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Cuadernos: el ex contador de Cristina Kirchner declarará en el juicio cómo se lavó dinero de las coimas 

Una de las confesiones clave del caso de los cuadernos de las coimas fue la del custodio de los números de la familia Kirchner: el contador Víctor Manzanares. Involucrado en la estructura de lavado de al menos 70 millones de dólares que encabezó Daniel Muñoz, el contador desnudó un circuito que fue resultado del esquema de recaudación de fondos ilegales entre contratistas del Estado K. Mientras el juicio oral del expediente principal inició hace una semana, hay un tramo del caso que sigue en etapa de instrucción, pero en breve será elevado a juicio.

Sin embargo, la voz de Manzanares podrá escucharse en un momento del juicio que comenzó el 6 de noviembre: está incluido en el listado de testigos que declararán a lo largo del debate oral y público. Será la primera vez que hable después de su confesión como arrepentido.

Desde que logró dejar el penal de Marcos Paz, Víctor Manzanares pasa sus días en Río Gallegos. Como imputado colaborador tuvo custodia permanente y el monitoreo de una tobillera electrónica. Dejó la contabilidad, profesión que heredó de su padre y que lo vinculó con la familia Kirchner.

Asegura haberse “arrepentido primero espiritualmente” para después, haber dado el paso de colaborar con la justicia proporcionando detalles sobre la estructura financiera de la ex familia presidencial y un complejo circuito de lavado de activos que él mismo diseñó y que en una de sus variaciones derivaba una porción de las coimas recaudadas a operaciones que movía Daniel Muñoz.

El fiscal Carlos Stornelli investigó y está por elevar a juicio este expediente, que siguió el camino de la plata que lavó el exsecretario privado de Néstor y Cristina Kirchner, tanto en la Argentina como en el exterior.

En sus declaraciones judiciales, Manzanares ofreció detalles increíbles: “Hacerlo feliz a Daniel Muñoz era el sumum para mí, porque Kirchner lo maltrataba, le pegaba, entonces yo lo llamaba por teléfono desde Río Gallegos y le decía ‘te fabriqué dos o tres millones de pesos de blanco’ y le pedía que vaya de shopping, a gastárselo. Yo disfrutaba esa actividad por la satisfacción que le generaba a Daniel. No lo hacía solamente por avaricia. Con esto no pretendo mejorar mi situación, sino hacerme cargo de lo que hice”,

El ex contador de Cristina Kirchner dijo: “En el año 2009 tenía intenciones de desarrollar una usina para lavar dinero aprovechando la legislación de Tierra del Fuego. No recuerdo con precisión cuánto dinero se llegó a lavar, aproximadamente entre 5 y 7 millones de pesos durante el período en el que se desarrollaron estas operaciones”. Se refirió a un restaurante y a una cadena de farmacias que adquirió con el mismo fin: blanquear el dinero de las coimas que Daniel Muñoz llevaba a Santa Cruz.

El flujo de fondos ilegales era de tal magnitud, que su lavado para incorporarlo a negocios lícitos era urgente y muy difícil. Para lograrlo, se compraron inmuebles, empresas y comercios en el país y después también en el Caribe y Estados Unidos, además de sacar dinero hacia cuentas bancarias en Suiza.

“La compra de las farmacias y los inmuebles se acordó en 3.700.000 euros, pero la operación terminó haciéndose en dólares, “lo que complicó las cosas porque el efectivo que teníamos era en euros”, declaró el contador. El cambio de dinero se hizo con la intermediación del financista Ernesto Clarens, otro de los arrepentidos en el caso Cuadernos.

Manzanares también contó que luego empezaron a lavar dinero con la compra de terrenos en El Calafate: “hubo una compra de un terreno por 50.000 dólares, justo frente al Hospital nuevo, a nombre de MM Servicios. Esta operación la efectuó Muñoz personalmente, usando un amigo en El Calafate. A mí se me informó que vaya a una escribanía en Río Gallegos a firmar la escritura. No aboné, solo firmé”

Después de estas operaciones, el ex contador de Cristina viajó a Miami “por invitación de Muñoz, para la compra de tres departamentos”. Allí surgió “la idea de comprar un laboratorio», abundó. Los montos de dinero eran tan grandes que había que multiplicar a toda velocidad los negocios para blanquearlos.

Hubo una promesa incumplida. Manzanares dijo que “el blanco ya se los había creado” con la estructura de adquisición de inmuebles y de las farmacias, y que “teóricamente mi comisión iba a ser de 6 millones de dólares, el 15% que me habían prometido. Muñoz me dice que 6 millones de dólares es mucho y me sugiere reducirlo a 1,5 millones de dólares. Le dije que no tenía inconvenientes. Estando en tratativas esa negociación, Mariana Zuvic puso su ojo nuevamente en los negocios de Muñoz y éste decidió replegar la operación”.

Un ejemplo: Muñoz inició la compra de San Up S.A, que era de Jorge Shemi. “La operación fue por 34 millones de dólares, según me informó Muñoz, aunque en los papeles creo que se consignó 8 millones de pesos. Esa compra se hizo en efectivo”.

“Entre los años 2007 y 2008, Amilcar Acosta se acercó a mi estudio contable solicitando una entrevista para plantear si podía analizar su empresa dedicada al tratamiento de residuos de actividad minera. Le recomiendo incorporar un inversor. Me dice que estaba dispuesto a vender el 50% de la empresa por un millón de dólares. Le planteo el negocio a Muñoz”. Tiempo después, Manzanares le entregó “a Acosta personalmente los fondos de Muñoz que tenía en custodia en el Banco de Santa Cruz. Si bien pidió 1 millón de dólares, le entregue a Acosta la suma de 1 millón de euros. El ingreso a la empresa se hizo a través de un acta de socios, incorporando a Carolina Pochetti -pareja de Muñoz- como gerente de la empresa”.

Esta empresa tuvo una llamativa inyección de dinero que le había dado Muñoz: “aproximadamente unos 15 millones de dólares. Fue tanta la inversión del secretario de los Kirchner que en un momento no se pudo justificar una inyección de 2 millones de dólares. Se recurrió a una operación compleja a través de cooperativas”.

Con Muñoz, el contador también tenía una empresa de colectivos -RB Transportes- y unos departamentos que habían construido en un terreno fiscal: “Muñoz me pidió que ponga a la venta esos departamentos para evitar que la justicia encuentre una huella suya”. Después de concretar la venta, “ese dinero vino a parar a mi oficina y lo conservé en las cajas fuertes que allí dispongo. No recuerdo el destino final que tuvo. Sí recuerdo que cada departamento valía unos 70.000 dólares».