Entre los estudiantes hay una demanda clara de carreras más cortas. Y el mercado laboral también exige que la oferta académica se adapte a los nuevos desafíos tecnológicos y sociales, que requieren profesionales más especializados y en menos tiempo.
Clarín consultó a la Universidad de Buenos Aires (UBA) y a las principales facultades privadas para que entre tanta transformación identifiquen las que hoy parecen ser las carreras del futuro.
“Lo que se ha visto es una rápida adaptación de las universidades a los nuevos desarrollos tecnológicos, que van de la mano de los cambios en la demanda laboral”, dice a Clarín Marcelo Rabossi, doctor en Educación e investigador de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
El mapa de preferencias del qué estudiar, igualmente, dice, muestra matices.
Rabossi remarca que medicina, derecho y psicología siguen entre las más elegidas, aunque con una caída en los últimos años, especialmente en las ganas de ser médicos. En paralelo, algunas ingenierías, sobre todo informática y ciencia de datos, empezaron a ganar terreno. Y dentro del campo de la salud, aparece un fenómeno contundente: “Hay un gran interés por la carrera de enfermería”, señala.
El giro demográfico ayuda a comprender ese movimiento. Con una expectativa de vida que hoy es de 78 años, la necesidad de más profesionales de la salud crece y empuja la elección también de especializaciones en geriatría, «que se está expandiendo en volumen de estudiantes y potencial laboral».
El ese marco de la salud, este año la UBA lanzó títulos intermedios de sus carreras de grado que se completan en sólo tres años de cursada: Técnico Radiólogo, Técnico Universitario en Anestesia, Tecnicatura Universitaria en Hemoterapia e Inmunohematología, Tecnicatura Universitaria en Instrumentación Quirúrgica, Tecnicatura Universitaria en Prácticas Cardiológicas y Podólogo Universitario.
El panorama general, coinciden los especialistas, muestra un camino claro: más carreras STEM (centradas en Ciencia, Ingeniería y Matemática), más salud, y más tecnología aplicada a todas las disciplinas.
Nuevas especialidades aparecen en áreas donde la transformación en sí ya es acelerada.
Ingeniería en sistemas e Inteligencia Artificial (IA), licenciaturas en ciencia de datos, finanzas digitales y carreras vinculadas a la transición energética son parte de ese nuevo horizonte.
“La transición energética a partir de un mejor aprovechamiento de la energía solar y eólica demandará especialistas en este campo, y las carreras de ingeniería se adaptan, atrayendo más estudiantes”, indica el especialista. De hecho, en la UTDT es nueva la carrera de Ingeniería Industrial y se promociona en su web por su enseñanza en «producción y sustentabilidad».
Hay una oferta consolidada: más interés por la ciencia de datos y las ciencias de la salud, en detrimento de las sociales y humanas.
En la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) ese viraje fue explícito. Federico Iñíguez, vicerrector y decano de la Facultad de Ciencias Económicas, detalla a Clarín que una de las carreras del futuro es Licenciatura en Deportes Electrónicos, lanzada en marzo de 2024.
En una industria que mueve cerca de 80 mil millones de dólares y que podría superar los 93 mil millones en 2027, la carrera en esa universidad arrancó con 50 alumnos y ya roza los 130. Forman perfiles capaces de gestionar equipos profesionales, producir torneos, desarrollar transmisiones, crear estrategias de marketing y representar a gamers, streamers y casters.
Iñíguez describe que los estudiantes realizan prácticas en gaming centers y participan de actividades con actores centrales del ecosistema de los videojuegos, como FiReSPORTS, 9z, KRÜ y Leviatán. El objetivo es que salgan preparados para insertarse en un mercado global que se complejiza, crece y demanda profesionalización.
Otra selección de UADE para esta nota es la Licenciatura en Finanzas Digitales, que tendrá su primer cohorte en 2026.
“Busca formar profesionales con conocimiento en finanzas tradicionales y a la vez en tecnologías emergentes como blockchain, criptomonedas, fintech y programación aplicada a IA”, señala Iñíguez.
Argentina, explica, tiene grandes desafíos de educación financiera y muy pocas formaciones que combinen estos saberes. ¿Qué saben hacer quienes egresan de esta carrera? Liderar procesos de digitalización en bancos, fintech, y consultoras, pero con competencias en ciberseguridad, inclusión financiera y operación de un sistema monetario que ya no es solo físico.
Pero la gran propuesta, de nuevo, es la Licenciatura en Inteligencia Artificial y Ciencia de Datos, diseñada para responder a la demanda creciente de talento técnico.
“Las empresas no logran cubrir posiciones en IA, big data, automatización inteligente o machine learning aplicado”, advierte el vicerrector. La carrera tuvo que abrir tres turnos por la cantidad de inscriptos y está pensada desde un paradigma distinto: modularidad, actualizaciones rápidas y un título intermedio a los dos años y medio para acelerar la inserción laboral.
El plan incorpora matemática, programación profesional y contenidos que antes eran optativos y hoy son centrales: modelos de lenguaje, visión artificial, IA generativa, robótica y automatización.
Desde el inicio, los alumnos ingresan a un mundo laboral donde pueden trabajar como analistas de datos o desarrolladores junior. El objetivo final es formar científicos de datos, especialistas en machine learning o consultores en automatización con impacto en industrias como salud, energía, logística, educación o sector público.
En la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), el foco sigue puesto en consolidar la formación de ingenieros.
Uno de los datos más firmes es que Ingeniería en Sistemas de Información sigue siendo la más elegida, con un interés estable que se replica en Industrial y Mecánica.
Vanina Bottini, secretaria académica de esa universidad, explica que la institución viene implementando planes basados en un equilibrio entre teoría y práctica y una fuerte orientación al “saber hacer”, «con contenidos actualizados desde las propias cátedras según las necesidades del sector productivo».
«Las profesiones más demandadas son: especialistas en ciberseguridad, desarrolladores e ingenieros en inteligencia artificial, profesionales de la salud, en especial enfermería avanzada; y perfiles digitales de alta complejidad», coincide Emilio López Gabeiras, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral.
El decano agrega que «eso seguirá creciendo», pero contrapone que «no se puede ignorar que la vida útil del conocimiento técnico es cada vez más corta». Lo que hoy es una habilidad crítica, dice, en un par de años puede quedar obsoleto. Por eso, considera más relevante cómo cambia el futuro del trabajo.
«Lo decisivo no es el título, sino el tipo de profesional. Necesitamos recuperar la figura del generalista moderno, casi un hombre o mujer del Renacimiento: alguien con base sólida en ciencia y tecnología, pero también en comunicación, criterio ético, pensamiento crítico y comprensión del comportamiento humano», sigue López Gabeiras.
Aún así, si tuviese que agruparlo en tres grandes familias de carreras el futuro, primero menciona a ingeniería y tecnología, «por ser el motor de casi toda innovación»; después, a salud y cuidado de personas, «especialmente enfermería, por razones demográficas y de infraestructura»; y en último lugar, emprendimiento e innovación, «no sólo como creación de startups, sino como capacidad transversal de identificar oportunidades, integrar conocimientos y llevar ideas a la práctica en cualquier sector».
