Cuando Mario Pergolini era el “niño malo” de la televisión argentina, encarnado en su papel irreverente de “La Tv Ataca” primero y luego en “CQC”, pocas voces femeninas lograban contradecirlo sin quedar expuestas, y aún menos lo hacían con el coraje de hoy. Y con su regreso al aire en “Otro día perdido”, reaparecieron no sólo las provocaciones nostálgicas, sino también los conflictos que parecían enterrados, y varias de las mujeres que alguna vez se cruzaron con su micrófono decidieron hablar: Fabiana Cantilo, Marcela Tauro, Noelia Ferriols -en nombre de su madre Beatriz Salomón- y Susana Giménez sacaron del baúl de los recuerdos, durante las últimas semanas, lo que se cansaron de callar mientras Pergolini intenta ahora reconstruir su lugar mediático.
Fabiana Cantilo sorprendió con una confesión que fue a la vez reveladora y contundente. Cuando era joven hubo un vínculo no correspondido con Pergolini: ella estaba enamorada de él y él quería solo sexo. “Yo era una chiquita que tenía miedo. Entonces le escribí 800 cartas que después rompí. Fue un antes y un después”, relató, subrayando no solo el gesto romántico, sino también el desengaño. Cantilo también señaló que Pergolini la ignoraba deliberadamente: “Como no te puedo entender, no te doy bola. Y como no te puedo cog…, no te doy bola”. Pero su denuncia va más allá de una historia personal, habla del machismo estructural que cruzaba el medio. En otra entrevista recordó que “con él, me pasó eso. Y por su culpa se burlaron de mí por años”, aduciendo directamente que Pergolini la dejó afuera de la Rock & Pop como parte de esa burla sistemática hacia las mujeres en los ’90. Más reciente fue su furiosa frase en Instagram después de un recital: “Me hinché los huevos, viejo. Toda mi vida con miedo a los periodistas, a Pergolini, a todos esos machistas”.
Marcela Tauro, periodista acostumbrada a mirar el poder de frente, contó también su versión del episodio físico que muchos recuerdan como simbólico, el día en que Pergolini la habría tomado del cuello tras un error informativo suyo, que habló de una infidelidad de Pergolini con Raquel Mancini. Ella dijo: “Me agarró… cuando terminé el programa, yo estaba bajando una escalera… y me agarró”. Dijo que le dolió. Pergolini, por su parte, reconoció que fue “lo primero que me salió” al verse enfrentado, admitiendo que fue un acto irracional de furia. Esa escena ha quedado como emblema, no solo de la tensión personal, sino de cómo funcionaban los pasillos de los canales en el pasado.
El caso de Noelia Ferriols reaviva otro capítulo oscuro del pasado de Pergolini cuando se creía el dueño de la televisión cool: el escándalo que rodeó a Beatriz Salomón. En los 2000, el programa Punto Doc, producido por su productora Cuatro Cabezas, divulgó una cámara oculta al cirujano plástico Alberto Ferriols, marido de la vedette, donde se lo veía intercambiando trabajo por sexo, lo que generó un daño profundo. Años después, su hija exige disculpas públicas de Pergolini y Jorge Rial, señalando que aquella exposición fue parte de una cultura mediática agresiva que permitió el linchamiento moral de su madre. Ella entiende que ese episodio no fue aislado, sino sostenido por el silencio y la complicidad del ecosistema mediático.
Susana Giménez, por otro lado, ha sido probablemente la voz más firme contra cualquier reconciliación pública con Pergolini. En una visita al teatro, fue interceptada por movileros que le mencionaron al conductor y ella respondió sin dudar: “Jamás lo veré, que me pida perdón de rodillas”. Acusó que él siempre hablaba mal de ella, sin descanso, y dejó claro que no buscaba una reconciliación sino un reconocimiento. Otra artista que sufrió la altanería del Mario noventoso fue Anamá Ferreira, quien reconoce que en esa época todas le escapaban al conductor por su bullying constante y porque sus noteros tenían licencia para todo: destratar, agredir verbalmente e intentar besarlas sin consentimiento.
El Pergolini de hoy se muestra más calmo y amable, pero los invitados parecen decididos a recordarle su pasado provocador. En su actual programa, Adrián Suar y Eduardo Feinmann lo enfrentaron con viejos reproches que lo devolvieron a los ’90, cuando se burlaba de todos.
Suar lo hizo con humor, evocando el día en que casi terminan “a las piñas” por las críticas de Pergolini a las ficciones de Polka. “Pocas veces me putearon en mi propia casa”, bromeó el productor cuando recordó la discusión cuando le pidió cambiar el día de «CQC» de los martes a los jueves. “Sí, era un idiota”, admitió Mario, entre risas nerviosas. Feinmann, en cambio, no fue tan diplomático y le recordó cuando lo trató de fascista. “Vos me dijiste eso y me dolió”, reconoció el periodista. La tensión se sintió en el estudio. El conductor intentó justificarlo con un tímido “eran otros tiempos”, pero Feinmann no lo soltó: “Bueno, los tiempos cambian, pero las palabras quedan”.
Otro elemento clave de esta rebelión está también en quienes dejaron de seguirle el juego. En los años dorados de “CQC”, el poder de Pergolini tenía respaldo en Juan Di Natale, Eduardo de la Puente y otros que eran sus escuderos mediáticos. Pero ahora, sus distancias y rupturas internas afloran como señales de que ese ecosistema ya no es impenetrable. Pergolini mismo justificó el distanciamiento con De la Puente por críticas hechas en redes sociales, mientras ellos insisten y repiten que Mario les jugó una mala pasada en cuanto a lo económico, haciéndoles firmar contratos que los perjudicaron.
Con Pergolini al frente de las noches de El Trece, no es sólo su público el que regresó, sino sus heridos que hoy ya se repusieron y exigen un resarcimiento público. Él insiste en que eso es parte de una persona que quedó en el pasado.
