El objetivo de muchas personas es armar sus valijas y abandonar las exigencias de la rutina diaria. Si bien algunos sencillamente lo imaginan, otros se ponen manos a la obra y lo concretan. Este es el caso de Ramiro Cristófaro, quien emprendió un objetivo desde hace varios años: viajar y conocer todos los países del mundo. En la actualidad, ya lleva recorridos 132 y muestra todos los detalles en su blog de viajes Rama por el mundo. “Aprendí a valorar lo que tengo y a no siempre querer más”, relató.
“Empecé con este estilo de vida a los 9 años y todo fue gracias a mi familia”, fue la primera frase con la que el influencer, de 30 años, definió el momento en el que se percató que iba a dedicarse a recorrer cada sitio que le surja en la cabeza, sin fronteras y con muchas expectativas. A partir de esa edad, tuvo la oportunidad de conocer parte de Europa y México. Tras estas experiencias positivas, y a medida que pasaba el tiempo, el anhelo por los viajes creció. “Desde que terminé el colegio todo se puso más intenso, interrumpí mis carreras por unos 6 meses para ir a trabajar a Nueva Zelanda y en vacaciones de verano hice un work and travel a un hotel en Estados Unidos”, explicó.
Si bien sus ganas de comprar un pasaje y recorrer el mundo estaban muy latentes, tenía claro que primero tenía debía terminar sus estudios, esos por los que tanto se esforzó. En 2015 se recibió en la carrera de Administración de Empresas en la UBA y realizó la Licenciatura en Turismo en la Universidad de Palermo. “Le metí bastantes pilas para hacer las dos carreras en simultáneo y cuando las terminé me fui a trabajar a Australia durante 1 año y medio”, contó.
Ya instalado en el país ubicado en Oceanía, comenzó a ahorrar con el férreo objetivo de conocer otros atractivos turísticos: “Ganaba 5000 australianos por mes y trabajaba 70 por semana. Con lo que junté en mi trabajo de cocinero viajé por las islas del pacífico como Fiji Samoa y Vanuatu, por los países nórdicos de Europa y los Balcanes, por Egipto, Israel, Palestina y Jordania, y por la península arábiga (Qatar, Bahrein, Omán )”. Luego de aquella oportunidad, se trasladó a Nueva Zelanda y, a su vez conoció muchos lugares del sudeste asiático: Singapur, Tailandia, Malasia, Camboya y Vietnam.
Su estilo de vida y el contexto político, social y económico de la Argentina
En los últimos años, fueron muchos los jóvenes que dejaron el país y apostaron por una nueva vida en el exterior: están aquellos que lo hacen por el objetivo de vivir nuevas experiencias y, en la vereda contraria, los que se van por la crisis económica.
Ramiro se ubica en el primer grupo, aunque reconoce que el aspecto económico del país influye en muchos a la hora de plantearse una nueva vida. “Esto es una de las razones por la que mucha gente que tiene estudios académicos se va. Es difícil vivir con tanta incertidumbre, sabiendo que todo cambia de un día para el otro”, remarcó en relación con los diversos testimonios que leyó en el último tiempo sobre los que decidieron emigrar: desesperación, temores y un gran desconcierto por el futuro son algunos de los ítems recurrentes. Sin embargo, él se desliga de todo eso y admite que la finalidad de viajar por el mundo se dio por su propio interés.
No obstante, en algunos de sus viajes descubrió la realidad actual. “En mi caso, yo ganaba cuatro veces más de cocinero en Australia que con dos títulos en la Argentina. Y así un montón de gente que conozco. Creo que muchos entran en una nebulosa y generalmente la escapatoria está en otros países”, sostuvo.
Respecto a las razones por las que las personas deciden instalarse en otro lado, resaltó dos: la inseguridad y la pérdida del poder adquisitivo. No obstante, aseguró que el irse al exterior tiene dos caras y hay algo que no se encuentra en ningún espacio: la actitud de los argentinos y su cultura. “La gente es buena, turísticamente el país está bien posicionado y la comida es excelente”, subrayó.
La vida de los expatriados en los lugares que visitó
En los pueblos, ciudades, parajes y campos que recorrió, Cristófaro se encontró con otros argentinos con quienes habló sobre sus vivencias y experiencias. “Me encuentro un montón que trabajan como delivery o en bares. Creo que la vida del que se va del país no es tan fácil como se pinta, a largo plazo tiene cosas buenas, pero en el corto es difícil. Mucha gente que se va, el primer tiempo lo sufre. Por eso le digo al que quiere emprender este camino que no tiene que esperar ese momento, tampoco hay que tener todo tan planeado, hay que mandarse y estar activo. Hay mil cosas para hacer, las oportunidades son muchas. Si queremos tener todo controlado es imposible, pero eso no debería ser algo que nos condicione, hay que ir para adelante y todo lo que se puede averiguar de antemano ayuda mucho. Obviamente, está lo negativo: uno extraña a los amigos, a la familia, es una montaña rusa de sentimientos”.
En cuanto a los atractivos turísticos que más le llamaron la atención, enumeró: “En una oportunidad hice una campaña desde Cataratas del Iguazú a Cataratas del Niágara y allí recorrí todo América, incluidas todas las islas del Caribe. Solo me faltó Venezuela que era mi última parada y me cancelaron los vuelos, además me quedé sin plata. También fui a Ucrania y Moldavia justo antes de la guerra. En 2021 hice por tierra desde Kenia a Sudáfrica y descubrí algunas playas, recorrí desiertos, dormí en carpa, visité comunidades en Eswatini y realicé muchos safaris en Botswana. También hice Túnez y Argelia por separado y ahora estoy en Mauritania para hacer una expedición por tierra desde Senegal a Costa de Marfil. Tengo planeado pasar por Gambia, Guinea, Sierra Leona, Liberia y demás)”.
Por otro lado, remarcó que, pese a ser extranjero y encontrarse en un sitio completamente desconocido, la hospitalidad se vio reflejada en varios de los países.
En cuanto a la desigualdad social, también experimentó situaciones que lo marcaron. “En África aprendés que la gran mayoría del mundo vive en condiciones de precariedad máxima. Kenia es hacinamiento puro y gran parte del país vive así. Te baja a la realidad muy rápido. Cada lugar es muy diferente a lo liberal o conservador, en muchos otros las mujeres llevan el velo y ni siquiera pueden manejar. Para los que no venimos de ese mundo te choca bastante eso”.
Su estilo de vida y todo lo que aprendió
Si bien hay cientos de cuestiones a tener en cuenta, Ramiro adquirió conocimientos por sus propios medios. “En los viajes aprendí a tener paciencia, a respetar a otra gente que tiene otras costumbres y otras tradiciones. También te abre la cabeza a mirar las cosas desde otro punto de vista, entender lo loco que es el mundo y más allá de las condiciones en las que cada uno vive, la gran mayoría del mundo es muy buena gente y eso es muy lindo”, reflexionó. En cuanto a lo social y a las dificultades que atravesó por no saber algunos idiomas, admitió que el diálogo lo logra con fuerza de voluntad. “Entender culturas, religiones, probar comidas inimaginables es una tremenda adicción”, sostuvo.
En la actualidad, trabaja de manera remota en una plataforma online de guías de turismo. Al mismo tiempo, descubre de a poco los países que le restan conocer -hay 194 países soberanos reconocidos por la ONU- y comparte todo su contenido en su Instagram @ramacristofaro, en el blog de viajes y en su canal de YouTube.
“De los viajes, aprendí a valorar lo que tengo y a no siempre querer más. El mirar al futuro te genera ansiedad y hace que no disfrutes el presente. Yo trato de vivir cada día lo más afín posible a lo que a mí me gusta. Capaz que por pensar tanto en el hoy el mañana se me complica, pero asumo eso”, concluyó.