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Historia del clan Tinelli

«Fue como si nos hubieran metido en una licuadora y cada uno salió lo más sano que pudo. La fama avasalló a los dos, el éxito arrasó con todo».

Lo dijo Soledad Aquino hace 30 años, después de la separación de aquel Marcelo Tinelli disparado a la cúspide al son del «Gomazo súbete». De no ser por las páginas amarillentas de esa entrevista de Caras, uno pensaría que el texto dialoga con el presente,

Tal vez sea el clan Ortega el último irrompible de la Argentina. El de Marcelo pareció fracturarse (al menos para el afuera) el 2 de noviembre, cuando Juanita, la cuarta de sus cinco hijos, emitió un comunicado críptico.

Lejos quedó la postal feliz de esa tribu ensamblada de «tuyos, míos, nuestros», media docena de famosos que en la suma general supera los 25 millones de seguidores solamente en Instagram.

Cada hora que pasa, se suman grietas compartidas en redes sociales por ese conglomerado que incluye a tres ex (Aquino, Paula Robles y Guillermina Valdés), una novia actual (Milett Figueroa), cinco herederos (Micaela, Candelaria, Juana, Francisco y Lorenzo), yernos, ex yernos, hermanastros y hasta el chispeante primo Tirri acoplado a ese sistema.

Si «la fuerza de una familia, como la fuerza de un ejército, se funda en su mutua lealtad«, tal definió el autor de El Padrino, Mario Puzo, esta familia que fue ramificándose a la par de la fama salvaje de Marcelo Hugo, amaga con fisurarse, da pistas de alejamientos y bandos.

«Durante mucho tiempo elegí callar. Callar por miedo, por costumbre, por amor y fidelidad para proteger a quienes más amo. Pero hay momentos en los que el silencio deja de ser refugio«, lanzó el misil Juanita, la modelo que en 2023 desfiló para el diseñador japonés Kei Ninomiya en la Semana de la Moda de París.

«Fui amenazada, y aunque no quiero detenerme en los detalles, eso fue suficiente para entender que no puedo seguir viviendo con miedo por decisiones que no tomé. Hablar, hoy, no es un impulso ni un acto de rebeldía: es una necesidad, y por sobre todo un derecho”, continuó antes de que el tema perforara las redes y se volviera el asunto más debatido en los medios.

Con denuncia formal en la Fiscalía y botón antipánico, Juana se refirió a amenazas recibidas y esbozó algo del quiebre familiar. «No busco división ni una solución inmediata (…) Llevar este apellido es algo que siempre asumí con orgullo. Sé lo que representa, el peso que tiene, la historia, la exposición que conlleva y la felicidad que ha generado a muchos durante tantos años. Entiendo que, por eso, muchas veces se espera silencio”.

Denuncia anterior y aniversario

No es la primera vez que un hijo de Tinelli corre supuesto riesgo de vida. El archivo de Clarín da cuenta de que en septiembre de 1994 el conductor tuvo custodia especial. Un preso que cumplía condena en la cárcel de Caseros alertó a la Policía Federal de un plan para secuestrar a las entonces pequeñas Micaela y Candelaria. Después de una reunión con el Ministro Carlos Ruckauf, se estableció un operativo de seguridad en San Isidro, donde vivían.

Pormenores al margen de las actuales deudas millonarias y debacle financiera, Marcelo intenta el manto de paz. «Con paciencia, charlas y mucho amor, volveré a unir a esta familia hermosa«, avisó en redes, casualmente en fecha aniversario (28 años) de lo que fue su segunda y última boda, con Paula Robles, la mamá de Juana, de quien se separó en 2009.

Por entonces, tres décadas atrás, todavía no había comprado el club Badajoz de España, ni proyectaba ser Presidente de San Lorenzo, ni vitalicio de la pantalla, ni padre de otros tres hijos…. «Mi vida entera se puede resumir en una frase: nada salió como lo había planeado y está bien», colgó alguna vez en redes la frase.

Hay un documento familiar que hoy se resignifica ante los últimos hechos. Es el retrato de esa dinámica de clan -edulcorada o exagerada para la cámara, claro-. Puede verse en el docu-reality de Prime Video, Los Tinelli, ocho capítulos de 30 minutos.

En la casa de Punta del Este, donde cada verano conviven los cinco hijos (de entre 37 y 11 años), el Zoom del producto está puesto en ese hábitat en el que no hay Ingalls perfectos, sino lazos de sangre, diferencias generacionales y un padre cabeza de familia que -aunque involuntariamente- condiciona cada acto de todos ante su fama. «Me da impresión verlo chapar (con Milett)», dice la hija mayor. «Ella tiene la misma edad que yo».

Veamos cómo nació ese curioso árbol genealógico que por décadas fue imán para el periodismo de espectáculos y cuya semilla ocurrió en Badía y compañía

Badía, el celestino

En el primer ladrillo de la familia fundada por Marcelo tuvo que ver la complicidad de Juan Alberto Badía. Soledad Aquino y Marcelo quedaron flechados en medio de Badía y compañía, el programa en el que él era periodista deportivo y ella, secretaria.

«Lo vi un día en la producción y dije: ‘Este tipo me encanta‘», confió la rubia sin pudores en una nota del viejo Canal 13. «¿Qué le viste a Tinelli?», preguntaba María Laura Santillán, incisiva. «Buen mozo no me parecía tanto, sí macanudo«, juzgaba la rubia.

La estrategia para que creciera el interés de él fue «no darle bolilla». Por pedido de «El Cabezón», un bailarín del programa organizó una salida con ella y otra empleada. Salieron los cuatro. Soledad y Marcelo quedaron «fulminados» de amor y después de un noviazgo de seis meses, llegó el casamiento en 1987. Tuvieron dos hijas, Micaela y Candelaría, alias «Lelé».

«Era lenteja, antiguo. Para otras cosas es zarpado y moderno, pero no para mí» reconocía Aquino, a quien muchos llamaban «La jabru» o «El Doberman», tal como ella consignó, cuando le hacía «marca personal» a su marido ante presencias como la de Xuxa. La relación de pareja duró desde 1986 hasta 1993.

Amante del flamenco, Soledad era nieta de Luis Isabelino Aquino, quien fue fundador y director del Museo Fernández Blanco. Estudió un tiempo Museología, pero abandonó para seguir con la carrera de Publicidad. «Quizá Marcelo no era la persona correcta, éramos muy jóvenes», admitió ya separada en una entrevista de Fernanda Iglesias, en Clarín.

Micaela, la primogénita, dueña de la marca Ginebra, nació en 1988. A los 22, ante fascinación por la moda y lo que sentía «falta de prendas» del estilo que ella soñaba, se puso al hombro la firma con el apellido como parte del anzuelo. Junto a su medio hermano Francisco, nacido en 1998, suelen hacer culto del bajo perfil. Esta vez, sin embargo, ella se pronunció en sus redes: «Increíble lo sueltitos que están todos ahora. Ven a alguien en el piso y le siguen metiendo patadas sin parar».

«Lelé», de estilo más provocador, es fanática los tatuajes y la que más imán genera para la prensa. Ecléctica, se lanzó a la música, al diseño de moda, al modelaje, y llegó a exponer sus pinturas. Amante de los animales, frontal, se casó con Coti Sorokin en 2024 y se divorció en abril de 2025. Actualmente trabaja en el streaming de Carnaval junto a su padre. Este jueves se sumó a la polémica con un claro mensaje de toma de posición.

«Creo que esto tiene que tener un fin, te conozco hace 40 años, toda una vida. Deseo que disfrutes, sos un amor y la gente te está haciendo mierda porque hay mucha gente muy, muy mala y enferma», había escrito la madre de Candelaria, Soledad, a lo que la muchachita respondió sin filtro debajo: «La única ex que no se quedó con nada y aún así lo sigue apoyando. Sos única, mamá».

Ensamble y nuevo divorcio

El vínculo con Paula Robles, su segunda esposa, también creció entre decorados. Ella era bailarina del ciclo liderado por él, Ritmo de la noche, clásico de los domingos noventosos por el que podían pasar Brian May y Charly García, mientras una tribuna deliraba con los shows y los picados de famosos.

El 2 de noviembre de 1997 se casaron en un campo de Baradero llamado Macondo, en una ceremonia íntima, con la troupe de entonces de Tinelli, Claudio Villarruel, Pablo Granados, Marcela Feudale, Diego Pérez, «Figuretti» Freddy Villarreal, Toti Ciliberto y demás.

Ese mismo año, Marcelo recibió una amenaza de muerte en la puerta del canal (el viejo Telefe de Pavón al 2400). Un hombre apodado «Tarzán», con un palo de madera, destrozó el auto de Germán Kraus, lo amedrentó y quedó detenido en la Comisaría 18.

El primer hijo de la pareja, Francisco, nació en marzo de 1998. Juanita llegó en 2002. Las hijas del primer matrimonio y estos dos niños mantuvieron un gran vínculo. El «ensamble» parecía fluir amorosamente. En 2009 el matrimonio llegó a su fin.

El después de Tinelli fue silencioso mediáticamente para Paula. Ella decidió dedicarse a su pasión por el baile y la docencia, llegó a estudiar Dirección de Cine con Raúl Perrone y evitó los flashes. «Estoy muy agradecida de la vida que tuve, pero sigo mi camino. La intimidad para mí es muy valiosa. El ser anónimo es un derecho y te genera más apertura», se sinceró en una charla con Clarín años atrás.

Con los años, los volantazos, las polémicas y los cambios de emisoras los cinco herederos se fueron independizaron pero el clan se agrandó: se sumaron «hijos políticos» y otros parentescos del estilo. El cantante Coti Sorokin, los productores Nacho Lecouna y Nacho Viale, el actor Franco Masini, por ejemplo, fueron parejas de Candelaria, mientras que Micaela sumó al gran hogar al futbolista Lisandro “Licha” López.

Otro amor y el último hijo

En 2012, lo que parecía un noviazgo más de Tinelli, fue el puntapié para una nueva familia. Ex Sebastián de Ortega (quien había sido amigo de MT), la modelo y actriz Guillermina Valdés apareció en escena y se volvió involuntariamente tapa de revista cada semana. Ese mismo año hubo separación, aunque luego se reconciliaron. «Me deslumbró, Aprendí mucho de él», confesó ella antes de que retomaran la relación formalmente.

El 18 de abril de 2014 nació Lorenzo, cuarto hijo para ella, que es mamá de Dante, Elena y Paloma. Otra vez Marcelo logró ensamblar familias, esta vez, ocho chicos. Lograron «cierto orden y privacidad» ocupando dos pisos de un edificio de la calle Libertador. En 2022, finalmente, llegó el blanqueo del distanciamiento.

«Ser hija de alguien tan reconocido fue difícil. Hay un margen de error chico», se la escucha a Candelaria en el docu-reality de Prime, con sus más de 50 tatuajes, que cubren de tinta negra su cuerpo.

«El Tirri», Luciano Giugno, el ex Fabulosos Cadillacs, es a esta altura el gran confidente de Marcelo, uno de los pilares, una suerte de hermano que en estas instancias contiene e intenta unir.

Hace años el músico sumó a la tribu tinelliana a su mujer «Mimí» Alvarado, «periodista y panelista», según se define ella en redes, ultradefensora de Marcelo. “No me gusta cuando lo hunden a Marcelo, cuando lo tocan es como que tocan una parte de mí. Lo quiero como si fuese un papá, y la verdad, no está bueno que pasen estas cosas”, soltó en el ciclo SQP. “(Juanita) es muy joven y cuando uno tiene 22 años es medio caprichoso», opinó.

Aquino también se alineó del lado de su ex: “Creo que (Juanita) lo inventó para llamar la atención. Para mí nunca la llamaron. Perdón, pero para mí no es verdad”, se plantó en Intrusos.

Mientras Marcelo enfrenta horas difíciles, sin intención de hablar con la prensa, reaparecen los videos de esos cinco niños que fueron creciendo con la lente como testigo. El juego de los alfajores enteros en la boca, las censuras del COMFER en los bailes del caño, los invitados extranjeros del estilo Mike Tyson, Pamela Anderson o La Cicciolina… Todo ocurrió con ese quinteto muchas veces jugando en medio de la escenografía de ShowMatch

Habrá que ver si aquel bloque incondicional, a prueba de detractores, vuelve a ser la muralla y en la que Tinelli siempre descansó aún cuando muros afuera todo se incendiaba.