Estaba escrito que el Torneo Clausura 2025 -como así sucedió con el Apertura en el primer semestre del año-, dos títulos de liga en los que insólitamente no se enfrentan todos contra todos, curiosidades del no trates de entenderla que reina en el fútbol argentino, iba a consagrar a un equipo irregular como Estudiantes de La Plata pero que en los mata-mata se hace más fuerte que cualquiera. Como Platense hace un semestre, el Pincha finalizó octavo en su grupo, entró por la ventana a los playoffs dependiendo de resultados ajenos y es el nuevo campeón del fútbol argentino. Corrió de atrás frente a Racing y se terminó consagrando por penales.
En medio de la disputa entre Juan Sebastián Verón y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), justamente en Santiago del Estero -donde Pablo Toviggino, secuaz de Claudio Tapia, forjó su poder- y con la Brujita sentado en una de las butacas de la platea Sur Oeste del estadio Madre de Ciudades, Estudiantes se alzó con su cuarto título en los últimos tres años y reafirma su enorme capacidad para afrontar los duelos de eliminación directa. Se suman al Clausura 2025 la Copa Argentina 2023 y la Copa de la Liga y Trofeo de Campeones 2024, todos bajo la conducción de Eduardo Domínguez, cada vez más mimetizado con los hinchas y con la ideología del conjunto platense. Tapia debió entregarle el trofeo a los jugadores que desobedecieron su orden e hicieron el pasillo a Rosario Central de espaldas, como para agregarle más morbo a la definición.
Nunca se dejó amedrentar el Pincha por el poderío de Racing, el mejor equipo del año en el fútbol argentino, aunque quizás esa sentencia tenga ahora que someterse a un análisis más profundo, y también uno de los mejores de Sudamérica. Se plantó de igual a igual frente a la Academia de Gustavo Costas, otro equipo de autor, y logró incomodarlo. Tuvo poco tiempo para resolver Juan Ignacio Nardoni en la mitad de la cancha, le costó a Agustín Almendra hacer prevalecer el juego que lo destacó durante toda la temporada y Adrián Martínez, autor de una maravilla para el 1-0 que parecía definitorio, estuvo aislado durante el primer tiempo.
Sabían los dirigidos por Domínguez, el entrenador que más tiempo lleva en su cargo en la Liga Profesional, que iban a tener que batallar para neutralizar la jerarquía que Racing también tiene en Santiago Sosa, aunque fuera a resignar en ofensiva. Así es que por momentos se lo vio a Edwuin Cetré como un carrilero corriendo para marcar la subida en tándem de Facundo Mura con Santiago Solari.

Lo más peligroso de Racing estuvo por la banda izquierda. El colombiano Duván Vergara, muchas veces criticado por los fanáticos racinguistas, tuvo en la noche santiagueña y especialmente durante el primer tiempo, un gran partido. Utilizó muchas veces a Gabriel Rojas como elemento de distracción y también se combinó de buena manera con el lateral izquierdo, siempre complicando la tarea defensiva de Román Gómez, quien sufrió y mucho durante esos primeros 45 minutos.
Hubo en el primer cuarto de hora tres ocasiones de riesgo que partieron de los pies de Vergara. Primero, recibió en posición central un pase de Agustín García Basso, gambeteó a Gómez y a Ezequiel Piovi y le dejó la pelota a Nardoni, quien pateó de media distancia por arriba del travesaño. Luego encaró de la derecha al centro y no logró complicar a Fernando Muslera con su remate. Y en la acción posterior le quitó la pelota cerca del área a Santiago Núñez, quien se quedó reclamando infracción, y su disparo salió desviado.
Paradójicamente, en ese momento no era Gustavo Costas el más inquieto de los dos entrenadores en el borde del corralito, sino Eduardo Domínguez. Igualmente, su equipo dio lucha, se acomodó y logró exigir a Facundo Cambeses durante de toda la noche. Pero el que parecía siempre estar más cerca del gol era Racing. Y ese gol llegó en el tramo final del complemento con una genialidad de Maravilla Martínez. Con Estudiantes volcado en ataque, se lanzó en velocidad para buscar en campo rival un pelotazo largo, aprovechó un mal despeje de Leandro González Pirez, le ganó en el mano a mano a Santiago Núñez, sólo contra el mundo, gambeteó dentro del área, se fabricó el espacio y definió con clase europea. Era el gol (golazo) de la clasificación.
Sin embargo, Guido Carrillo se elevó más alto que todos en el segundo minuto de adición del complemento, justo cuando el golazo de Maravilla Martínez para el 1-0 parecía definitorio y en las tribunas teñidas de celeste y blanco se preparaba el «dale campeón». Hubo ovación para Carrillo en los festejos.
En el alargue pudo pasar cualquier cosa. Se lució Muslera, salvador, pero también tuvo lo suyo Cambeses. Y también debió correr de atrás Estudiantes en los penales cuando Cetré malogró su disparo. Pero la historia estaba escrita y era Pincharrata. Volvió a aparecer Muslera y Estudiantes fue campeón. Contra viento y marea.
