Alberto Fernández deberá redefinir toda su estrategia de gobierno. El atentado contra Cristina Kirchner obligó al Presidente a dar un giro copernicano de la gestión y se encamina hacia un desafío mayúsculo: administrar la Argentina hasta el final de su mandato bajo la centralidad exclusiva de la Vicepresidenta.
Allegados al Presidente admitieron en las últimas horas que Alberto Fernández está «tranquilo y firme» porque entiende, en su fuero íntimo, que contuvo la situación de conmoción política que se vivió en el país en las horas posteriores al gatillo fallido de Fernando Sabag Montiel en la frente de Cristina Kirchner.
«El Presidente siente que cumplió con su rol de líder del país», sintetizó un ministro. Al entender del jefe de Estado, todo ello implicó:
1-Decretar un feriado nacional para «que explote la reacción popular de angustia por el hecho y de solidaridad con Cristina», según dijeron en el Gobierno.
2- La reunión con Cristina. El Presidente visitó por más de 45 minutos a la Vicepresidenta con quien no se hablaban desde un mes y aseguran que la contuvo y la encontró «muy bien».
3-Buscó unificar a todos los sectores del empresariado, los gremios, los movimientos sociales y los credos para dar una señal de unidad antes del acto en Plaza de Mayo y se mostró como un «actor componedor» de la grave situación social que transita la Argentina.
Desde esta nueva etapa el desafío del Presidente es supremo: administrar el rol activo de la Vicepresidenta para no quedar opacado del todo, mantener la unidad pacífica en la política del país para evitar eventuales hechos de violencia pero, al mismo tiempo, avanzar de una vez por todas con la recuperación de la economía.
LA RELACION CON CRISTINA
Si hasta la semana pasada el Presidente se despegaba del proyecto Cristina 2023 que había instalado el kirchnerismo duro con el diputado Máximo Kirchner a la cabeza y evitaba someterse a esa lógica, después del atentado a la Vicepresidenta le resultará muy difícil a Alberto Fernández eludir su pleno apoyo a Cristina Kirchner, incluido el «operativo retorno» a la cúspide de la Casa Rosada.
Los funcionarios que hablaron con el Presidente en las últimas horas aseguraron que la relación de Alberto Fernández y Cristina Kirchner está «mucho más sólida». Pero esto implicará, por cierto, tomar mayores recaudos del jefe de Estado a la hora de definir decisiones de gobierno para compartirlas antes con la Vicepresidenta.
También creen que la redefinición del Gobierno pasará por aceptar que la centralidad de Cristina Kirchner ya es irreversible y que condicionará al Presidente. Aunque también admiten varios funcionarios que Alberto Fernández podrá hacer uso del apoyo popular a Cristina Kirchner para reafirmar su gestión.
UNIDAD EN LA FRAGILIDAD
El otro gran desafío que se le presenta al Presidente después del gatillo fallido contra la Vicepresidenta es el de mantener la unidad política y la paz social en medio de discursos extremistas, incluso de sectores duros del cristinismo en contraposición con los reparos que plantean algunos sectores de la oposición, el empresariado y los referentes de los credos.
Hubo un marcado intento del Gobierno por situar en la foto de unidad y apoyo a la Vicepresidenta a todos los sectores representativos de la vida social argentina. Se convocó a gran parte del abanico político. Incluso la Presidencia facilitó el traslado del titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja, que se encontraba en Neuquén para que llegue a tiempo a ese encuentro.
Sin embargo, Alberto Fernández excluyó de esa fotografía a los referentes legislativos de la oposición y no logró convencer a la UIA y a los referentes de diversos credos para sumarse al balcón de la Casa Rosada a saludar a la multitud tras la reunión. Hasta fracasó el intento para que la DAIA y la Iglesia firmen el documento final ya que allí, entendieron, había un «alegato político partidario» que cargó tintas contra el llamado «discurso del odio».
Funes de Rioja dijo sobre ataque a Cristina Kirchner: «Fue un salto al pasado, pero no puede ser un salto al vacío». Es decir, que el llamado a la unidad, al entender de la UIA, debe servir para «terminar con las antinomias y a mantener los debates dentro del marco de la democracia».
Este es el gran desafío que tendrá el Presidente. Evitar un regreso al pasado violento de la Argentina pero, al mismo tiempo, contener a los sectores duros del kirchnerismo y la oposición. Administrar la grieta para que después del atentado a la Vicepresidenta no se profundice y sea un impedimento central para avanzar con medidas económicas.
No sólo esto. También en el Gobierno aseguran que Alberto Fernández deberá contener a aquellos sectores del PJ y los gremios que podrían confrontar duramente con el empresariado y la oposición.
Es decir, que el repudio el ataque e intento de magnicidio contra la Vicepresidenta no quedará en el ámbito declarativo para los gremios. El paso a un llamado a huelga nacional podría ser el primer escollo que tenga que administrar Alberto Fernández a partir del lunes. En el empresariado no avalan la idea de un paro. La Argentina pierde millones de pesos en un cese de actividades durante un día hábil.
ECONOMIA Y EL PULSO SOCIAL
El último informe que emitió el Social Listening que Taquion realizó en relación al intento de asesinato a la Vicepresidenta. Sostiene que durante las 5 horas siguientes al hecho la conversación en redes sociales fue sorprendente.
El 49% del tono de los comentarios en redes fue positivo, mostrando mensajes de apoyo a la vicepresidenta. Pero llamó la atención de que más allá de que existiera el 20% de menciones neutras sobre el ataque (principalmente informativas), el 31% de la conversación se concentrara en el descreimiento del hecho.
Es decir, hay un sector social que sigue pensando en que el atentado fue «una pantomima» y «algo armado». como dijo la diputada Amalia Granata. Es el mismo sector social que en el kirchnerismo señalan como los «mensajeros del discurso del odio» en el que incluyen a Milei, Bullrich, Pichetto, entre otros.
Por lo pronto, la prórroga de seis impuestos antes de fin de año, el proyecto de Presupuesto 2023, el proyecto de ley de promoción agroindustrial y el pacto fiscal. Nada será sencillo. Una pequeña muestra: al bloque del Frente de Todos le resultó complejo alcanzar un acuerdo con la oposición para aprobar ayer en el recinto un proyecto consensuado de repudio al intento de asesinato contra la Vicepresidenta.
El escenario de esta profundización de la grieta y malestar hacia el Gobierno de un importante sector de la oposición se potencia con un creciente deterioro económico de la clase media. En el conurbano bonaerense, muchos intendentes del PJ alertaron en los últimos días al Presidente que la inflación junto con el aumento de tarifas por la segmentación y la inseguridad están golpeando duramente a los sectores medios.
En la Casa Rosada aseguran que no será tan fácil retomar la agenda de las medidas económicas para dar respuesta a la crisis. Pero también están aquellos sectores como el de Sergio Massa que creen en el pragmatismo extremo para dar una vuelta de página de inmediato.
«No hay más tiempo que perder y hay que seguir trabajando por mejorar la economía», señalaron allegados a Massa. El superministro de Economía viaja el martes a Estados Unidos para reunirse allí con el FMI, inversores petroleros de Houston y funcionarios del gobierno de Joe Biden. No le resultará nada fácil a Massa explicar por qué la Argentina está envuelta hoy en una fuerte conmoción social y asegurar que la violencia política no podrá reinstalarse en el país luego del intento de magnicidio a Cristina Kirchner.
En los mercados advierten que el atentado a Cristina Kirchner puede llegar a tener un impacto político a mediano plazo, lo cual puede amenazar al rebote de los bonos locales.
En la Cancillería admiten que el escenario pos atentado a Cristina Kirchner resulta ser un semáforo en rojo para muchos inversores extranjeros para depositar confianza en la Argentina. Como dijo Funes de Rioja, «el salto al vacío por el regreso al pasado» está a la vuelta de la esquina.
Sólo una cuestión queda firme hasta ahora: que Alberto Fernández deberá redefinir su Gobierno en adelante. No tiene otra opción. Y mal que le pese, deberá hacerlo bajo la centralidad absoluta de Cristina Kirchner