El asesino Alejandro Darío Pérez cayó bajo las órdenes de la ley después de haber estado eludiéndola durante una década. Este ex policía mató de 10 disparos al Juez Víctor Agustín Aráoz en su propia casa.
El horrible homicidio ocurrió el 26 de noviembre de 2004. Sólo este asesino no cumplió condena porque se escapó como un cobarde después del hecho cuando sabía que estaba condenado por lo que había realizado. Los otros dos condenados cumplieron la pena como marcó la Justicia en su momento.
Pérez y Ema Gómez fueron condenados a prisión Perpetua. Eran amantes al momento del hecho. Ella había mantenido una discusión con el juez asesinado, con quien también tenía una relación amorosa. Ese episodio fue el que motivó que Pérez, que estaba en el lugar, a actuar como un macho Alfa herido en su honor. En la jerga tribunalicia se lo conoce como crimen pasional.
Los jueces María Elisa Molina, Alfonso Zóttoli y Carlos Caramutti, determinó que él y Gómez debían cumplir la pena de cadena perpetua.
Luego de que se confirmara que el cuerpo de la víctima había sufrido lesiones compatibles con una pelea, la Justicia fundamentó la sentencia asegurando que “el oficial Pérez, persona de carácter agresivo, machista, y seguramente resentido por la relación paralela que lo mortificaba, escuchó los gritos de Gómez. Percibió que había una lucha física e ingresó a la casa. Impulsado por sus sentimientos, viendo a su amante en una situación de lucha con su odiado rival (el juez Aráoz), dio rienda suelta a su hostilidad, comenzando a disparar, concluyendo cuando vio a su enemigo caído, inmóvil y sangrando profusamente”.

Ambos condenados estuvieron cuatro años bajo prisión preventiva, pero llegaron al juicio oral en libertad. Debían presentarse una vez al mes para demostrar su disposición ante la Justicia. Cumplieron los primeros meses pero luego el cobarde de Pérez se dio a la fuga. Le habían dado tiempo para planificar su fuga.

Si bien era permanente buscado se supone que no pudieron dar con su paradero ya que se fue del país. Presumiblemente a Tarija, Bolivia, donde van todos los miserables que evaden sus responsabilidades frente a la ley y no tienen muchos recursos económicos. Allí es el paraíso para todo tipo de catadura moral.

Pérez cometió el error de regresar hace unos días a Lules, su ciudad natal. Una visita a su familia lo dejó en evidencia y en las últimas horas fue detenido y puesto a disposición de la Justicia.
El tercer policía condenado por el caso fue Andrés Fabersani, que cumplió la pena de cinco años. Ahora cumplida la condena es un empresario que publica en las redes parte de su rutina.