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Aguinaldo: ¿una oportunidad para pagar deudas «malas» o invertir?

El aguinaldo de junio llega al bolsillo de los trabajadores en relación de dependencia en paralelo a un pico de endeudamiento en los hogares argentinos. En marzo, el 2,8% de los saldos de tarjetas de crédito estaba vencido, el nivel más alto en tres años. Además, la morosidad en los préstamos personales trepó al 4,1%, su mayor valor en nueve meses, según datos del Banco Central.

En este contexto, cada vez más argentinos planean usar el Sueldo Anual Complementario (SAC) para ponerse al día con sus deudas y escapar, al menos parcialmente, del sobreendeudamiento.

A estos números se suma un dato relevante: los cargos por deuda incobrable en el sistema financiero alcanzaron su nivel más alto en cinco años, una señal de que el deterioro en la capacidad de pago ya se siente en los balances bancarios. Frente a este panorama, el medio aguinaldo aparece como un alivio.

Hasta el 30 de junio (con una prórroga posible de algunos días), las empresas deben depositar la primera cuota del SAC, equivalente al 50% de la mayor remuneración bruta del primer semestre.

De acuerdo con las estimaciones oficiales, el salario promedio hoy, según el RIPTE, es de $1.363.510. Eso implica que el aguinaldo promedio de este año será cercano a los $600.000. Para quienes enfrentan deudas crecientes y tasas que no dan respiro, ese monto puede marcar la diferencia entre seguir corriendo detrás de los intereses o empezar a ordenar sus finanzas.

Lo más urgente es eliminar lo que se conoce como «deuda mala». Tarjetas impagas, préstamos con tasas altísimas, créditos personales con punitorios. En este contexto, usar el aguinaldo para saldar ese tipo de pasivos no solo da alivio. Es, probablemente, la mejor inversión: sacarse de encima deudas con tasas siderales.

¿Hace falta usar el aguinaldo para pagar todas las deudas? No todas son iguales. Si uno está pagando un crédito en cuotas fijas sin interés, no hay apuro: ese dinero está licuándose mes a mes con la inflación. Pero si el resumen de la tarjeta viene con saldos refinanciados o intereses punitorios entonces el aguinaldo puede y debe ser el boleto de salida del rojo.

Actualmente la tasa de interés para quienes están atrasados con el pago de la tarjeta en muchos bancos supera el 180% CFTEA frente a una inflación estimada para 2025 en torno al 30%.

El plan para bajar el nivel de endeudamiento es sencillo: se deben reunir todas las deudas, ver a quién se le debe, cuánto, en qué condiciones y priorizar. Clasificarlas es el primer paso.

Una de las estrategias más efectivas es la conocida como «bola de nieve». Consiste en pagar los mínimos de todas las deudas y enfocar un monto mayor en la más chica. Al eliminarla, ese dinero se redirige a la siguiente, y así sucesivamente. El método no solo es ordenado: genera motivación y resultados visibles en poco tiempo. En un contexto de tasas altísimas, postergar la acción puede transformar un problema en una bola que crece mes a mes.

En caso de no estar endeudado, el segundo paso recomendado es construir un fondo de emergencia. Lo ideal es que ese fondo represente al menos tres ingresos mensuales y esté disponible en instrumentos líquidos y seguros. Una vez alcanzado ese objetivo, el aguinaldo puede destinarse a invertir. Con opciones para todos los perfiles y niveles de conocimiento, el mercado ofrece alternativas para resguardarse frente a la inflación o cubrirse ante un posible salto del dólar.

Una vez cubierto ese fondo, el aguinaldo puede comenzar a trabajar. Para perfiles jóvenes en relación de dependencia, con horizonte de largo plazo, una buena estrategia es la diversificación internacional. Los Cedear permiten invertir en empresas globales con crecimiento sostenido y los ETF replican índices amplios de sectores como tecnología o consumo. Estos activos se pueden comprar en pesos, el inversor se cubre del riesgo devaluatorio y permiten seguir la evolución de mercados internacionales sin necesidad de tener una cuenta afuera.

Aquellos que necesiten preservar capital en el corto plazo -por ejemplo, para un gasto programado como un viaje o una mudanza- pueden considerar activos que vencen en pocos meses y ofrecen rendimientos mensuales fijos. Como letras a corto plazo que vencen en octubre y noviembre y están pagando tasas mensuales en torno a 2,8% en pesos.

Para quienes ya tienen hijos o metas familiares concretas, una opción interesante es abrir una cuenta de inversión a nombre de los chicos y construir allí una cartera de activos fraccionados y diversificados. Esto no solo permite capitalizarse a largo plazo, sino también incorporar a la familia al hábito del ahorro y la inversión desde una edad temprana.

Los perfiles más experimentados o con ingresos más altos pueden optar por instrumentos con rendimientos en dólares. Desde obligaciones negociables de empresas sólidas donde se pueden encontrar rendimientos del 8% anual en dólares, hasta bonos soberanos con tasas de entre el 11% y 12% en dólares para quienes están dispuestos a asumir más riesgo.