El Banco Mundial recortó su proyección de crecimiento para Argentina tanto para 2025 como para 2026. Así se desprende del Informe Económico de América Latina y el Caribe difundido por el organismo.
La economía argentina crecerá un 4,6% este año, consideró el Banco Mundial, casi un punto porcentual menos de lo proyectado en junio de este año (5,5%). Lo mismo ocurrió con la proyección para 2026: esperan un crecimiento de 4%, mientras que en junio esperaban que la economía creciera 4,5% el año próximo.
La única proyección que no se vio alterada fue la de 2027, cuando esperan un crecimiento del 4%.
Según explicaron desde el Banco Mundial, «Argentina continúa un notable rebote económico después de dos años consecutivos de contracción, aunque persisten profundos desafíos».
El Banco Mundial no es el primer organismo en recortar sus proyecciones para Argentina. Algo similar hizo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que la recortó 0,7 puntos para ubicarla en 4,5% para este año y en 4,3% para el año próximo.
Si bien reconoce que Argentina experimentó una «notable recuperación económica», los pronósticos para 2025 se redujeron «indicando una menor incertidumbre en comparación con años anteriores y la fase inicial de la administración argentina actual».
La expansión se dio por la recuperación de las exportaciones tras la sequía y marca que «se observaron los primeros signos de mejora en el consumo y la inversión», asistidos por «la implementación inicial del plan de estabilización» que permitió una «menor inflación y un superávit fiscal».
En el caso de la región, las perspectivas de crecimiento se mantuvieron estables en 2,3%, levemente por encima del crecimiento del 2,2% registrado en 2024, a pesar de que «varias economías individuales enfrentan revisiones a la baja en sus proyecciones».
El contexto externo consideraron que ofrece un apoyo limitado, dado el enfriamiento de la economía mundial, los menores precios de las materias primas y la mayor incertidumbre.
«Las autoridades monetarias de la región continúan manejando la inflación de manera competente, pero la «última milla» está demostrando ser más larga y difícil de lo esperado», indicaron sobre una temática que ha sido particularmente importante en Argentina.
La baja de las tasas de interés en las economías centrales condicionó la baja de tasas en la región, «postergando el alivio financiero necesario para los hogares, los bancos y las cuentas fiscales de los gobiernos».
Esto último no incluye necesariamente el caso argentino que vio un fuerte repunte de sus tasas de interés en los últimos meses, lo que asistió particularmente al enfriamiento de la actividad económica que se había visto impulsada por el crédito en distintos sectores, tanto para bienes durables como para el consumo de las familias.
La inversión «sigue deprimida» y el impulso de trasladar operaciones a países cercanos (conocido como nearshoring) perdió fuerza por «el aumento de la incertidumbre mundial y la falta de preparación de un entorno propicio para atraerlo y recibirlo».
«La persistente falta de espacio fiscal pone en evidencia la importancia de mejorar la eficiencia del gasto público y de replantearse las formas en que los gobiernos recaudan ingresos para financiar inversiones de desarrollo», agregaron desde el Banco Mundial.
Desde el organismo plantean la necesidad de retomar una agenda de reformas para el crecimiento en infraestructura, educación, regulación, competencia y política tributaria. Además, señalan que la falta de crecimiento en la región es de larga data y responde a la incapacidad de identificar, adaptar y aprovechar los avances tecnológicos.
En materia de educación, señala que «los puntajes del quintil más rico de familias de Argentina en la evaluación mundial de sistemas educativos del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) están por debajo de los del quintil más pobre en Vietnam».