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 Los gobernadores quieren recortarle poder al kirchnerismo en Diputados

El estado de convulsión interna que azota al peronismo, que se exacerbó con el triunfo libertario en las elecciones de medio término, finalmente hizo impacto en los bloques legislativos del Congreso. En la Cámara de Diputados, Unión por la Patria enfrenta una doble amenaza: el portazo de un puñado de legisladores peronistas reacios a ser conducidos por el kirchnerismo y, como consecuencia de ello, la pérdida de la primera minoría en el cuerpo.

“Si no hacemos nada la sangría va a ser irrefrenable. Tenemos que cambiar el esquema de conducción de la bancada o convertirnos en un interbloque para intentar contener a todos. Aun así, va a ser difícil”, sintetiza una de las voces más potentes que se escuchan dentro de la bancada que dirige Germán Martínez.

La conducción del bloque está formalmente encarnada en la tríada que componen Martínez, Cecilia Moreau y Paula Penacca. Con sus matices, todos ellos tributan a Cristina Kirchner. A Martínez, que asumió la jefatura del bloque en enero de 2022, se le reconoce la titánica tarea de mantener unida a la tropa pese a la crisis de liderazgo que hace tiempo padece el PJ, la cual hizo eclosión con las peleas intestinas entre el kirchnerismo y el gobernador bonaerense Axel Kicillof en el principal bastión peronista.

Gobernadores y referentes peronistas del interior del país, hartos de las reyertas bonaerenses que ven ajenas, creen que les llegó el momento de plantar bandera y condicionan su permanencia en las bancadas, tanto de Diputados como la del Senado. Quieren cambiar la dinámica de funcionamiento interno; sostienen que la oposición cerril al Gobierno, propia del kirchnerismo, no los llevará a ningún lado, menos cuando hay intereses de sus provincias a negociar con la Nación.

La semana próxima, en las vísperas de la sesión preparatoria del 3 de diciembre en la que asumirán los diputados electos, será clave para las definiciones.

El bloque, con casi un centenar de legisladores, ingresó en estado de ebullición. Allí conviven el kirchnerismo –que constituye casi la mitad de la bancada- junto a una veintena de diputados que responden a los gobernadores del PJ y otro tanto a los que se denomina “sin techo” por provenir de provincias que no comanda el peronismo. A ellos se suma media docena de diputados del Frente Renovador, de Sergio Massa. Todo un mosaico heterogéneo hoy huérfano de un liderazgo nítido.

Hay voces que sostienen que la unidad solo será posible si la conducción pasa a manos de un dirigente de neto perfil peronista que sea oriundo del interior. El principal requisito que debe reunir es que goce no solo de la confianza de los gobernadores, sino también de Cristina Kirchner. Hay nombres en danza, pero ninguno firme por ahora.

“Si el kirchnerismo se resiste a cambiar la conducción la única salida sería conformar un interbloque, pero todos sabemos que se trata de un esquema frágil porque cada sector actuaría de manera autónoma. Perderíamos homogeneidad y poder de fuego. Esto no haría más que beneficiar al oficialismo, que no busca otra cosa que quebrarnos”, admiten.

En la bancada no disimulan su preocupación ante la posibilidad de una diáspora de legisladores y, con ella, la pérdida de la primera minoría, lo que diluiría su peso específico en las comisiones y demás espacios de poder en la Cámara.

Ya perdió un diputado electo: el tucumano Javier Noguera quien, por orden del gobernador Osvaldo Jaldo, pasará a integrar el bloque Independencia. La bancada queda en 97, a solo seis legisladores de ventaja de La Libertad Avanza que, con las últimas incorporaciones de los diputados que responden a Patricia Bullrich y del radicalismo afín, se garantiza un bloque de 91.

Cerca de Germán Martínez intentan desdramatizar la situación. “Sobran versiones de que el bloque se quiebra. Por ahora se fue solo uno”, aseveran. Todavía confían en que los santiagueños que responden a Gerardo Zamora mantendrán los pies adentro del plato como los puntanos que responden a Alberto Rodríguez Saa. Sin embargo, son éstos, al igual que Kicillof, los que demandan una reconfiguración en el esquema de conducción con una presencia más activa del interior federal.

Todos los focos apuntan ahora a Raúl Jalil, el gobernador Catamarca. Dueño de cuatro votos claves, amaga con retirarlos del bloque de Unión por la Patria para ganar mayor autonomía de negociación con el Gobierno. El oficialismo espera expectante, pero el catamarqueño se hace rogar: el Poder Ejecutivo aún no avaló la cesión a su provincia de las acciones en la mina Aguas de Dionisio que controla el Estado Nacional. Los mandatarios provinciales no dan puntada sin hilo.