Tiene pedido de captura en Perú y cruzó a la Argentina por un paso ilegal en la frontera con Bolivia hace dos meses. César Arturo Fernández Bazán (49) fue condenado por difamación a un año de prisión efectiva y, antes de ir preso, decidió fugarse. El hombre que quiere competir en las elecciones presidenciales de su país en 2026 asegura que huye de una “persecución política”.
“No me quedó otra cosa que salir del país”, recuerda sobre la noche en que decidió escapar. Cruzó a Bolivia, de ahí entró al país sin documentos y pasó unos días en Catamarca, donde viven unos tíos paternos desde hace 40 años. No quiso quedarse más tiempo para no involucrarlos.
Pidió asilo político y hoy vive en San Fernando, donde fijó domicilio, con un documento provisorio de permanencia, otorgado el 11 de noviembre por el Ministerio de Interior, justo el día que asumió Diego Santilli como ministro, y válido hasta febrero de 2026. Ese papel le permitió legalizar su estadía en Argentina y arrancar una campaña política con sus compatriotas peruanos. “En mi país hay una dictadura, no hay democracia”, dice Fernández Bazán.
Según explica, todo arrancó cuando era alcalde de Moche, una ciudad de 50 mil habitantes cercana a Trujillo. En plena pandemia, denunció irregularidades en la aplicación de vacunas. Esa pelea terminó en un enfrentamiento con una jefa policial. Estuvo siete horas detenido y dijo una frase que lo sentenció: “Le dije que levante ese trasero para que vaya al braga” (en Perú significa un lugar donde venden droga).
La controversia más reciente fue llamar “coimero” al trabajador municipal Julio Enrique Morillas Rodríguez por redes sociales, que lo denunció por difamación. Si bien él la califica de absurda, la causa avanzó hasta una sentencia que lo obligó a dejar la intendencia de Trujillo, donde solo estuvo un año como alcalde.
“Me sacaron de la alcaldía por una difamación ante una policía que me metió injustamente preso 7 horas”, insiste. En ese momento, Bazán era alcalde y está convencido de que lo hicieron para bloquear su carrera política. “Porque me enfrenté a los jueces que han liberado violadores y por enfrentarme a ellos me han sentenciado”.
La apelación de esa condena debía resolverse el 21 de octubre mediante una audiencia virtual. No pudo realizarse ya que una jueza no se presentó y todavía no fijaron una nueva fecha. Para Fernández Bazán, la explicación es simple: “Saben que no pueden aceptar esa sentencia, tienen que tirarla abajo”.
Habla de corrupción, de presiones económicas y de un clima político insoportable en Perú. “Allá no hay democracia, hay una dictadura neta”, repite.
En Buenos Aires vive gracias a la solidaridad de sus compatriotas: “Ciudadanos me envían algún dinerito por ahí, por el alias, y con eso ya me puedo costear mi estancia acá”. Mientras espera novedades del expediente, Fernández Baza sigue haciendo política desde Argentina.
Según detalla, su partido se ubica tercero en las encuestas para 2026. Habla con peruanos en distintos barrios porteños, da charlas y mantiene presencia en redes. “La gente está esperando que yo llegue”, asegura. Pero también tiene claro el riesgo de volver. “Yo sí, ahorita piso, voy preso un año efectivo”, admite.
Como parte del contenido que sube a sus redes, hace poco se mostró cortándose el pelo en una barbería de la Villa 31. «Estamos en la villa donde solamente cortan a estrellas», dice durante el video.
Aun así, planea regresar, siempre que una segunda instancia le revoque la condena. Su objetivo es competir en las elecciones presidenciales, pero con cautela. “Yo pienso que en un mes o dos meses me levanten la sentencia, pero con un pie adentro y con un pie afuera”, dice con temor a un encierro sin salida.
Nació en Trujillo y desde chico se interesó por la política. Se recibió de ginecólogo y obstetra en República Checa gracias a una beca de la Unesco y trabajó en Europa durante 14 años. Luego, regresó a su país para meterse de lleno en la política.
Primero, fue alcalde del distrito de Moche, una ciudad de 50 mil habitantes cercana a Trujillo, y después intendente de Trujillo, una de las más grandes del norte peruano hasta que fue destituido por la condena. Su ascenso fue rápido y, según cuenta, incómodo para muchos. “Le ganamos a los partidos millonarios sin propaganda”, dice.
Y agrega: “Yo no he venido al Perú a tener clínicas ni riqueza. Quiero que el peruano tenga el derecho de vivir bien en su propio país”.
Cuando se le pregunta por el presidente Javier Milei, Fernández ve un parecido. “A mi me dicen El Loco de Moche. De cierta forma, comparto muchas cosas con él, la reducción de ministerios, el cero dádiva, pero lo que sí es que los hospitales y los colegios tienen que ser públicos, no se puede perjudicar la salud o educación de la población por errores de corrupción de anteriores gobiernos”, explica.
El hombre visitó la Argentina en cinco oportunidades. “Veo unas ciudades limpias, ordenadas, con seguridad en cada momento, yo me siento bien en este país”, confiesa.
Entre Perú y Argentina, Fernández Bazán insiste en que su lucha no es personal sino colectiva. Su país lo espera con una orden de captura. Y él espera desde el exilio en suelo bonaerense que la Justicia le abra la puerta de regreso.
