No siempre hay que recurrir a Maquiavelo para referir al valor de la buena fortuna en la vida. Sobre todo, si se desarrolla en un espacio público. La oferta es profusa: el poeta inglés John Milton definió a la suerte, por ejemplo, como “la ayuda de la casualidad”. Un conocido músico la describió como “la sonrisa del destino”. Javier Milei podría identificarse, en estas circunstancias, con cualquiera de aquellos postulados.
Después de la resonante victoria de octubre, el Presidente tuvo una colaboración adicional. El 6 de noviembre comenzó el juicio por los cuadernos de las coimas con revelaciones escandalosas de corrupción. Con Cristina Fernández en el centro de la escena. Semejante trama pareció comenzar a empequeñecer los problemas sobre falta de transparencia que el Gobierno arrastra desde el verano anterior. La estafa con el caso de la criptomoneda; las presuntas coimas pagadas por la compra de medicamentos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS); el bochorno del ex candidato libertario en Buenos Aires, José Luis Espert, ligado al parecer a un empresario (Fred Machado) con una causa judicial por lavado de dinero y narco en Estados Unidos.
Milei parece tocado de nuevo por una varita luego de haber aprobado el Presupuesto en el Congreso cuyos efectos políticos en los mercados aún no son posibles de ser mensurados. El caso de Claudio “Chiqui” Tapia y sus oscuridades en la AFA viene de antes. Pero en los últimos días las sonoras generalidades están dejando paso a cuestiones concretas. El juez en lo penal Económico Diego Amarante ordenó levantar el secreto fiscal y bursátil del mandamás del fútbol y de su sombría mano derecha, Pablo Toviggino. Cayeron otros, como el presidente de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina.
Toda aquella compaginación favorece de manera objetiva al Presidente. En los escándalos no solo aflora la ex presidenta. El fútbol destapa las influencias solapadas de Sergio Massa, líder del Frente Renovador, ex ministro de Economía de Alberto Fernández. Su amigo Javier Faroni, ex diputado y empresario teatral, fue impedido de viajar a Uruguay y le allanaron su casa. Incomoda por razones políticas antes que otra cosa a Axel Kicillof, el gobernador de Buenos Aires. El funcionario dio cobijo legal en Ezeiza a la AFA, que mudó su histórica sede de CABA en calle Viamonte. Sucedió ni bien estalló la primera bomba del emperador: el título de campeón concedido en una oficina a Rosario Central. A espaldas de todo el mundo. Ese mismo día se inauguró su calvario. Potenciado por repetición de errores propios difíciles de entender en un conductor de un deporte-negocio como el fútbol.
La medida del juez Amarante fue la primera que impactó de modo directo en Tapia que hasta el momento venía merodeado por cuentas en sociedades off shore, desvío de fondos, mansiones, colecciones de autos de lujo y otras yerbas que enfilaban directamente solo contra Toviggino.
La comodidad de Milei, a lo mejor, podría verse afectada según sean las derivaciones de la investigación que la Justicia realiza sobre el fútbol. El entramado es de tal complejidad, con los clubes locales (todos), algunos en el exterior, sociedades que triangulan futbolistas de un país a otro, que cualquier liebre estaría en condiciones de saltar. Los jugadores de élite suelen tener infinidad de inversiones que muchísimas veces regentean terceros. Incluso los conocidos representantes. Aquellos juegan al fútbol y reciben beneficios cuyo origen, ocurre con frecuencia, suelen desconocer.
Un gran entrenador de clubes y selecciones, aún en actividad, hizo una vez delante de este periodista una radiografía cruda. “Los jugadores de élite, los que están en selecciones importantes, reparten su papel de futbolistas y empresarios. No resulta sencillo manejar esos grupos”, señaló.
He allí uno de los inconvenientes potenciales para el líder libertario. ¿Será igual la aquiescencia popular que tiene cada embestida contra Tapia que si de pronto aparece rozado algún crack? Ese constituye el gran peligro de una investigación que nadie conoce con certeza hasta qué punto fiscaliza la Casa Rosada. Más allá del rédito público que representa la situación.
El proceso no ocurre además en cualquier momento. El próximo año, despuntado en el horizonte, se jugará el Mundial de Fútbol en Estados Unidos, México y Canadá . Exhibe dos símbolos, uno político y otro deportivo. La sede principal será la nación de Donald Trump, el aliado crucial de Milei. Ocurrirá también la despedida del ahora mejor jugador del mundo, Lionel Messi.
En el medio figura la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) que recela siempre de las posibles intervenciones de los gobiernos en las entidades del fútbol. Ha llegado a desafiliar selecciones en vísperas de competencias internacionales. Difícil que ocurra con la Argentina por tres motivos. Nadie conoce hasta que estación llegará la mano de la Justicia. Nuestro país es el campeón mundial. La estrella excluyente del certamen es a priori Messi.
Como el Gobierno parece ignorar la dimensión de las investigaciones ha empezado a tomar ciertos recaudos con el objeto de ordenar la casa propia. El Jefe de Gabinete, Manuel Adorni, comunicó que se cierra la ANDIS. Se creará una agencia específica que pasará a depender del Ministerio de Salud que conduce Mario Lugones. En ese ambiente se hicieron famosos los audios de Diego Spagnuolo, ex titular de la agencia, en los cuales se escuchaba que Karina Milei recibía presuntas coimas por la compra de medicamentos.
El juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi llevan adelante una investigación que no superó todavía las líneas intermedias del poder. Nada toca a la hermana de Milei. Aunque su nombre ya se utiliza como una alegoría. Ornella Calvete, ex funcionaria del ministerio de Economía, involucrada en el escándalo, amagaba en sus chats con interlocutores desconocidos sobre “karinear” la plata.
El cierre de la ANDIS tiene a simple vista un carácter preventivo. Un intento de borrar pistas, a juicio de la oposición. También poseería un nexo con la historia principal. Los audios de Spagnuolo fueron divulgados en su tiempo en un streaming cuya propiedad se adjudica a Toviggino, el escudo de Tapia. La clásica maraña argentina./Clarín
