El mapa gastronómico de la Ciudad de Buenos Aires atraviesa una profunda reconfiguración en medio de la caída del consumo, el exceso de oferta y el cambio de tendencias. Las cafeterías de especialidad no escapan de esa dinámica y ya se comienzan a registrar cierres.
En lo que va del año, las ventas en este tipo de establecimientos bajaron entre un 15% y 17% respecto a los últimos meses de 2024, según precisaron desde la Asociación de Hoteles Restaurantes Confiterías y Cafés (AHRCC).
La crisis se profundizó en marzo y desde ese momento el consumo no logra repuntar. Un menor poder adquisitivo que obliga a las familias a recortar gastos no esenciales y el rojo en los números del turismo receptivo explican en gran medida la situación.
Aunque la retracción no es tan marcada como en restaurantes (-30%), intervienen otros factores que complican la viabilidad del negocio. Hace aproximadamente dos años, las calles porteñas fueron testigo del auge de las cafeterías de especialidad. En muchos barrios, hay al menos una por cuadra y el mercado muestra señales de saturación.
En AHRCC explicaron que sobre todo al final del gobierno de Alberto Fernández, en medio de la espiral inflacionaria, la rentabilidad en este segmento era muy alta. Quienes habían apostado por invertir en el sector recuperaron el capital inicial en menos de un año. Para tomar dimensión, en restaurantes y bares tradicionales el plazo es de entre 3 y 5 años. Por ello, empresarios que no pertenecían al rubro vieron una oportunidad importante.
Además del exceso de oferta, el cambio en las condiciones macroeconómicas redujo ganancias, mientras que se incrementaron fuertemente los costos laborales y de servicios públicos. Así, el fenómeno mostró sus primeros signos de declive. Es un escenario parecido al que ocurrió con las cervecerías artesanales años atrás. Por ahora, los bares tradicionales logran sostenerse mejor.
Igualmente, fuentes de reconocidas compañías de café precisaron que sus ventas a locales gastronómicos marcaron un descenso interanual del 10% y que, en ese marco, hace rato que no suben sus precios.
Por otro lado, en los restaurantes la crisis es más aguda y los consumidores se inclinan por opciones más económicas, como bodegones y pizzerías. Cabe mencionar en ese sentido que, según resaltó el economista Néstor Magariños, el costo de comer afuera alcanza máximos históricos y la categoría lleva 15 meses consecutivos avanzando por encima de la inflación.