El párrafo es cruel. Dice así: “Cuando Javier Milei asumió la presidencia de la Argentina eligió a un exbanquero de Wall Street para dirigir la economía [por Luis Caputo]. Un profesor de Harvard [Federico Sturzenegger] se encargó de reducir la burocracia. Y a una exministra de Seguridad [Patricia Bullrich] se le confió la lucha contra la delincuencia. Pero para su socia más importante en el Gobierno eligió a una pequeña vendedora de tortas en Instagram: su hermana, Karina. Ahora, el nombramiento pone en peligro el futuro de sus planes de reestructurar la economía argentina, reducir drásticamente el gasto público descontrolado y arrasar con una clase política despreciada por corrupta”.
Es el comienzo de la nota que publicó el domingo The Wall Street Journal, uno de los medios más influyentes del mundo, que difícilmente pueda ser catalogado de izquierdista ni sus periodistas de ensobrados. El título del artículo firmado por Ryan Dubé y Silvina Frydlewsky tampoco deja lugar a dudas: “El presidente argentino Milei llama ‘El Jefe’ a su hermana. Ahora ella es un riesgo”.
El rol de la secretaria general de la Presidencia y armadora electoral del oficialismo es el punto central de la nota. “Karina Milei está envuelta en su propio escándalo de corrupción, centrado en acusaciones de sobornos a farmacéuticas que buscan contratos públicos. El Gobierno niega la acusación, pero dañó la reputación de Milei de outsider que buscaba limpiar el Estado y se la culpa en parte por los malos resultados de su partido en las elecciones provinciales en Buenos Aires a principios de este mes.”
El gran competidor mundial del Journal, el británico Financial Times, otra biblia del periodismo económico, fundado en 1888, también se ocupó de los Milei el fin de semana. El sábado, más precisamente, con una nota que pone tanto el acento en la crisis del plan económico como en las sospechas de corrupción que recaen en Karina Milei.
“Los Milei calificaron las acusaciones de ‘mentiras’, pero no rindieron cuentas por sus acciones. Las encuestas muestran que la mayoría de los argentinos cree en las acusaciones”, escribe la periodista Ciara Nurgent, quien arranca su nota así: “Después de un primer año en gran medida exitoso, cuando la caída de la inflación impulsó un sólido apoyo popular a la austeridad de Milei, los últimos meses golpearon duramente al Gobierno. Un escándalo de corrupción atrapó a su hermana y secretaria de Presidencia, Karina”.
El panorama y las dudas que trazan ambos medios coinciden con el diagnóstico de buena parte de los analistas políticos criollos.
Y que encuentra un reflejo claro en dos cuadros elaborados por las consultoras D’Alessio IROL–Berensztein. El primero muestra la opinión de los encuestados sobre la evolución de la situación económica con respecto al año anterior. En enero hubo un pico: el 56% consideró que estaba mejor. En agosto fue al revés: el 59% sostuvo que estaba peor. La curva cambió en mayo, tras el triunfo libertario en la Ciudad, cuando las malas noticias comenzaron a acumularse para el Gobierno.
El segundo gráfico, en lugar de mirar al pasado, habla del futuro, de la evaluación de la situación económica dentro de un año. En diciembre de 2024, el 57% creía que sería mejor. Ahora el mismo porcentaje estima que estará peor. La curva también se dio vuelta en mayo.
El Gobierno no ignora estos datos y sabe que revertirlos es clave para un buen resultado en octubre, necesario a su vez para profundizar los cambios, como la reforma laboral y la tributaria.
La pelota está de su lado. Hay que manejarla, defenderse bien y, antes que nada, evitar los goles en contra.