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Vuelve el fantasma del «empate técnico»

Las encuestas, y sobre todo los encuestadores, volvieron a quedar en la mira después de lo ocurrido el 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Las proyecciones previas hablaban de un escenario ajustado, que el presidente Javier Milei anticipó como «empate técnico», pero lo que finalmente se vio en las urnas fue una derrota contundente para el oficialismo. La reaparición de esa expresión en un sondeo -memoria emotiva mediante- provocará pesadillas en el elenco libertario gobernante.

Sin embargo, es lo que sucede ahora con la última encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) elaborada por el Laboratorio de Observación de la Opinión Pública (LOOP) de la Universidad de San Andrés. El relevamiento recogió 1003 casos en todo el país, entre el 15 y el 24 de septiembre, en una muestra ponderada según el voto de 2023.

El contexto no ayuda a bajar la tensión. Después del revés bonaerense, la política vivió semanas intensas: el dólar trepó hasta el techo de la banda cambiaria, se aceleró la salida de reservas y el Congreso impuso derrotas parlamentarias al Ejecutivo al ratificar leyes que Milei había vetado. Como telón de fondo, la causa de corrupción de Andes profundizó el malestar social.

La encuesta de Udesa, sin embargo, también tiene un límite temporal: se cerró el 24 de septiembre, cuando Javier Milei aún estaba en Estados Unidos, donde, sobre todo en los días subsiguientes, hasta finalizar la gira, cosechó respaldos clave, como el del propio Donald Trump y el del secretario del Tesoro, Scott Bessent. Esa gira derivó en compromisos financieros y mensajes de apoyo que aún no se reflejan en el termómetro estadístico. El relevamiento ni alcanza a tocar el punto.

La foto que captura el estudio es, por tanto, la de un país convulsionado y expectante, donde la evaluación de la gestión presidencial y las percepciones sobre el futuro condicionan la definición del voto. Los números se vuelven decisivos, pero también ambiguos.

En ese marco, la pregunta central del sondeo es si las elecciones legislativas fueran hoy, ¿qué ocurriría? Según la encuesta, un 31% votaría a la oposición y un 29% al oficialismo. Un 17% todavía no sabe a quién apoyar y un 9% prefiere no decirlo. «El resultado está abierto«, concluyeron los investigadores.

Cuando la consulta se enfocó en alianzas políticas específicas, los resultados marcaron otro empate. La Libertad Avanza y el PRO alcanzaron el 31% de las preferencias, mientras que el peronismo reunió el 26%. El margen de error, cercano a los tres puntos, convierte a esa diferencia en estadísticamente irrelevante. El 13% de los consultados sigue indeciso y un 8% no blanquea su opción.

La tercera señal de alerta para el oficialismo está en la disposición a votar. Entre quienes declararon que no irán a las urnas, el 46% argumentó que está «cansado de la política», un salto de 12 puntos respecto a julio. Otro 23% dijo no creer que las elecciones generen un cambio y un 21% afirmó que ningún partido lo representa.

Estos datos se relacionan con otra tendencia más general: la insatisfacción con la marcha del país. Un 66% de los encuestados se mostró disconforme con la situación, frente a un 32% que expresó satisfacción. El contraste se vuelve más nítido cuando se observa que, al mismo momento de sus gestiones, la gestión Milei quedó por debajo de la de Macri y apenas por encima de la de Fernández.

La aprobación presidencial también evidenció desgaste. En septiembre se ubicó en 39%, tres puntos menos que en julio. En paralelo, la desaprobación trepó al 58%. Entre los votantes de Milei, la aprobación llegó al 79%, pero entre los de Massa cayó al 4%.

El malhumor social se reflejó en los problemas que más preocupan a los argentinos. La corrupción, con un 35%encabeza el ranking. Detrás se ubican los bajos salarios (34%) y la falta de trabajo (31%). La inseguridad, históricamente dominante, bajó al 28%.

El caso de los audios de corrupción impactó de lleno en la percepción pública. Un 60% de los encuestados sostuvo que «hay corrupción y cobro de sobornos» en el Gobierno. Entre los votantes libertarios, apenas el 36% lo reconoció. Además, un 43% de los consultados admitió que cambió su opinión sobre la gestión a raíz del escándalo.

La evaluación retrospectiva refuerza la idea de malestar: el 50% dijo que la situación del país empeoró en el último año, contra un 25% que afirmó que mejoró. En el plano personal, el 49% también señaló un deterioro.

Las expectativas hacia adelante tampoco son uniformes. El 32% de los encuestados proyectó que la situación del país mejorará, mientras que un 37% vaticinó que empeorará. Sobre el futuro político y económico, un 45% admitió sentir «incertidumbre», un 24% se inclinó por el «optimismo» y un 22% por el «pesimismo».

Más allá de la política, los consultados pidieron aumentar el presupuesto en jubilaciones (78%), salud pública (75%) y educación (65%). En contraste, señalaron que deberían recortarse áreas como género y diversidad (47%), subsidios a empresas (46%) y servicios de inteligencia (44%).

La encuesta también reveló que el 56% de los entrevistados espera que el presidente negocie su agenda con el Congreso. Apenas un 14% cree que debería imponerla sin concesiones.

El desgaste oficialista se nota incluso en la comparación histórica. La aprobación de Milei en este momento de su mandato es inferior a la que tuvo Macri en igual período. Ese dato, leído en conjunto con el 66% de insatisfacción general, marca la magnitud del desafío.

Con todo, el factor decisivo sigue siendo el voto indeciso. Entre quienes aún no saben o no revelan su elección, suman más de un 20% del electorado. En un escenario de empate técnico, ese núcleo se vuelve determinante.