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«No te la pierdas campeón»

Fuera de los micrófonos y cámaras, no hay funcionarios importantes que nieguen la corrupción en el Gobierno. Desde el comienzo de la gestión de Javier MIlei circulan trascendidos, comentarios y denuncias públicas sobre el pedido de sobornos o aportes a empresarios para acceder a reuniones o para conseguir contratos. En esas conversaciones aparecen varios nombres, pero casi invariablemente surgen los de Eduardo “Lule” Menem y de su jefa, Karina Milei. En ese terreno previamente abonado de sospechas es donde explotó el escándalo por los audios de Diego Spagnuolo: allí no intervinieron la casualidad ni la sorpresa. Por eso es que, si bien aún no hay manera de conocer el impacto electoral de esta explosión periodística, ya se puede concluir que el Gobierno se quedará sin uno de los vectores que había elegido para diferenciarse del resto de los políticos.

Desde este escándalo en adelante, Milei ya no podrá hablar de corrupción sin sonar involuntariamente gracioso. Por eso mismo será difícil para él -con su propia hermana y el apellido Menem en el centro de todos los comentarios- seguir hablando de casta sin que a esa mención lo sepulte una catarata de memes en las redes sociales, el terreno que más conocían los libertarios y que día a día se convierte en un territorio más hostil y ajeno.

Si este análisis resulta acertado, ya no habrá más armaduras, relatos ni maquillajes y el presidente Milei quedará entonces montado sobre el único mandato que tomó en cuenta la sociedad para ungirlo: terminar con la inflación. Esa cuestión, tal vez acompañada con el reclamo del ordenamiento del espacio público y la disminución de las protestas callejeras, será la única que servirá para medir la salud política del Presidente.

Por estas horas, la costumbre de grabar las conversaciones con cualquier interlocutor que se arraigó entre los libertarios desde el arranque de la gestión parece descontrolada. Además de las charlas de Spagnuolo -las hay con ruido ambiente, con silencio, más o menos editadas- también aparecieron este viernes en el canal de streaming Carnaval grabaciones de la voz de Karina Milei y nadie en el Gobierno atina a decir que no se esperan nuevos protagonistas. Ese banco de registros fonográficos se construyó en parte de manera folklórica pero también habría charlas que fueron grabadas por una suerte de red de espionaje interno mediante la cual el ex Triángulo de Hierro pretendía asegurarse la obediencia de los funcionarios y dirigentes de categorías subalternas. Hay, por ejemplo, grabaciones de reuniones del bloque de diputados de La Libertad Avanza y también de funcionarios del Poder Ejecutivo.

Es poco probable que este descalabro le reste muchos votantes al oficialismo en su núcleo de convencidos, pero todos los consultores se abren a la posibilidad de que haya fugas de “voto blando”.

Para decirlo rápidamente, la mayor parte de esos votantes son los que eligieron a Patricia Bullrich en la primera vuelta de 2023 y que luego le dieron el triunfo a Milei. El problema para ellos es que ahora esas dos opciones se convirtieron en una sola, porque las listas del PRO se entremezclaron con las de La Libertad Avanza. ¿Hacia dónde pueden huir entonces esos votantes desencantados con el oficialismo por el audiogate?

Una posibilidad es que los gane el desencanto y que se queden en su casa, al menos en la elección bonaerense del domingo 7 de septiembre. Lo cierto es que hoy, ninguna encuestadora se anima a predecir que el oficialismo se acercará al 53% largo de votos, la suma de los sufragios que recibieron Bullrich y Milei en la última presidencial.

El escándalo ya empezó a generar consecuencias entre las empresas de salud, siempre en la lupa por su vinculación con la política y con el financiamiento, entre otras actividades, de las campañas electorales.

Entre los jugadores grandes de esa industria comenzó a girar el martes un documento interno de un laboratorio internacional que analiza que su filial argentina deje de venderle medicamentos a la Droguería Suizo Argentina, la empresa a la que Spagnuolo le adjudica el rol de organizador y recaudador del esquema de presuntos sobornos a funcionarios.

Puede ser el primero de una catarata de memos similares. Los laboratorios estadounidenses y europeos, como muchas empresas internacionales que operan en la Argentina, están encorsetados por manuales de ética que les impiden tener relaciones comerciales con empresas u organismos señalados por corrupción. Esa es una de las funciones no escritas de las droguerías argentinas: servir como puente entre las empresas globales que quieren hacer negocios con el Estado argentino -el cliente más grande en decenas de sectores de la economía- pero tienen “reglas de compliance” que les impiden relacionarse directamente con una estructura que lleva décadas viciada por la corrupción.

Otras novedades en la economía inquietan aún más. El Banco Central informó que en julio -el último dato oficial relevado- los argentinos compraron US$ 5.432 millones. Para encontrar un número más alto hay que viajar en el tiempo hasta agosto de 2019, el mes en el que se hicieron las PASO en las que Alberto Fernández recibió más votos que Mauricio Macri.

Para los desmemoriados, julio de 2025 fue el mes en el que el ministro de Economía, Luis Caputo, pronunció una de las frases que lo pondrá en la historia. “El dólar flota. Por lo tanto, a cualquiera que le parezca que está barato, agarrá los pesos y comprá. No te la pierdas, campeón”, dijo en tono canchero ante empresarios y economistas en un encuentro en el IAE. Se ve que cuando hablan los ministros de Economía, los argentinos ya saben que no hay que detenerse en el sarcasmo: más de un millón de personas y empresas siguieron el consejo del ministro y compraron en ese mismo período dólares como para el campeonato.

De esa frase de Caputo también hay grabaciones. Fueron hechas de manera pública y se pueden consultar en Youtube o en cualquier otra red social, pero en estas horas le pueden traer al Gobierno más problemas que las otras.