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Un implante ocular y gafas de realidad aumentada permiten leer a personas con ceguera central

Un grupo de personas con severa pérdida de visión central y residentes en varios países europeos recuperó la capacidad de leer al usar un implante electrónico en el ojo y unas gafas de realidad aumentada.

Formaron parte de un ensayo clínico realizado en Europa que demostró que el 84% de quienes recibieron el dispositivo tecnológico lograron diferenciar letras, números y palabras con el ojo que había perdido la visión.

Las personas que recibieron el dispositivo tienen una enfermedad llamada atrofia geográfica por degeneración macular relacionada con la edad seca.

Al contar con el dispositivo, los pacientes pudieron leer cinco líneas en una cartilla especial, aunque antes de la intervención su agudeza visual no les permitía leer ningún símbolo.

Esta investigación europea contó con la participación de hospitales en cinco países y se realizó en 38 personas con ceguera central causada por la misma dolencia.

Daniel Palanker, de la Universidad de Stanford, y José-Alain Sahel, en la Universidad de Pittsburgh, en los Estados Unidos, fueron dos de los líderes de la investigación. Frank Holz, profesor de oftalmología en la Universidad de Bonn, Alemania, fue el primer autor.

También colaboró Mahi Muqit, del Instituto de Oftalmología en la Universidad College London y el Hospital de Ojos Moorfields.

Hace 20 años, cuando comenzó a trabajar con láseres oftálmicos para tratar afecciones visuales, el profesor Palanker concibió por primera vez la idea de desarrollar el implante.

“Me preocupaba la degeneración macular relacionada con la edad, un problema creciente. En aquel momento, me di cuenta de que debíamos aprovechar el hecho de que el ojo es transparente y transmitir información mediante luz”, precisó en diálogo con Infobae.

Ese tipo de afección ocular suele aparecer en personas mayores de 60 años y es una de las principales causas de pérdida irreversible de visión en adultos mayores.

Palanker contó: “Gracias a mi experiencia previa en óptica oftálmica y electrónica, ideamos el diseño fotovoltaico que evita las dificultades que los implantes anteriores habían enfrentado”.

Además, agregó: “El dispositivo que imaginamos en 2005 ahora funciona notablemente bien en pacientes”. “Nuestro diseño es completamente inalámbrico; el implante es muy delgado y funciona con luz”, destacó.

Sobre la disponibilidad del dispositivo, Palanker explicó que “PRIMA está en proceso de obtener la certificación CE, así que, con suerte, pronto estará disponible en Europa”. Añadió que el costo se situará en un rango similar al de los implantes cocleares.

Estamos trabajando en nuevo software para escenas naturales, incluidas caras”, adelantó. Esas mejoras permitirán que los usuarios reconozcan no solo letras y números, sino también colores o rostros.

La degeneración macular relacionada con la edad seca, conocida como AMD seca, provoca que las células centrales de la retina se deterioren con el tiempo.

Este proceso recibe el nombre de atrofia geográfica, ya que la parte central de la visión desaparece y solo quedar parte del campo visual periférico.

Hasta el momento no existe un tratamiento aprobado para atrofia geográfica y unas 5 millones de personas en el mundo tienen ese problema.

Las personas seleccionadas para el ensayo clínico tenían una pérdida severa de la visión central que impedía leer o reconocer símbolos con el ojo tratado.

“Estos pacientes ya no podían leer, escribir ni reconocer rostros. No podían identificar ni la cartilla de visión”, explicó el cirujano británico Mahi Muqit.

El equipo de investigadores intentó evaluar si un dispositivo fabricado por Science Corporation podía restaurar la visión de lectura en quienes habían perdido esta función.

Quisieron demostrar si era posible restablecer la percepción de letras y palabras al utilizar la solución tecnológica.

Además, quisieron comprobar si la cirugía para el implante, junto con las gafas y el entrenamiento, podían mejorar el acceso de los pacientes a actividades cotidianas como leer el prospecto de un medicamento o resolver un crucigrama.

El dispositivo, llamado PRIMA, consiste en un microchip ultrafino similar a una tarjeta SIM, de apenas 2 milímetros de lado y 30 micrones de espesor, que se implanta bajo la retina del paciente en el área afectada.

Durante la intervención, el cirujano retira el gel del interior del ojo, crea una pequeña apertura en la retina y coloca el chip debajo de las células dañadas. El procedimiento requiere menos de dos horas y puede realizarlo cualquier especialista entrenado.

“El implante actúa como un pequeño panel solar que convierte la luz infrarroja en señales eléctricas”, describió Muqit. Estas señales viajan por las células retinianas y el nervio óptico hacia el cerebro, donde generan la percepción visual.

El paciente utiliza unas gafas de realidad aumentada equipadas con una microcámara. La cámara capta las imágenes del entorno y las envía como un haz infrarrojo al chip implantado.

Un pequeño ordenador portátil conectado a la cintura procesa la imagen y permite al usuario hacer zoom para ampliar los textos.

El equipo médico activa el dispositivo aproximadamente un mes después de la cirugía y, desde ese momento, empieza la fase de rehabilitación. Cada persona sigue un programa de entrenamiento para aprender a interpretar la nueva señal visual y enfocar correctamente.

Los investigadores observaron que “no hubo descenso en la visión periférica existente” en los participantes. Esto significa que el implante aportó visión central sin reducir la visión lateral restante por la enfermedad.

De los 38 pacientes intervenidos, 32 lograron leer letras, números o palabras con el uso del implante y las gafas. “Volver a leer supone una mejora enorme en la calidad de vida, levanta el ánimo y devuelve la independencia”, destacó Muqit.

Una de las participantes relató: “Era como tener dos discos negros en los ojos. Me entusiasmó cuando pude ver una letra. No es sencillo, hace falta entrenar la vista, pero cada vez avanzo más”. El equipo de investigadores le propuso tareas como buscar letras pequeñas en envases o resolver crucigramas.

El estudio comprobó que, además de leer, los pacientes podían enfrentar otros desafíos visuales, como orientarse en el metro o resolver rompecabezas.

El chip solo transmite la imagen cuando la persona activa las gafas y la computadora portátil. Sin este sistema encendido, el ojo operado no recibe señal visual.

El ensayo clínico recomienda que, para usar el sistema, los pacientes participen en una rehabilitación intensiva que permita adaptarse a la nueva forma de percibir las imágenes.

Los médicos remarcaron que aprender a “ver” con el dispositivo requiere dedicación y entrenamiento, especialmente en adultos mayores.

En cuanto a limitaciones, los investigadores observaron que solo participaron personas con atrofia geográfica avanzada y que las habilidades para leer texto avanzado varían según el compromiso y la práctica de cada paciente.

Aclararon que el sistema no recupera la visión original, sino que promueve una nueva vía para acceder al mundo visual mediante la tecnología.

Los próximos pasos serán pedir la aprobación para comercializar el implante y ampliar su uso para otras enfermedades oculares que afectan la retina.