La economía argentina entró sin dudas con Javier Milei en un proceso de cambios. El Presidente, según distintos empresarios, dijo que acomodaba la macro y que la micro la tenían que acomodar los hombres de negocios. La mayoría aplaudió. Venían reclamando reglas claras, baja de inflación, seguridad jurídica y libre mercado, entre otras cosas. La confianza para que eso ocurriera estaba depositada en el gobierno libertario.
A dos años de aquella esperanza empresaria se aplaude la baja de la inflación, la salida a los mercados de capitales que acaba de anunciar el ministro de Economía, Luis Caputo, y las programadas reformas impositivas y laborales prometidas por Milei. Sin embargo, hay algo que comenzó a cambiar aplausos por preocupación.
Los que ponen el grito en el cielo no son los mismos empresarios de siempre, ni las pymes que perdieron competitividad por el costo argentino. La Unión Industrial Argentina (UIA) viene marcando desde hace un tiempo una sangría mensual en los puestos laborales, producto del cierre de empresas o por el efecto de la importación. Pero tampoco es la UIA en este caso la que presenta el libro de quejas.
En la Argentina que le abrió las puertas a la competencia también se sienten afectados grandes empresas y grandes empresarios. El verdadero ‘cuco’ está lejos, pero muy cerca: China.
Hay dos ejemplos que vale la pena describir. A Mercado Libre, la empresa más grande de la Argentina y que en pocos años trasladó su liderazgo a la región, se le prendió una luz amarilla.
Las plataformas chinas Shein y Temu, que venden productos a bajo costo y con envíos gratis o muy económicos, le están provocando más de un dolor de cabeza a Marcos Galperin.
De hecho hace un mes el CEO de Mercado Libre, Juan Martín de la Serna, reclamó endurecer las regulaciones sobre las plataformas chinas, a las que acusó de competir en condiciones desiguales y afectar a las pymes locales. “El desembarco masivo de productos asiáticos baratos y de baja calidad amenaza a las pequeñas y medianas empresas que representan el 90% de las ventas dentro de Mercado Libre”, dijo De la Serna. Las pymes argentinas nunca imaginaron semejante respaldo de la empresa creada por Galperin.
Las importaciones de bienes de consumo alcanzaron en octubre los US$ 1.194 millones, un crecimiento del 48,8% interanual y su máximo valor histórico.
Se trata del ingreso de más de 4.000 tipos de productos terminados para su consumo, muchos de los cuales se fabrican a nivel local, pero que ahora llegan principalmente de China.
En una nota que publicó este diario, el periodista Juan Manuel Barca describe que el listado oficial de importaciones incluye artículos como carne, jamón, trucha, leche, queso, verduras, frutas, pan, bebidas, vinos, productos de higiene, bazar, utensilios, termos, prendas de vestir, calzado, electrodomésticos e instrumentos musicales.
También se importan cigarrillos, pelucas, relojes, paraguas, estufas, bolígrafos, libros y revistas, alfombras, muebles, juguetes, equipos de transporte no industriales, medicamentos, cámaras de fotos, barcos y aviones, entre otros tantos.
Según los datos oficiales, las importaciones sumaron US$ 64.600 millones en los 10 primeros meses del año y las de bienes finales representaron US$ 9.500 millones, no tan lejos de los casi US$ 13.000 millones que se importan de bienes de capital.
Pero hay otro ejemplo de lo que sucede con el avance chino.
El holding Techint, liderado por Paolo Rocca, no está muy contento con algo que está pasando en el sur argentino.
En un reciente posteo en redes sociales, el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, describió que el puerto de San Antonio Este (SAE) recibió 10.000 toneladas de caños que van a impulsar el proyecto de Gas Natural Licuado (GNL) para el ducto que construye la empresa Southern Energy SA (SESA).
“Cada avance confirma algo importante: Río Negro es clave en el futuro energético argentino, con un Estado activo que acompaña inversiones estratégicas y genera oportunidades para nuestra gente”, dijo Weretilneck.
Los tubos llegaron en el barco Billion Star, de 175,53 metros de eslora y 29,4 metros de manga. Arribó con unas 2.265 unidades de caños de acero de distintos diámetros, que conforman el primer cargamento crítico para la construcción del gasoducto dedicado al proyecto. Los caños no los fabricó Techint, son chinos.
Southern Energy SA (SESA) es una compañía integrada por un consorcio de cinco grandes jugadores del sector energético: Pan American Energy (PAE) con el 30% de participación, YPF con el 25%, Pampa Energía con el 20%, Harbour Energy con el 15% y Golar LNG con el 10%.
La explicación parece simple de parte de los compradores. Los tubos chinos son más baratos que los fabricados en la Argentina.
Como se ve, la preocupación por China no es solo de Donald Trump o de las pymes que necesitan un dólar alto para competir.
