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Cuadernos de las Coimas: empresarios denunciaron que los amenazaban para que paguen

“Me hacía esperar entre 45 minutos y una hora; después me hacía pasar a su oficina […] y me decía: ‘Vos sabés lo que tenés que hacer’, ‘te voy a hacer cagar’, ‘te voy a hacer fundir’, ‘me voy a quedar con tu empresa, voy a ir por vos y por tu familia’”.

El relato pertenece a Patricio Gerbi, uno de los empresarios arrepentidos. Fue leído este martes, en una nueva audiencia del juicio por los Cuadernos de las Coimas, en la que, como parte de las declaraciones de los imputados colaboradores en la causa conocida como “La Camarita”, se expusieron más detalles de los pagos y las amenazas que habrían recibido los ejecutivos para realizarlos.

El empresario Gerbi le atribuye esos dichos a Claudio Uberti, un exfuncionario del kirchnerismo que fue desplazado cuando estalló el caso de la valija de Antonini Wilson. Uberti habría sido una de las puntas de lanza en el presunto esquema de extorsión y recaudación ilegal. “Su trato era violento, humillante, maltratador y soberbio. La presión que viví era emocionalmente destructiva”, dijo Gerbi sobre él.

Pero otros arrepentidos, como el empresario Benito Roggio, ampliaron el círculo, señalando a Julio De Vido, Roberto Baratta o José López como “los ejecutores del apriete”.

La declaración de Gerbi, como la de otros de sus colegas, retrata a los empresarios como víctimas de un sistema de extorsión que incluía, además de amenazas explícitas, multas a las compañías que conducían y demoras en los pagos de las concesiones ya adjudicadas.

Finalmente, dijo Gerbi, él y otros de su empresa accedieron a realizar los pagos. “Las entregas eran tres entregas por año aproximadamente; eran en pesos y equivalentes a aproximadamente entre 15.000, 20.000 o 25.000 dólares cada una de ellas; pero Uberti nunca estaba satisfecho, continuaba amenazándonos”, describió.

Los aprietes, sin embargo, no solo provenían de los funcionarios del kirchnerismo. Según describió Gerbi en su declaración, en el marco de una reunión celebrada en Vialidad Nacional, de la que formaron parte varias personas, una de ellas -a quien en ese momento no conocía- le espetó: “Bajate de esta licitación porque esto no es para vos”.

Se trataba de Fabián de Sousa, pero Gerbi no lo sabía, por lo que le preguntó quién era. “Yo soy el que va a hacer que te dejen de pagar, que te revisen todos los contratos y que te quiebren la empresa”, dijo que le contestó el empresario ligado al kirchnerismo.

Al testimonio de Gerbi lo siguió el del fallecido José Chediack. “Si querés seguir trabajando, tenés que pagar”, sostuvo que le dijo Julio De Vido en la primera reunión que mantuvo con él, en el departamento que el exministro tiene sobre la avenida Libertador.

“Realmente me sentí amedrentado con esta situación; nunca me había pasado algo similar. Yo atiné a explicarle que veníamos de una crisis, la de 2001, pero me trató de llorón; me dijo que teníamos que entender que eso era así. Entendí el mensaje muy claramente y, al tiempo, empecé a llevarle algunas cantidades de dinero a su casa”, dijo, según las actas leídas en la audiencia.

En su declaración, Chediack describió que durante un tiempo realizó entregas mensuales, en pesos, la mayoría de ellas en el living de la casa de De Vido, al lado de unos árboles “bonsái”, aunque en ocasiones también dejaba el dinero en un baño del Ministerio de Planificación. En 2004, sin embargo, el sistema cambió, dijo. Fue luego de una reunión celebrada en la Cámara Argentina de Empresas Viales, sobre la calle Piedras.

“[Ernesto] Clarens se presentó como el financista de los Kirchner y dio instrucciones muy precisas. Nos dijo: ‘Si quieren trabajar, van a tener que pagar. Acá se es amigo o se es enemigo; no hay estados neutros. Me van a tener que pagar a mí’”.

Chediack añadió que el financista Clarens repartió tarjetas con la dirección de una oficina ubicada en pleno microcentro porteño, sobre el pasaje Carabelas. “Ustedes me llaman y me traen la plata acá”, les dijo.

Como Chediack no se presentaba, dijo que las amenazas en su contra se agravaron. “Escuchame, nene, te quiero el lunes con los 250.000 pesos, no seas el chivo expiatorio, no seas el primer pelotudo que hacemos cagar”, le habría dicho Clarens.

“A Clarens le pagué entre tres a cinco veces por año. El último pago debe haber sido a principios del año 2015″, contó el empresario. Chediack falleció el 18 de septiembre de 2023, luego de sufrir un accidente aéreo en la provincia de San Luis, y no forma parte del juicio oral.

Culminados los acuerdos de los “imputados colaboradores”, tuvo lugar la acusación del fiscal Carlos Stornelli y su valoración de la prueba. Además de la jefatura de la asociación ilícita, Stornelli le achaca a Cristina Kirchner un total de 175 hechos de cohecho pasivo. “Cristina Elisabet Fernández impartió directivas con el objeto de crear un mecanismo de recaudación de dinero ilícito en ese rubro”, dijo.

Para el fiscal, el empresario Carlos Wagner diagramó y puso en marcha el mecanismo de recaudación (en el ámbito de la Cámara Argentina de Empresas Viales, “la Camarita”, de donde toma su nombre el expediente); el financista Clarens, un “nexo inquebrantable” del sistema, administró y gestionó el dinero colectado; y De Vido intervino con regularidad en la operatoria para garantizar el flujo de esos pagos.

Fue Clarens quien, en este tramo de la causa, ofreció en su declaración una dimensión tentativa de lo recaudado. “Indicó en una de las audiencias que el dinero que circuló en ese circuito podría haber ascendido a los treinta millones de dólares (US$30.000.000)”, marcó el fiscal.

La lectura del requerimiento de elevación continuará el jueves, de forma virtual, con la undécima audiencia del juicio.