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Karina puso a Adorni a marcar de cerca a Santilli

«Innecesario lo que hicieron», rezongaba un hombre que acompañó a Diego César Santilli a su jura como ministro del Interior. La referencia era sobre el decreto que, en la mañana del pasado día martes, le quitó al Ministerio del Interior la dirección de Migraciones y el RENAPER, el Registro Nacional de las Personas, que tiene la capacidad de hacer los DNI, el Documento Nacional de Identidad.

Santilli, un hombre de cuna peronista que formó parte de los primeros pasos del PRO, se acostumbró a la dureza de la política viendo a su padre Hugo, quien supo ser un dirigente clave en el Club Atlético River Plate, y que ofició de presidente del Banco Nación en el gobierno de Carlos Saúl Menem.

Siendo Santilli titular de River, el club ganó su primera Copa Libertadores, la Copa Interamericana y la Copa Intercontinental en el año 1986. Las paradojas de la vida muestran que su vicepresidente fue Osvaldo «Titi» Di Carlo, abuelo del flamante presidente del club riverplatense, Stefano Di Carlo. Toda esa historia transformó a Diego Santilli en un hombre pragmático. Conocedor del decreto que le quitaba áreas trascendentes, no lo habló con Javier Gerardo Milei pero sí con Manuel Adorni, el jefe de Gabinete a quien con celosa precisión, Karina Milei ubicó al lado del ministro de Interior en cada visita de un gobernador a la Casa Rosada. Marca personal.

Esa marca personal karinista seguirá hasta en lo geográfico: Adorni y Santilli tienen ahora oficinas contiguas en la planta baja de la Casa de Gobierno. Allí se reunieron tras la jura y hablaron largamente. El traspaso de Turismo y Deportes no fue una pérdida de Interior, pues esa secretaría quedó en el área de Jefatura de Gabinete pues Guillermo Francos quiso arropar a su amigo Daniel Osvaldo Scioli en su incursión en aguas libertarias. Pero sacarle Migraciones y RENAPER resultaba un golpe antipático de bienvenida para la llegada de Santilli, tras haberse puesto sobre los hombros la campaña en la provincia de Buenos Aires, explicando que al «Pelado» que estaba en la boleta había que votarlo poniendo a «El Colorado» y a la ignota Karen Reichardt.

Santilli reclamó y se fue de la oficina de Adorni para juntarse con su familia: «Avisame nomás», le dijo al ministro coordinador, quien justificó el traspaso de Migraciones al éjido del Ministerio de Seguridad a una idea que ya tenían en el Gobierno hace tiempo, a partir de un pedido expreso de Patricia Bullrich de sumar esa dependencia y armar una estructura más atenta en las fronteras.

Pero que el Registro Nacional de las Personas fuera a Seguridad remitía a tiempos de la dictadura militar donde la Policía Federal se encargaba de la documentación ciudadana. Así, sin miramientos, lo dijo Cristian Ritondo, quien salió de la jura de su amigo y habló con los periodistas acreditados, mostrando que entre los aliados del PRO no había caído bien que le marcaran la cancha así. Esa bronca se rumió en el flamante despacho del ministro del Interior donde, tras la ceremonia, tomaron café Santilli, Ritondo, el intendente Guillermo Montenegro, los legisladores bonaerenses Alejandro Rabinovich y Matías Ranzini más el intendente de Zárate, Marcelo Matzkin, todos amarillos con tonos violetas. Bienvenidos a la selva libertaria…

En las decisiones que tiene en su cabeza Karina Milei está la reestructuración de la Jefatura de Gabinete y la discusión de si el enviado del Poder Ejecutivo a YPF debería seguir cobrando o no, la suculenta suma que recibe cada mes. «Ad honorem» es la idea de algunos… Otra chance es que la hermana del Presidente imponga a su fiel Santiago Viola al frente del Ministerio de Justicia, en lugar del ya saturado Mariano Cúneo Libarona, quien no participa de las charlas subterráneas con el kirchnerismo en temas judiciales, de los que sí se ocupa el inquieto Viola. «Fiat justitia ruat caelum»..

En esa reunión, los presentes se enteraron que Santilli también había hablado con Karina Milei, a quien no se le escapa nada de lo que sucede en el Gobierno. La hermana presidencial le confirmó que saldría una rectificación del Boletín Oficial, devolviendo el RENAPER al Ministerio del Interior.

Pero los aliados saben que el ADN libertario es de desconfianza y que antes de que se sentara el nuevo ministro, la intención fue determinarle que solo le confiaban la «interlocución política» con los gobernadores y no mucho más. El flamante funcionario tendrá que apelar a su expertise para conquistar su territorio y eso será, conseguir el apoyo de la mayoría de los gobernadores con el voto de sus diputados y senadores a los proyectos del Poder Ejecutivo, un rompecabezas que apuntará al Presupuesto en este año, y siguiendo con Reforma Laboral e Impositiva desde febrero del año próximo. Remo y viento a favor…