Las elecciones y los cambios en el Gabinete tuvieron su dosis fuerte de sorpresa. Lo que no sorprendió fue la reacción de los mercados que subieron y lograron récord histórico. La mejor muestra fue el riesgo país que bajó y dejó a la Argentina en las gateras de una futura colocación de bonos.
El dólar, que provocó más de un dolor de cabeza al equipo económico, parece estar en una calma inédita. El presidente Javier Milei había dicho que el peso se iba a apreciar, algo que no pasó en los últimos meses. Sin embargo, con la devaluación mensual de 1% y una inflación cercana al 2%, el peso se aprecia si el dólar no tiene movimiento.
La consultora Empiria en su último informe dice que, despejado el riesgo electoral, este escenario ofrece una oportunidad para corregir los desequilibrios económicos y políticos del esquema vigente.
¿Qué desequilibrios? En el plano económico, un esquema cambiario que no parece adecuado para acumular reservas (y así bajar el riesgo país para renovar los vencimientos de deuda) y atraer inversión para recobrar el crecimiento perdido.
El régimen de banda formalmente vigente desde abril mutó en la práctica a uno de crawl como el que existía hasta marzo: el piso ya es irrelevante y la paridad oficial oscila próxima al techo nominal, que se mueve al 1% mensual y continuará bajando en términos reales mientras la inflación se mantenga en torno al 2%.
En el plano político, la duplicación del músculo parlamentario oficialista (1/3 de Diputados y 1/4 de Senadores) no será suficiente para aprobar reformas estructurales (consolidación fiscal por presupuesto, laboral, impositiva y federal) que mejoren la competitividad sin exigir todo el trabajo a la paridad cambiaria, aunque la victoria electoral actúa como centro de gravedad para atraer legisladores y gobernadores de otros signos políticos para llevar a la práctica las reformas del Pacto de Mayo.
Pero más allá del pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la opinión de analistas y economistas, el Gobierno no dio indicios de que va a comprar dólares.
En el mercado, en cambio, especulan que tal vez el momento para incrementar las reservas sea a partir de un proceso vinculado a una baja mayor del riesgo país. El Gobierno y las empresas están esperando que eso suceda. Cuando pase, más empresas saldrán a emitir Obligaciones Negociables (ON). Luego, las provincias tratarán de salir a los mercados. El Gobierno nacional no se piensa quedar atrás y también va a emitir deuda cuando considere un nivel adecuado de tasa.
A la hora de ganar mercados y mejorar la balanza exterior, todas las expectativas están puestas en el flamante Canciller. Es que Pablo Quirno no es un diplomático de carrera, pero sí un economista que tendrá como misión, entre otras cosas, que la Argentina incremente sus ventas externas con diferentes acuerdos comerciales.
La otra pata que busca el Gobierno son las inversiones directas. El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) seguirá tratando de ser un imán para sectores como la minería. Vaca Muerta tiene su propia dinámica y las futuras privatizaciones también figuran dentro del esquema de la llegada de dólares frescos.
En este contexto, hay una empresa que mostró interés por una privatización en particular: el Belgrano Cargas. La empresa interesada se llama Grupo México, que opera el ferrocarril más grande de México, el más grande de Florida en Estados Unidos y también en ese país están por abrir una línea férrea en Texas. El socio de Grupo México es Union Pacific, el ferrocarril de carga más grande del mundo. La inversión que promete es tentadora: US$ 3.000 millones.
El desafío para la Argentina no es menor. A la hora de atraer inversiones, el país no sólo tiene la competencia de países similares, se le suma la desconfianza que tienen los empresarios sobre la economía mundial.
El último informe de la consultora KPMG sostiene que la confianza de los CEO en la economía global alcanzó su nivel más bajo en los últimos 5 años, ya que los líderes corporativos concentran sus inversiones estratégicas en la inteligencia artificial, los talentos y la resiliencia al riesgo para sostener e impulsar el crecimiento futuro.
El estudio revela que los CEO son cautos debido a las tensiones geopolíticas persistentes y la incertidumbre económica. Estas circunstancias complejas están generando un cambio en el enfoque de liderazgo y muchos están adaptando sus estrategias de crecimiento para afrontar la difícil realidad del mundo actual.
