Dar señales. De eso se trata. Si bien los mercados se calmaron, el ausentismo y el desánimo siguen siendo las mayores preocupaciones del Gobierno para octubre. Una clase media que expresa tristeza como estado de ánimo preponderante frente a las consultas que miden el humor social.
Cambió el clima. El Gobierno logró retomar un diálogo propositivo. Después del escándalo de los audios, y la derrota en la provincia de Buenos Aires, el Ejecutivo pudo cambiar la dinámica de quien caído en el ring suelta golpes al aire. El apoyo explícito de Donald Trump y la promesa del swap por u$s 20 mil millones ubicaron la conversación en otro plano. El dólar frenó su escalada y el Riesgo País se fue a números previos a la elección del 7 de septiembre. No es poco.
Estados Unidos no quiere que el gobierno de Milei se desfinancie. El ruido político argentino llegó hasta la Casa Blanca y Trump necesita un país aliado en Latinoamérica. En la región son mayoría los gobiernos de izquierda y la Argentina es el único con una posición distinta. Ahí radica la clave del apoyo del norte.
Los dólares que probablemente lleguen después de la elección de octubre, trajeron la señal de que el país no va a entrar en cesación de pagos entregando sus reservas para frenar la suba, si se diera el caso de una corrida más pronunciada que la que ocurrió la semana pasada. Frente a los rechazos de los vetos en el Congreso el riesgo país superó los 1400 puntos y el Gobierno está convencido fue promovida por alguna mano negra.
Contener el dólar de acá a las elecciones de octubre asegura no tener un sobresalto en los precios inesperado que cambie los planes de la Rosada. La consolidación a la baja de la inflación es algo sobre lo que el Gobierno no tiene plan B. Si bien las consultas sobre una devaluación post electoral son permanentes, quienes están cerca del Presidente aseguran que hoy para Milei es inviable modificar groseramente el esquema cambiario. Definitivamente no está en los planes.
Achicar la diferencia de 14 puntos que el PJ le sacó a los libertarios en Provincia de Buenos Aires es hoy el objetivo del Gobierno, y a pesar de que la conversación pública dejó de hablar de Karina Milei y habla de Trump, los carritos del súper no se llenan con su apoyo ni con las declaraciones del secretario del Tesoro de su país. En la Rosada saben que deben dar señales claras para evitar que la clase media se escape definitivamente.
Una de ellas la ensayó el vocero Manuel Adorni en la mañana del jueves. La continuidad de las retenciones 0 a las exportaciones de carne. El Gobierno captó rápido el desánimo que generó en los agropecuarios el cierre tan rápido de esta ventana que les permitía hasta el 31 de octubre liquidar sin impuesto. Los grandes grupos lograron juntar rápidamente los u$s 7 mil millones que el Gobierno necesitaba antes de dar de baja ese permiso.
El objetivo fue lograr mayor flujo de divisas en plena tensión cambiaria. Se alcanzó muy rápido, y la propia Sociedad Rural salió a cuestionarlo. Consideró que solo algunos, con una declaración jurada lograron liquidar todo lo que habían estado guardando sin dejar espacio para los que estaban aún en la fila. Algo había que hacer. La opción fue dejar abierta la ventana para los que exportan carne. Hasta el 31 de octubre.
Otra medida podría llegar en los próximos días. Sería para la clase más relegada de la Argentina. Los jubilados. Aún no está el detalle, y la información se guarda bajo siete llaves. Pero se trabaja en un anuncio que buscaría mostrar que desde la Rosada se evalúa poner sobre la mesa al menos un paliativo hasta tanto el Congreso acceda a tratar una Reforma Jubilatoria.
En octubre la jubilación mínima pasará a ser de $326 mil, teniendo en cuenta la inflación del mes de agosto. Los haberes de los pasivos se actualizan con la inflación de dos meses atrás. El bono sigue siendo el de marzo de 2024 de unos $70 mil. Con la suma de esto, si no se producen cambios, la mínima total será de $396 mil.
Para el Gobierno esto fue lo más difícil de explicar, por qué rechazar el aumento, por qué vetar la ley. Defienden el impacto en las cuentas públicas y la necesidad de mantenerse a raya en su decisión de respetar el déficit 0. La batalla cultural pesa, si hay que intercambiar partidas (para cumplir con la ley de emergencia en discapacidad, por ejemplo) que el Congreso diga de dónde sale la plata.
De todos modos, siempre aparecen conejos de la galera, y en este caso el Gobierno piensa en no ser la excepción. Por ahora, con el guiño de Estados Unidos, el oficialismo gana tiempo. Se oxigena. Las elecciones se acercan, el mercado se calmó, pero hay que llenar el changuito.