En una clara estrategia destinada a polarizar al extremo la campaña electoral el presidente Javier Milei profundizó su vínculo con Donald Trump y en la recta final del raid proselitista expuso un claro contraste entre el modelo libertario pro norteamericano versus el estatismo kirchnerista impuesto desde Fuerza Patria.
La intención de Milei es bien clara y quirúrgica: dejar sentado que para las elecciones del domingo que viene se disputan dos modelos en pugna, que no hay espacio para terceros y que a su entender el regreso al pasado reciente del peronismo implicará un caos para la Argentina.
Se trata de un esquema de comunicación electoral que rememora aquella antinomia «Braden o Perón» que simbolizó la división de la sociedad en 1946 y que agigantó la grieta en la Argentina. Milei utiliza esa contraposición, pero al revés. Es decir, los libertarios apoyados por Estados Unidos serán los salvadores de la Patria en estas elecciones mientras que el peronismo sólo se encargará de hundir más al país, desde su visión.
El apoyo de Donald Trump está abiertamente condicionado a una victoria electoral de LLA. Lo dijo sin vueltas el verborrágico presidente norteamericano y esto le imprimió mayor tensión a la puja libertarios-kirchneristas en Argentina. El gobierno no esperaba un condicionamiento tan marcado de Trump para otorgar el SWAP de salvatajes financiero y otros elementos que contempla el acuerdo Estados Unidos-Argentina. Pero es lo que hay y Milei usará de ese respaldo ancho de Estados Unidos para profundizar la grieta en el tramo final de campaña.
El apoyo explícito de Washington es inédito en la diplomacia argentina. El viernes hubo nuevos gestos de Estados Unidos. El designado embajador norteamericano en Argentina, Peter Lamelas, anunció que «pronto tendremos grandes noticias que fortalecerán aún más la alianza económica entre Argentina y Estados Unidos».
En paralelo a esto, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, reiteró que su organismo «compró pesos» y aseguró que la Casa Blanca tiene «la capacidad de actuar con fuerza para estabilizar» al país. Se trató de la segunda intervención de Washington en el mercado bursátil de Argentina para estabilizar el dólar y mantener la pax cambiaria.
Cuando le preguntaron a Milei cuál será el condicionante o la contraprestación que deberá cumplir la Argentina para semejante apoyo de la administración Trump respondió: «Esa es una visión marxista que tienen en Argentina de que, si alguien gana algo, el otro tiene que perder. Es de los intercambios que nosotros estábamos proponiendo, ganan los argentinos y gana Estados Unidos», dijo. Desterró así cualquier condicionante que haya impuesto Washington como cortar las relaciones económicas con China como deslizó el propio Bessent.
La letra chica del acuerdo no se conoce aún. La oposición en el Congreso exige revisar ese entendimiento cuando llegue al país y no se la harán fácil al gobierno. «Braden o Perón. Trump o el PJ», plantean algunos al sustentar ese argumento.
No se sabe hasta dónde llega el reclamo de Washington para que Milei se aleje de China. Hubo un pedido de finalizar el SWAP con el Banco de China que había sellado Alberto Fernández y que Milei continuó.
Para evitar eventuales dólares de cabeza el embajador argentino en China, Marcelo Suárez Salvia tuvo que explicar a la administración de Xi Jinping que la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei por ahora desistirá de viajar a Beijing como estaba previsto para noviembre. En el gobierno aseguran a modo de excusa que el viaje nunca estuvo confirmado.
Sin embargo, las definiciones del jefe del tesoro norteamericano, Scott Bessent, respecto de imponer a Argentina un distanciamiento de China pusieron un freno al viaje de Karina Milei. Hay malestar en Beijing por esa definición. De hecho, el portavoz de la cancillería de China dijo que «las provocadoras declaraciones» de Bessent volvieron a dejar de manifiesto «la mentalidad arraigada en los tiempos de la Guerra Fría que sigue caracterizando a algunos funcionarios estadounidenses, que solo parecen moverse con un ánimo de confrontación e intervencionismo en los asuntos de otras naciones soberanas». En este contexto de acercamientos con Trump China puede esperar.
En los festejos por el día de la unidad nacional de Alemania que se hicieron en el barrio de Belgrano en la embajada que lidera Dieter Lamlé en Buenos Aires hubo muchos comentarios sobre el perfil que está tomando el gobierno de Milei alineado estrictamente con Estados Unidos. Varios embajadores de la Unión Europea comentaban la ausencia de diálogo que el gobierno argentino mantiene hoy no sólo con países del bloque de la UE sino también con otros sectores clave para la economía mundial como Japón, Australia y ni hablar de China.
El mensaje del embajador Lamlé fue optimista e incluso se animó a parafasear la idea de unidad que logró Alemania con la unidad tras la caída del Muro de Berlín. «Si hay voluntad se pueden derribar todo tipo de muros, incluidos los muros del corazón», dijo el alemán. Evitó entrar en detalles. A la vez, entre los diplomáticos presentes remarcaron que no se ve con buenos ojos la marcada dependencia que tendrá la Argentina de la administración Trump. Entre los comensales del encuentro en los jardines de la embajada alemana estaban unos pocos funcionarios de segunda línea de la Cancillería.
El espíritu peronismo antiperonismo que se impone desde el vértice de poder en el tramo final de la campaña sumó adeptos para todos los gustos y visiones en LLA. Karen Reichardt, candidata a diputada de los libertarios en la provincia de Buenos Aires quedó en el centro de la polémica luego de calificar al kirchnerismo como «una enfermedad mental».
Las duras críticas de la dirigencia del PJ al exabrupto de la candidata de Milei fue uno de los pocos ejes de unidad que encontraron los peronistas el viernes en su Día de Lealtad. En rigor, hubo muestras sobradas de fractura irremediable en las filas peronistas. Los referentes de Axel Kicillof festejaron en la Quinta de San Vicente, mientras que el kirchnerismo se movilizó en caravana a San José 1111 para conmemorar la fecha junto a la detenida ex presidenta Cristina Kirchner.
El embate contra el «imperialismo mileísta» es otro de los ejes en común que unificó al PJ. Ya lo decía el discípulo de Perón, William Cooke cuando sostuvo que el peronismo es un movimiento antiimperialista ,»capaz de discutir el sistema capitalista en un país semicolonial».
En medio de todo este brote de trumpismo Milei dijo que ya es una decisión tomada el cambio de gabinete después de las elecciones. Será una suerte de relanzamiento del gobierno con figuras nuevas y la salida de otros. Por lo pronto el mayor cambio que prevé Milei es en la jefatura de Gabinete. Lo más escuchado en la Casa Rosada es la salida de Guillermo Francos y su reemplazo por Santiago Caputo. El mismo Milei se encargó de asegurar que Caputo tendrá un «rol protagónico» en lo inmediato. Francos viene desgastado y molesto por algunas señales internas del gobierno. En paralelo a esto se contempla la salida del canciller Gerardo Werthein. Hay mucho malestar con este funcionario por varios ejes de la gestión.
Además, Mauricio Macri ya plantó bandera y dijo que preferiría a Federico Pinedo en ese lugar. Negociaciones en marcha. El reemplazo de Patricia Bullrich en Seguridad para ir al Senado es una gran incógnita. Se barajan varios nombres y Macri ahí también quiere apuntalar nombres propios. Luis Caputo sondeó a Guillermo Dietrich, el ex ministro de Transporte para temas de ese espacio y crecieron los rumores. La salida de Manuel Adorni también será un hecho y allí se vislumbra a Javier Lanari como sucesor. Todo indica que habrá grandes recambios después de los comicios y la limpieza profunda o no depende de los resultados.
Milei se apresta a encarar la recta final de la campaña electoral con una recorrida por el conurbano bonaerense y el interior del país. En territorio del GBA el presidente estará con su amigo e intendente de Tres de Febrero Diego Valenzuela que armó una caravana de LLA en su distrito. Allí Milei se siente cómodo y en terreno que no le es hostil como otros lugares del conurbano donde tuvo problemas como La Matanza.
Los últimos sondeos plantean este esquema de polarización que se fijó Milei pero al parecer los números no le sientan bien a LLA. El promedio consolidado de algunos estudios nacionales refleja un panorama electoral fuertemente polarizado donde Fuerza Patria mantiene cierta ventaja, aunque no necesariamente definitoria, sobre los libertarios.
Quizás hoy pesan más los indecisos que alcanza entre el 8,90% y el 10% en promedio. Nadie sabe aún hacia dónde irán a parar estos electores y tampoco se sabe si el ausentismo volverá a ser protagonista en la jornada de elecciones. Lo único concreto en estos días de final de campaña es el fuerte clima de polarización, de antinomia que se impone desde el poder y de la disyuntiva «Trump o peronismo» que está flotando en el aire proselitista.