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Rattazzi: “Estoy fascinado con lo que está pasando con Milei”

El presidente Javier Milei consolidó su gabinete con la presencia de más de 100 senadores y diputados de La Libertad Avanza (LLA) y Propuesta Republicana (PRO), designando a Diego Santilli como ministro del Interior y a Manuel Adorni como jefe de Gabinete. Apuntalar el trabajo en bloque y coordinar la estrategia parlamentaria para impulsar reformas es el objetivo principal, algo que el empresario ítalo‑argentino Cristiano Rattazzi dijo a Perfil.

Me contaba recién, antes del corte, que está pasando más tiempo en el extranjero porque pasó el último mes, justo durante las elecciones aquí, tras tres meses en Italia, viviendo y observando los cambios. Por eso tiene la suficiente cercanía y distancia como para hacernos un balance completo de lo que cree que ocurrió en Argentina.

A ver, estaba contando el otro día, me preguntaban: «Mira, hasta el jueves antes de las elecciones estaba muy preocupado porque había un grupo destituyente que intentaba voltear al presidente y yo ya lo viví en 2001 cuando Raúl Alfonsín con Eduardo Duhalde derribaron a Fernando De la Rúa. No me gustó nada, y menos todo lo que pasó: la destrucción de valor para la clase media que tenía la posibilidad de comprarse medio departamento. Fue tremendo.

La gente no comprende la magnitud de la pérdida que hubo en ese 2001, con un Congreso que tiraba papelitos diciendo ‘No pago nada, defolteamos todo’. Pero defolteó no solo lo que había que pagar, sino cualquier deuda que tuviera Argentina. Me pareció horrible. Viví un período terrible y me preguntaba ‘¿Qué hago? ¿Qué estoy haciendo en este país de locos?’ Nosotros sí hicimos un golpe preinstitucional, pero a mí los golpes no me gustan, ni institucionales ni no institucionales. De la Rúa era presidente y había que mantenerlo en el cargo. Obviamente, si su partido quería destituirlo, los peronistas siempre buscan voltear a quien se les opone. De hecho, el único que terminó bien su mandato fue el expresidente Mauricio Macri, aunque en la última etapa tomó decisiones que no correspondían a su administración.

¿Cuál es tu visión al respecto ahora?

Ahora la historia muestra que 30, 36, 40… con 30 no lo podían voltear en el Congreso porque tenía el tercio, 36 fue una buena elección y 40 otra excelente, llegó a 40,7. Hoy está muy sólido para continuar con reformas, y existen muchas medidas increíbles por implementar en Argentina. Es la máquina de impedir: no se puede avanzar. ¿Querés hacer algo? Siempre surge un obstáculo porque afecta intereses. Ahora contamos con otros dos años para avanzar en reformas y construir un país ordenado, sin inflación ni emisión, como los demás países del mundo.

Según un analista internacional, también se crean condiciones para que pueda ser reelegido.

La gente se está acostumbrando a que existe una moneda que se mueve, aunque también puede ser el dólar y pronto se permitirá operar libremente en dólares con la misma bonetería, y la población entenderá que no habrá un grupo que viva especulando con divisas. Entonces habrá trabajos reales y empleo formal. Como siempre digo, el desafío está en el Gran Buenos Aires, donde hay que generar oportunidades porque allí se concentra la pobreza. La cifra bajó de 54 a 31, pero todavía queda mucho por reducir. La gente estaba acostumbrada a que su futuro dependía del narcotráfico, robar o recibir un plan. Ahora surge la posibilidad de trabajar en serio, y cuando trabajás también llegan los salarios dignos.

¿Qué visión le asignás a la importancia de la industria en la economía nacional?

La industria es fundamental en todo el mundo, pero todo es industria. En Italia, la Confindustria agrupa todos los sectores que trabajan. Yo tengo una compañía de servicios de helicóptero con 200 técnicos, ingenieros y mecánicos que hacen funcionar los dos aparatos que tenemos, realizan tareas offshore en Magallanes y operan vuelos especiales. Es como una industria, aunque la llamen servicio. Yo soy un apasionado de los fierros y de todo lo que implica mover y producir cosas.

Habrá sectores tradicionales que atraviesan el tiempo y otros nuevos, como la industria del conocimiento, que es extraordinaria. Tengo 77 años, no participo activamente, pero invertiré un poco porque unos amigos están desarrollando un algoritmo capaz de detectar en segundos si un video o audio es falso o auténtico. Me gustó involucrarme porque confío en ellos, pero mi pasión sigue siendo los fierros y tu industria automotriz.

Se vence el acuerdo con el Mercosur el año próximo. En Brasil crece fuertemente la electromovilidad y muchas empresas, incluidas algunas chinas, invierten en fábricas. Si no me equivoco, una incluso compró Ford. ¿Cómo ves la industria automotriz de Argentina y qué amenazas enfrenta por el cambio tecnológico?

El problema es que la industria automotriz mundial atraviesa un sistema complejo y nadie sabe cuándo se llegará al eléctrico. En Europa no se alcanzará el 35 y tal vez el 46. Todos apuestan al híbrido porque el eléctrico plantea problemas de carga. Argentina es enorme, siete veces más grande que Italia con menos población, ¿te parece real instalar estaciones eléctricas por todo el país? Probablemente haya que mantener motores a combustión, diésel o naftero, porque en distancias largas el diésel rinde un 50 o 60% más. Sí, se puede hacer compatible con estándares ambientales.

Hoy en Europa se vende más híbrido que eléctrico. Tengo un ejemplo: una casa en Roma, un viaje Toscana-Roma con un eléctrico puro, cuatro horas de carga en Toscana y al llegar a Roma se complica encontrar dónde cargar, un verdadero infierno. Después de dos años llamé al presidente de Lenel, amigo mío, y tardó meses en resolverlo. Ahora parece solucionado. En ciudades antiguas como Roma, los problemas del eléctrico puro se multiplican, por eso el híbrido domina y combina motor a combustión y batería. Algunos autos siguen con diésel, otros con nafta y el hidrógeno es caro.

Los fabricantes en Argentina tienen obreros muy capacitados en una industria que está cambiando. El tipo de auto, motores y baterías son distintos, pero las fábricas son fuertes y se mantendrán. Solo tres países latinoamericanos producen autos: México, Brasil y Argentina. Incluso Australia eliminó su industria automotriz, algo que no favorece.

Hoy no trabajo activamente en la industria automotriz y hace cuatro años dejé esa responsabilidad. Hay inversiones en minería, energía y campo que deben avanzar. Eliminar retenciones y fomentar el sector agroindustrial permitirá construir conocimiento, donde Argentina es muy fuerte con cabezas preparadas y talentosas. De la industria tradicional, sobrevivirá la que logre eficiencia y competitividad. Puede que queden pocos fabricantes, pero los que tienen estructuras sólidas.

Brasil mantiene ventajas en varios sectores y México también. Argentina tiene un potencial enorme que aún no aprovecha y puede recuperar. La minería genera valor y riqueza como en Chile y la energía es clave, aunque Vaca Muerta sigue siendo un desafío. Cuando se eliminen retenciones y se aclare el panorama, habrá inversiones de todo tipo y oportunidades para crear trabajo real y productivo, sin depender de planes sociales.

Uruguay fue creado como un estado intermedio entre Brasil y Argentina para evitar conflictos, pero su influencia brasileña es fuerte, ya que Brasil tiene una economía cinco veces más grande que la Argentina. La industria automotriz argentina tuvo un desarrollo clave en los últimos años y los acuerdos con Brasil fueron fundamentales. ¿Considerás que el Mercosur es una oportunidad para Argentina o creés, como piensan algunos uruguayos, que sería mejor un acuerdo con Estados Unidos o la Unión Europea?

Mercosur nació para avanzar en acuerdos con Europa, Estados Unidos y China, pero no prosperó. Ahora tendrá que moverse y servirá porque acercarse a los vecinos facilita logística, transporte y comercio. Los movimientos globales son enormes, aviones y trenes transportan mercancías constantemente, y Argentina deberá invertir en infraestructura. Estas inversiones las harán privados, que suelen ser más eficientes que el sector público al generar valor y crecimiento.

Sobre Lula, ¿creés que la diferencia con Argentina es que Brasil tuvo líderes progresistas moderados?

Lula y Dilma estabilizaron la economía, redujeron la inflación y fortalecieron las reservas. El país encara ahora un recambio generacional, al igual que Argentina, y avanzó más en los últimos años. En Argentina, el recambio incluye a Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. Cristina pertenece a otra generación y Macri, aunque más joven, tuvo aciertos y errores en su mandato. La colaboración de expresidentes, como se observa en Uruguay, podría fortalecer el nuevo gobierno, y hoy Macri contribuye desde su rol en IPF, que es más relevante que un cargo político formal.

Italia también ofrece un modelo: Meloni ha ganado popularidad y respeto en Europa, liderando en un contexto de problemas regionales y guerras cercanas. Su gestión demuestra eficacia y estabilidad, con crecimiento económico en un continente con desafíos estructurales.