Miguelina Fredes Sarasola vive en la localidad de Campana, frente a un parque, a pocos metros de un local de comidas rápidas, lejos del centro de la ciudad. Desde la ventana de su casa se observa a un grupo de jóvenes entrenando. Los autos pasan de vez en cuando. El silencio se adueña de aquella escena cotidiana.
La maestra de 28 años se volvió noticia hace algunas semanas luego de publicar un video con el que buscaba aplicar para el casting de Gran Hermano. Tras ello, un grupo de padres le exigió la renuncia a su cargo escolar luego de constatar que también vendía contenido erótico en las redes.
“Yo dejo de dar clases porque me sentí muy presionada. Tuve problemas en dos escuelas de Campana. En una de ellas hace tres años. Fui muy hostigada, muy perseguida por las mamás que no me querían en ese momento”, detalló.
Miguelina explicó: “No se fijaban en la parte pedagógica, en cómo era yo, si trataba bien a los chicos, si los quería. No les gustaba que yo saliera a bailar, que fuese pintada a dar clases”.
Este medio dio a conocer su situación el 20 de julio. Fue cuando Lautaro Ríos, papá de una de las alumnas que ella tenía Escuela Normal N°30, denunció junto a otros padres -ante las autoridades escolares- que Miguelina vendía contenido erótico y se postulaba para ingresar a Gran Hermano mientras gozaba de una licencia por salud.
“Eso me empezó a generar una serie de ataques de pánicos y tuve que dejar. El cargo que yo tenía era el único ingreso con el que contaba para subsistir. Para mantener a todos a mis dos hijos, mantener mi casa”, sostuvo la docente.
“Que haga lo que quiera con su vida privada, pero si trasciende y ella la hace pública pasa a ser incompatible con la docencia. Mi hija de 8 la vio el primer día de clases y cuando volvió. En total estuvo una semana. Pero en las redes publica todos los días”, dijo Ríos en aquel entonces.
La maestra, nacida en Basavilbaso, provincia de Entre Ríos, relató que debió dejar uno de los dos cargos escolares y pasar a cobrar el sueldo de uno: $50 mil por mes. “No llegaba a fin de mes”, dijo.
Miguelina remarcó que su decisión de volcarse al mundo del contenido erótico fue meramente “por necesidad”. Ocurrió por la frustración de perder los haberes del anterior colegio y al darse cuenta de que no iba a poder solventar sus gastos mensuales: “Pagaba $45 mil de alquiler”.
“Cuando yo comienzo a vender el contenido, de golpe había juntado $70 mil en tres días. En ese momento me sentí triste, no podía entender que me pagaran tan poco como docente”, sostuvo.
“Y bueno, eso me incentivó a seguir sacándome fotos y videos. Hasta que se hizo viral. Pero lo voy a seguir haciendo igual, porque sí, porque por más que no lo consideren bueno yo lo necesito”, agregó.
Miguelina tiene dos hijos -Lorenzo (11) y Lío (4)- y reveló que la filtración de unas fotos que uno de los papás compró fue el detonante de la situación: “Ahí se terminó de pudrir”.
“Yo era una persona que se sacaba fotos subidas de tono, porque me gustaba. Pero decidí que en vez de subirlas gratis las quería empezar a vender. Y eso eso me generó mucho más”, indicó.
“No sabía cómo empezar. Lo más común era una plataforma de adultos, y a las dos semanas se hizo viral. Resulta que uno de los papás compró el contenido y se lo pasó a su grupo de amigos y del trabajo. Digamos que me ‘quemó’ de alguna manera”, dijo Miguelina.
“A partir de ahí se generó otro lío. La mamá super enojada llegó a la escuela a meter presión, a divulgar todo esto”, precisó.
Antes de dejar de clases, la licenciada en Educación (estudió en la Universidad Siglo XXI) tenía 35 alumnos a la mañana y 35 alumnos a la tarde. “Mucha presión para mí. Lo estudié, me quedo con lo más lindo, con las mejores experiencias, porque no es fácil rendir 12 materias por año. He dado más de 50 finales, y si desaprobé uno es mucho. Pero no voy a volver a trabajar con chicos”, manifestó.
“Los adultos saben lo que tienen que hacer. Los niños son un amor, pero están los padres detrás y cuestionan todo”, continuó Miguelina, que tomará cursos de actuación en la Ciudad de Buenos Aires con el objetivo de dedicarse a eso.
La maestra también explicó que el contenido que comercializa “tiene que ver un poco con esto de jugar, con la actuación. De jugar con personajes. Me armo una escena, una fantasía en la cabeza, para poder interpretarlo. De maestra nunca me disfracé. Una vez que largue del todo la docencia, sí, jugaré a ser la profe sexy. Son cosas con las que una va jugando también”.
Tampoco descartó grabar una escena porno si le llegara el ofrecimiento: “Lo que vendo es erótico, no pornográfico. Pero tengo la fantasía de grabar una porno”.