos a otros. Pero después yo vi una entrevista del director del concurso que realiza la Unesco; él contaba que quería que se hablara del tema de los celulares o de la contaminación sonora. Fuimos con el uso de los celulares. Solo se podían usar imágenes y se tenía que entender el mensaje con eso y con la música, nada más”, explicó Estefanía.

Se decidieron a mostrar las consecuencias del exceso de conectividad para la vida social y emocional de los jóvenes. A su vez, eligieron usar como locación algunas calles características de La Boca.

Tres alumnas de un colegio de La Boca recibieron un premio internacional por un cortometraje y llegaron al Festival de Cannes

El plazo de tiempo arrancó en septiembre y terminó en enero. En un principio, el grupo iba a estar conformado por nueve alumnas, pero finalmente quedaron tres. En diciembre, una vez terminadas las clases, se pusieron manos a la obra. Quedaba poco tiempo.

“Entre nosotras nos dividimos los papeles. Dependía del tiempo de cada una, de quién estaba más y qué le gustaba más a cada una, cada papel. Hicimos una llamada, organizamos todo y armamos el boceto para empezar a grabar”, contó Cielo. Ella fue quien se animó a interpretar al personaje central del corto.

Los cortometrajes, además de no poder incluir diálogos ni sonidos, tampoco permitían el uso de subtítulos.Tres alumnas de un colegio de La Boca llegaron al Festival de Cannes por el cortometraje llamado "Conexiones que sanan".

Los concursantes debían ajustarse a la duración de la secuencia musical del francés Thomas Dutronc, con una duración de un minuto y 42 segundos. La propuesta fue un reto a los estudiantes a explorar el mundo a través del sonido. También a incentivarlos a desarrollar una visión original, forjando su creatividad. El concurso reunió 121 producciones audiovisuales de 34 países.

“El 15 de marzo nos iban a decir si habíamos ganado o no, pero llegó el día y la noticia no llegaba. Entonces estábamos todos los días yendo a decirle a nuestro profe “¿llegó algún mensaje?” y nos decía “no, chicas, todavía no llegó nada, esperen que va a llegar” y bueno, al final llegó. Cuando nuestra profe nos mandó para ver el top 20, había países como Lituania, Egipto, Estonia, Ucrania, Hungría. No lo podíamos creer”, recordó Estefanía.

Así, el Instituto Madre de los Emigrantes se convirtió en el primero de Argentina en lograr el premio en el certamen. Hubo un reconocimiento económico de 500 euros y una invitación oficial al evento que se llevó a cabo el 15 de mayo en el marco del Festival de Cannes, en Niza, Francia. El problema era que solo había un vuelo cubierto.Es la primera vez que un corto argentino gana el premio.

Hubo un sorteo entre todas y Sofía salió ganadora. “Igual en ese momento dijimos que íbamos a hacer lo posible para poder viajar las tres porque ya nos habíamos ilusionado. Aunque sabíamos que lo más importante era que habíamos ganado”, contó la joven.

“Le escribimos a empresas para buscar apoyo, pero nada, hasta que desde el colegio le escribieron al Ministerio de Educación de la Ciudad”, agregó Cielo. El Ministerio de Educación porteño acompañó el proceso, realizando algunas gestiones diplomáticas necesarias.

En línea con el tema del cortometraje, la cartera educativa había lanzado en 2024 una política tendiente a reducir el impacto de los celulares, tablets y otros dispositivos en los estudiantes de nivel inicial, primaria y secundaria con una regulación que ya está vigente en todos los establecimientos educativos.Las tres chicas en el avión para ir a recibir el premio.

Finalmente las tres chicas, acompañadas por la docente Adriana Armengol, pudieron viajar.

“Llegamos y a la mañana siguiente fue el acto; nos entregaron un diploma, nos regalaron una camarita digital, había libros, lapiceras. Fueron 24 horas ida y 24 de vuelta, y 18 horas estando allá, exactamente contadas por reloj”, comentó Sofía. El corto de ellas y los otros 20 nominados fueron proyectados en sala.

Volvieron al colegio, en donde las recibieron con una gran felicidad por el logro conseguido.

“La Unesco cuando manda el formulario con las reglas, te deja el link para ver los ganadores anteriores del concurso y todos habían usado cámaras y drones. Y nosotras que grabábamos con el celular empezamos a decir ‘chicas, no hay chance’, pero nos equivocamos”, destacó Estefanía.Compitieron contra 121 producciones de 34 países.

Además confesó que el cortometraje le permitió hacer cosas que le encantan, como realizar planos y hacer la edición de contenidos, y que piensa su futuro laboral ligado al mundo audiovisual.

Cielo señaló que si bien era una buena oportunidad y una experiencia, “nunca nos habíamos imaginado que íbamos a ganar el primer puesto y más cuando vimos todos los países que habían participado y dijimos ‘bueno, algo hicimos bien’, porque era increíble”.

“Todos los profesores nos están felicitando. En nuestras casas también todo el tiempo, y nuestros padres se la pasan llorando de emoción”, concluyó Sofía.