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Son varones y se juntan a tejer en una plaza

Empiezan los domingos primaverales. Todavía corre viento, pero el sol invita a salir. La plaza Houssay está llena. Hay ruido y movimiento; amigos y familias de picnic; adolescentes en skate, jugando al vóley o al básquet; parejas que florecen. También hay colores. Frente a la Facultad de Medicina, sobre un pequeño terraplén, los «Hombres tejedores» piensan, hablan, crean.

El grupo surgió en 2016, en Santiago de Chile. 13 varones se juntaban a aprender, compartir técnicas e historias. Varios llevaban años de práctica, pero solo tres se animaban a sacar su vocación a la calle, debido a miedos, malas experiencias recientes o incluso de la infancia. Un día, el profesor grabó una sesión y la subió a su Facebook. Al poco tiempo, el video se había viralizado en países de Latinoamérica, Europa y Asia.

«Cuando vimos esa repercusión, nos dimos cuenta de que no teníamos que escondernos, sino salir al espacio público, para ver cómo era la reacción de la gente, apoyándonos en los comentarios positivos», relata Javier Oliva, quien dio forma al proyecto.A pura concentración y color, Javier teje, rodeado de sus compañeros. Foto: Constanza Niscovolos.A pura concentración y color, Javier teje, rodeado de sus compañeros

Él tiene 51 años y hace cuatro está en Argentina. Cuando era chico veía a su mamá y a su abuela tejer, con igual proporción de interés y distancia. Aunque se acercó un poco a la actividad durante la adolescencia, la dejó «por prejuicio».

Es decorador. Hace dos décadas, mientras trabajaba en un encargo, retomó las agujas. «Siempre adentro de mi taller, no viajaba con el tejido». Eso quedó atrás. Ahora, su pasión es conocida y reconocida. A su vez, representa tanto un hobbie como un activismo, al que cada vez se suman más personas.

«Lo que estamos haciendo ya es un acto político. Tejemos, las personas nos pueden ver. Ese es un gran valor: dar un testimonio de lo que nos gusta hacer abiertamente. Es súper lindo cuando se acercan niños, porque no tienen que transformar ideas, sino que se forman con lo que van viendo, sin problemas», suma Javier.

Los «Hombres tejedores» (en Instagram, @hombrestejedores) recibieron invitaciones de diferentes colegios para dar charlas, en el marco de los contenidos transversales y diversos que abonan a la Educación Sexual Integral (ESI). «Deconstrucción» acompañada de construcción. Además, en 2019, publicaron el libro Hombres tejedores. Técnicas, herramientas y diseños para dos agujas y crochet.

En la ronda, sentado en su silla, Mariano está haciendo un chal. Se desempeña en el rubro farmacéutico desde hace 25 años. Es de los más versados en el tejido: había demostrado su talento innato a los 9, cuando, por imitación, siguió los pasos de su hermana, quien se convirtió en una primera maestra. Pero recién se atrevió a mostrar lo que hacía cuando conoció al resto de sus compañeros.Antes tenía pruritos para demostrar su talento. Ahora, Mariano diseña y enseña a otros. Foto: Constanza Niscovolos.Antes tenía pruritos para demostrar su talento. Ahora, Mariano diseña y enseña a otros

«Me fui dando cuenta de que las reservas eran mías, más que del entorno. Ahora me puedo olvidar la billetera, pero el tejido viene conmigo«, comenta, entre risas, con un vozarrón propio de locutor. Saca sus elementos en bares, en parques, en el tren.

Dejó atrás los pruritos que priorizaban posibles «peros» ajenos y abraza la felicidad de pasar los fines de semana con colegas y amigos. «Cada tanto te encontrás con uno que te pone caras, pero así valorás más lo bueno, ¿no?».

«La Carolina Herrera del tejido está acá», bromea Luciano. 48 años, profesor de Matemática por formación, actualmente se dedica al maquillaje y peinado. El tejido fue, para él, un descubrimiento de pandemia. Vino a Capital desde un pueblo muy chiquito de Santa Fe y su abuela materna —que se ganaba la vida con este oficio— lo marcó con la frase: «Los hombres no tienen que tejer». Una vecina de 84 años, con otra concepción, le abrió un mundo nuevo, al que terminó de adentrarse con «Hombres tejedores».

Para Miguel, de 45 años y enfermero de cuidados críticos, «haber conocido esto durante los dos últimos años hubiera cambiado muchas cosas». Mientras avanza con su bolso («un Hermes», acota alguien), recuerda.

«Uno mismo no toma dimensión de lo que fue ser personal de salud en plena pandemia. Nuestro trabajo es muy técnico y no te da tiempo de reflexionar en el momento. Pero te vas involucrando, vas conociendo a las personas y a sus familiares. Y una vez que llegás a casa, te cae todo». Encontró al grupo gracias a su pareja y es un excelente aprendiz. «Esto te desconecta, te abstrae completamente», remata.Adriana es una incorporación reciente del grupo. Al lado, César (@cesargurumi), especialista en muñecos. Foto: Constanza Niscovolos.Adriana es una incorporación reciente del grupo. Al lado, César (@cesargurumi), especialista en muñecos

Una aclaración importante. Los «Hombres tejedores» no incluyen solo a hombres. Adriana, psicóloga de profesión, se junta con ellos hace seis meses. Los conoció por Internet, le encantó la propuesta y se lleva bárbaro con todos. «Salvo con algunas excepciones por allá», señala, mientras mira a Alexis, con quien comparte chistes y pasión por el teatro.

«Estoy cansada de que las actividades manuales las enseñen las mujeres. Esto me parece bárbaro, es no discriminar de una forma natural. Aparte lo hacen de una forma tan genuina, sin soberbia», expresa.

Su papá, nacido en 1908, tejía y conocía a otros varones que también manejaban las agujas. Pero tenía «mala prensa» manifestarlo o ejercer. Ahora, hay señores grandes que observan la ronda de plaza Houssay y preguntan, con curiosidad.

A nivel familiar, también se generan cambios. «Mi mamá siempre tejió con dos agujas, crochet y máquina, aunque nunca me enseñó y yo tampoco me animaba a pedirle, por viejos mandatos. Ahora, cuando la visito en Jujuy, nos quedamos conversando y tejiendo juntos«, rescata César.

«Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina», escribió Mario Benedetti. Alegría, apoyo, distensión, aceptación, visibilidad, apertura. La banda, compuesta por personas muy distintas, comparte esos valores. Y, obviamente, el amor al arte.Ignacio (@nachoteje) cumple 41 años y lo festeja haciendo lo que más le gusta. Foto: Constanza Niscovolos.Ignacio (@nachoteje) cumple 41 años y lo festeja haciendo lo que más le gusta

Es el cumpleaños de Ignacio, hombre tejedor, migrante venezolano, especialista en Recursos Humanos y en la fabricación manual de muñecos, que le permiten complementar sus ingresos. Se festeja de forma espontánea, mientras cada uno avanza en su diseño (de chales, bufandas, bolsos, manteles, juguetes).

Conversan, comen el budín casero que llevó alguien, transmiten lo que hacen al aire libre. Y, sobre todo, contribuyen a que nadie tenga que patear puertas (ni ocultarse tras una) para vincularse al tejido.

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