El Gobierno defendió el Presupuesto 2026 ante las dudas que surgieron sobre las proyecciones macroeconómicas. Ratificó las expectativas por el tipo de cambio y proyectó los posibles escenarios de riesgo.
El Gobierno proyectó un crecimiento para el año próximo del 5%, al igual que para 2027 y 2028. Respecto de 2025, recortó levemente la expectativa de crecimiento que había fijado el FMI (5,5%) a 5,4% del PBI.
Además, plantea un recorte de la meta de superávit respecto de la acordada con el FMI. En el presupuesto se plantea una meta de superávit primario de 1,5% tanto para el 2025, cuando la meta, primero autoimpuesta y luego aceptada por el FMI, era de 1,6%, como para 2026, cuando se había fijado en 2,2% del PBI
«Hay que tener en cuenta que los supuestos macroeconómicos sobre los que se basó lucen (como sucede habitualmente en Argentina) poco realistas: prevé una inflación a diciembre 2026 de 10% anual y un crecimiento de 5%», analizaron desde MAP.
Un aspecto llamativo fueron las proyecciones para el tipo de cambio. El valor actual del dólar mayorista ($ 1466) está apenas por debajo del valor esperado para diciembre, pero de 2027, cuando se ubicará, según el presupuesto, en $ 1470. Para diciembre de este año proyectaron que tenga un valor de $ 1325 mientras que para diciembre de 2026 proyectan que será de $ 1423.
Desde el Ministerio de Economía explicaron el motivo de estas proyecciones: «Debido a la complejidad del proceso presupuestario, los supuestos macro del presupuesto se cierran en julio. El tipo de cambio de diciembre 2025 está en línea con la mediana del último REM (Relevamiento de Expectativas del Mercado del Banco Central) disponible en aquel momento. Además, en un esquema de tipo de cambio flotante, el dólar puede subir o bajar. Ya lo hemos visto en varias oportunidades».
Mientras que operadores del mercado descuentan que, luego de las elecciones, habrá un cambio de esquema, el Gobierno se aferra a la flotación entre bandas.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, aseguró que «ningún esquema planteado, tanto en lo financiero, económico como monetario, va a modificarse. Todo sigue igual».
Además, se mostró confiado en que tendrán el apoyo del Congreso, aseguró que el programa es «profundamente sólido» y que el escenario hacia octubre tendrá más volatilidad, pero que el tipo de cambio es una variable que no se controla desde el Gobierno y que no hay nada que pueda hacer tambalear al programa económico.
El Gobierno incluyó una evaluación de riesgos fiscales específicos que podían afectar el escenario base del Presupuesto y la estabilidad del programa.
Los riesgos analizados son la sequía, variación del precio del petróleo y de la soja. La sequía es el más relevante, dado su impacto y recurrencia (es el 40% de los eventos registrados).
En el caso de una sequía que afecte al 40% de la producción de granos, proyectan una caída en el crecimiento de las exportaciones de 5,4 puntos porcentuales. Para los impuestos asociados a las exportaciones esto implicaría una reducción de los ingresos en 0,2 puntos, e implicaría un recorte en el crecimiento del PBI en 2,4 puntos porcentuales. Este escenario implicaría también una depreciación del tipo de cambio y una suba de la inflación, con un aumento del gasto corriente en 0,1 puntos. El resultado fiscal primario se recortaría en 0,3 puntos y el financiero en 0,4.
Para una caída del precio del petróleo a unos u$s 48,1 el barril las exportaciones tendrían una contracción de 0,1 puntos porcentuales sobre su proyección de crecimiento. Esto implicaría menor crecimiento económico en todos los sectores, con el crecimiento del agro reduciéndose 0,1 puntos, igual magnitud que la economía en su conjunto. También implicaría un mayor tipo de cambio, pero sin efecto en la inflación «debido a que el menor precio de los energéticos más que compensa el aumento en el tipo de cambio». Traería también un aumento del gasto en 0,02 puntos por la caída del PBI.
En el caso de una caída del precio internacional de la soja a u$s 333,7 la tonelada (contra u$s 386), en línea con las desviaciones estándar, el efecto sería similar al de la baja del petróleo. El efecto en la inflación sería menor porque la caída en el precio de la soja no compensa el mayor tipo de cambio por las menores divisas. Los menores ingresos fiscales serían marginales (-0,04 puntos).
