Según un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine, solo el 6% de las investigaciones en fisiología del ejercicio se realizan con mujeres, lo que implica que la mayoría de los protocolos de entrenamiento, recuperación y nutrición se basan en parámetros masculinos. Esta brecha científica tiene consecuencias directas en el rendimiento, la prevención de lesiones y la salud integral de las atletas.
“La próxima gran innovación en el deporte no estará impulsada por la tecnología, sino por el conocimiento científico del cuerpo femenino -explica Gabriela Oliván, presidenta de WINN Sports-. El cuerpo femenino debe entenderse como una estrategia de rendimiento, no como una limitación. Profesionalizar los deportes femeninos no es solo una cuestión de equidad: también es una oportunidad de crecimiento y un gran negocio. Integrar ciencia y deporte es el paso que puede transformar para siempre el futuro de la alta competencia femenina.”
En los últimos años, algunos clubes y federaciones comenzaron a incorporar esta mirada. El Chelsea FC Women, por ejemplo, rediseñó sus rutinas de entrenamiento y nutrición al integrar el ciclo hormonal de las jugadoras en la planificación física, logrando una reducción del 35% en lesiones de ligamentos cruzados y mejoras en el rendimiento competitivo. FIFA y UEFA lanzaron fondos de investigación destinados a promover el estudio de la fisiología femenina aplicada al deporte, reconociendo que el futuro del rendimiento dependerá tanto del talento como del conocimiento científico.
La ciencia y su mirada androcéntrica
«Gran parte de las investigaciones y tratamientos siguen centrados en lo masculino porque históricamente la ciencia se construyó sobre el estudio del cuerpo del hombre, y la fisiología femenina fue considerada una variable ‘complicada’ o ‘de exclusión’ para los estudios», dice a Clarín Belén Fritzsche, médica y atleta del seleccionado de atletismo.
«Si bien tanto hombres como mujeres somos seres cíclicos, el hombre responde principalmente a un ritmo circadiano (24 horas), mientras que la mujer atraviesa además un ritmo infradiano (el ciclo menstrual, de alrededor de 28 días). Este ciclo está regulado por hormonas que se ven afectadas por factores como la alimentación, el estrés, el descanso, la composición corporal y las emociones. A su vez, las fluctuaciones hormonales influyen en la hidratación, termorregulación, metabolismo energético, recuperación y sueño», agrega.
Y suma: «Esa complejidad y variabilidad entre mujeres hace que los estudios sean más difíciles de estandarizar, por lo que muchas veces se opta por excluirlas de las investigaciones. A esto se suma que el deporte sigue estando dominado por hombres, tanto en el campo (entrenadores, dirigentes) como en la investigación y la inversión. Por ejemplo, los deportes femeninos representaron menos del 2 % del mercado deportivo total estadounidense en 2024, lo que evidencia cómo los recursos y la atención siguen concentrándose en lo masculino».
«La mirada sesgada persiste porque durante décadas la investigación, la formación de entrenadoras y entrenadores y la organización de la competencia se pensaron por y para varones. Eso dejó fuera variables clave como el ciclo reproductivo, la salud ósea, la disponibilidad energética, las demandas psíquicas y el impacto de la maternidad y las tareas de cuidado en la carrera deportiva. Además, hay un componente cultural: se naturaliza que las mujeres deban ‘adaptarse’ al sistema en vez de exigir que el sistema se adapte a ellas», asegura a Clarín Laura Martinel, entrenadora olímpica.
«Hace muy poco que se empezó a entender que las mujeres somos muy diferentes de los hombres desde todo punto de vista y especialmente en lo hormonal, y por eso se hace hincapié en que se hagan estudios específicos en mujeres. Solo el 30% de las participantes son mujeres en estudios sobre deportes, por lo cual el sesgo es muy importante», agrega Vilma Rosciszewski, ginecóloga funcional.
«Lo que se está haciendo mal es evidente: falta formación específica para entrenadoras y entrenadores, calendarios competitivos que no contemplan períodos de vida como el embarazo y la lactancia, escasos recursos para apoyo multidisciplinario y políticas que no protegen a las deportistas en sus etapas reproductivas», detalla Martinel.
Y asegura que para empezar a cambiar las cosas «hace falta acción concreta: capacitar en fisiología femenina, monitorear de forma sensible la salud hormonal y la disponibilidad energética, implementar licencias y políticas de retorno tras la maternidad, y asignar recursos para equipos médicos y nutricionales. No es ‘trato preferencial’ sino profesionalizar el deporte para que más mujeres lleguen más lejos y por más tiempo».
Da el ejemplo de las atletas que pierden protección en su ranking al estar embarazadas y que al volver deben reconstruir su carrera desde cero. «Esto se resolvería con mecanismos de ‘ranking protegido’ como los que ya implementa el tenis y que deberían extenderse a todas las disciplinas. Otros deportes han avanzado en protecciones contractuales y licencias, pero de forma parcial y desigual», dice. Y habla de la ausencia de guarderías y facilidades de cuidado en concentraciones y viajes que obliga a las deportistas a depender de redes informales para seguir entrenando y compitiendo.
«Mientras se siga diseñando el deporte para varones, seguiremos perdiendo talento femenino. La ciencia y las políticas deben adaptarse a las necesidades reales de niñas, adolescentes y mujeres«, concluye.
«Todavía se subestima el potencial que tiene usar el ciclo menstrual como herramienta de optimización y no como obstáculo. Hay que incluir mujeres en los estudios y analizar los resultados por fase del ciclo, educar a entrenadores y médicos en fisiología femenina aplicada y promover al registro del ciclo y su impacto en el rendimiento«, afirma Fritzsche.
Explica que cada mujer responde distinto, y que por eso es fundamental que cada atleta registre su propio ciclo, con datos objetivos y subjetivos, para tomar decisiones basadas en evidencia: «Con los datos de al menos tres ciclos consecutivos, se puede planificar el entrenamiento y la nutrición en sinergia con la biología femenina, logrando así un enfoque más sostenible, eficiente y humano. Podría servir para prevenir lesiones, organizar cargas y descargas de entrenamiento según la fase del ciclo, ajustar la alimentación y la suplementación, disminuir síntomas premenstruales y menstruales y potenciar el rendimiento físico y mental».
«Es muy importante el ciclo menstrual y cómo se aborda -acuerda Rosciszewski-. Como van cambiando las hormonas va cambiando el deseo de hacer deporte, la fuerza que podemos hacer. En la ovulación más estrógenos y mayor probabilidad del lesión del ligamento cruzado de la rodilla. Saberlo también sirve para prevenir lesiones. Por eso tiene que haber una relación de confianza con para el entrenador para que si una mujer está menstruando le cuente y cambie el entrenamiento».
«Este tema me atraviesa profundamente, porque soy médica, profesora de educación física y atleta -admite Fritzsche-. Desde el lado médico, me costó mucho encontrar profesionales que pudieran entender mi realidad como mujer deportista«.
«En mi caso, las últimas semanas del ciclo (fase lútea) me generaban retención de líquido, cansancio, hinchazón, malestar, hambre y una notoria disminución del rendimiento. Tengo la ventaja que mi deporte me permite medirlo objetivamente. Y durante la menstruación, el dolor y la inflamación eran tan intensos que impactaban directamente en mis entrenamientos. En total puede llegar a ser hasta el 30% de mis días», cuenta.
«Tuve que investigar, probar, combinar conocimientos médicos con experiencias de otros profesionales especializados, y hacer un proceso hasta encontrar un equilibrio. Me llevó casi un año ajustar alimentación, carga de entrenamiento y descanso. Pero hoy, si bien sigo ajustando algunas cosas, puedo ver resultados», asegura.
«Falta una mirada integradora. En Medicina habitualmente no nos enseñan sobre entrenamiento, nutrición, fisiología muscular, entonces desde nuestra formación hace que sea un impedimento poder integrar distintas variables», dice a Clarín Gustavo Esteban, médico fisiólogo del Club Atlético Boca Juniors.
En este caso, detalla, se trata de los aspectos físicos y psíquicos de entrenamiento, nutrición, suplementación, los patrones hormonales que una mujer necesita tener cuidados en su estructura de entrenamiento.
«La mirada integradora hace ver dónde buscar distintas deficiencias, o excesos que hacen que una persona llegue a rendir más o menos dependiendo de las necesidades -sigue-. La falta está en el conocimiento fisiológico de la medicina aplicada al deporte y en cómo poder integrarlo para trabajarlo de manera interdisciplinaria«.
«La mujer, en su ciclo hormonal, tiene momentos de ser más sensible o susceptible a padecer lesiones, dependiendo de su etapa menstrual donde el colágeno se hace más laxo o más rígido, donde la estructura muscular no soporta tanta carga, donde las empieza a tolerar, todo tiene una interconexión en lo que hace al ciclo hormonal, en relación a la testosterona, la hormona de crecimiento, la insulina, los carbohidratos, las proteínas. La mirada siempre tiene que ser integral, quizás por eso aún no esté bien estructurado el funcionamiento del entrenamiento en mujeres», asegura.
Y aconseja: «Cada deportista tiene que saber encontrar un profesional que sepa integrar la alimentación con la estructura hormonal, el entrenamiento, lo psíquico, lo físico, la factibilidad de lesiones, con conocimiento de biomecánica. El deporte está gobernado por estructuras médicas que están especializadas en cuestiones que no abarcan todo, pero es fundamental para poder establecer una correcta alimentación, descanso, entrenamiento y suplementación, que es absolutamente necesaria».
WINN Sports y la Dirección de Deportes de la Universidad de San Andrés organizan un conversatorio inédito que reunirá a referentes de la biotecnología, la medicina, la nutrición y el alto rendimiento para explorar cómo el conocimiento científico puede transformar la manera en que las deportistas entrenan, se recuperan y se cuidan. Será este lunes de 18 a 20.30 en el campus de la Universidad en Victoria. La inscripción es gratuita: www.winnsports.org.
