«El próximo año podría ser uno bueno para Javier Milei”, señaló The Economist en su reciente anuario 2026 sobre las perspectivas políticas y económicas del mundo para el año entrante. El semanario británico pone énfasis en las reformas que el Gobierno se propone llevar en el Congreso, la clave del impulso que buscará darle a la economía luego de la desinflación 2023-2025 y que continuaría consolidándose en 2026.
Pero The Economist advierte: “La normalidad macroeconómica sería un logro enorme. Pero para prosperar, Argentina necesita reformas estructurales”.
Pese a que el dato de actividad de septiembre que divulgó este martes el Indec fue mejor al que proyectaban los privados, la economía argentina no produce aún crecimiento económico si por ello se entiende aumentar el producto por habitante, hoy como hace tres lustros.
La tasa de crecimiento promedio anual de la Argentina cae por un tobogán: 4,3% en la década de los noventa, 2,6% en 2000-2009, 1,4% en 2010-2019 y 0,7% en 2020-2024.
De ahí que no haya economista de derecha ni de izquierda que no sostenga que difícilmente el país pueda retomar un sendero virtuoso con solo estabilizar los precios. Hace falta más, por ejemplo configurar nuevos parámetros tributarios y laborales en línea con los que existen en otras partes del mundo para poder competir. Para el economista Jorge Vasconcelos del IERAL-Fundación Mediterránea, la Argentina podría pensar en volver a crecer al 4% anual con estas reformas.
En el Gobierno justifican estas modificaciones diciendo que hay cambios en la estructura económica del país que obedecen a factores globales y se abre un período que requerirá mayor integración con el mundo. Las reformas son, en la mirada del oficialismo, no lo que impulsará el crecimiento sino la puesta a punto que hace falta para competir en los próximos años. Días atrás, la economista Marina Dal Poggetto advirtió sobre uno de los peligros que el tejido industrial de nuestro país enfrentaría con este nivel de productividad.
La demanda del mundo por los bienes y servicios argentinos llegó para quedarse, como explicó el economista chileno Andrés Velasco la semana pasada en una exposición en Buenos Aires. Hay interés por los recursos estratégicos sudamericanos y la Argentina puede aprovechar ese momento. Pero despejada la incertidumbre de las elecciones, dice Velasco, la clave para Milei pasa por pensar políticas de mediano plazo como estas reformas más allá del daño que provoque algún nivel de apreciación cambiaria, dice Velasco.
“Además, -agrega ahora Vasconcelos-, del lado de las reformas no que hay considerar solo lo laboral y lo tributario sino también el régimen monetario-cambiario”.
Y en ese rincón se juega también el partido de 2026. Pese a que Milei, Caputo y Santiago Bausili ratificaron las bandas en estas semanas y “que no se sostendrá el peso artificialmente alto”, el mercado ‘se hace los rulos’.
The Economist: “Algunos ajustes habrá en 2026, sino antes”, respecto de lo cambiario.
Igual Fernando Marull: “No descartamos cambios en el primer trimestre de 2026”.
Para Vasconcelos un tipo de cambio flotante sería una parte más de las reformas estructurales que la Argentina necesita hacer “para superar los traumas de nuestro bimonetarismo que en cada turbulencia haya una demanda plus de dólares por temor a que las autoridades de turno vuelvan a imponer restricciones a la compra de dólares”. El dólar sigue cerca de los $ 1.500 y no da signos de ceder todavía.
En esa línea un informe de la Fundación Capital de este martes señala que en las próximas semanas el Gobierno enfrentará cuatro tests en materia cambiaria, monetaria y financiera. “Prevemos que serán aprobados aunque será relevante evaluar en detalle cada uno de los resultados”.
Las pruebas que menciona el documento son la formación neta de activos externos de octubre (en septiembre superaron los US$ 6.500 millones con compras de dólares por parte de los particulares por US$ 7.759 millones); la licitación de este miércoles de un título dólar linked por US$ 2.700 millones; el resto de la licitación (vencen en total unos $ 14,5 billones) y los vencimientos de futuros a fin de mes por US$ 2.000 millones. Cuánto renuevan los bancos y los no bancos será una variable a monitorear.
“Todo indica que, habida cuenta la fortaleza política derivada de las elecciones y la fortaleza externa explicada por el apoyo americano -sigue la Fundación Capital-, estos tests serán aprobados, consolidando así la muy buena coyuntura financiera”.
Incluso más para fin de año, cerca de Papá Noel, Marull dice que “en breve Caputo anunciará que consiguió deuda para pagar los US$ 4.200 millones de bonos de enero. Altas chances de un REPO con garantías, pero no descartamos más deuda en pesos (Bonte 2030) para cumplir con el aumento de reservas de U$S 9.000 millones para cumplir las metas con el FMI”.
El camino en los próximos meses podría no estar exento de turbulencias si como sostienen estos economistas y el mercado, hay alguna recalibración del modelo. “La inflación podría recalentarse”, admite The Economist en su panorama sobre Argentina 2026. “Pero podría impulsar el crecimiento y la inversión que facilitaría al Gobierno la acumulación de reservas. Todo esto podría darle más confianza al mercado para prestarle dinero a la Argentina, algo crucial para la sostenibilidad de su deuda en el largo plazo”. Y agrega que “el apoyo de EE.UU. seguirá, pero tendrá un rol menor”.
