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Dinero en la pareja: ¿cuentas juntas o separadas?

Si el dinero siempre fue un tema delicado en una pareja, en tiempos de incertidumbre económica puede monopolizar la conversación en el hogar. ¿Cómo administrar el dinero para evitar roces? ¿Qué pasa cuando uno es más ahorrativo o gastador que el otro? Y, sobre todo, ¿qué otros conflictos subyacen en las discusiones sobre finanzas?

Los modelos de manejo del dinero se modernizaron en las familias, con mujeres que son independientes económicamente, entre otros avances. Los conflictos tienen una impronta diferente y abordarlos de la mano de un experto es fundamental para poder reflexionar y ordenar algunas ideas.

– ¿Por qué el dinero suele ser un problema en la pareja?

– Somos seres contextuales y lo que sucede afuera nos impacta. Prendés la tele y se habla del dólar, de la inflación y de que no alcanza el sueldo. La inseguridad económica es permanente. Además, entra en juego la historia de cada uno. Cómo estuvo presente el dinero en nuestra familia y en nuestra crianza.

Necesitamos conocer nuestra relación con el dinero. ¿Esa relación fue siempre así o cambió en algún momento? ¿Qué me transmitieron a mí del dinero? ¿Cómo se hablaba del dinero en mi casa?

Cada parte de la pareja trae un guion escrito sobre el tema. Hay que revisar esas creencias y separar la paja del trigo: lo que sucedió en nuestra familia, no tiene por qué volver a pasar en esta.

– ¿Cuáles son las discusiones más comunes?

– Una de las situaciones más frecuentes es que quien aporta la mayor parte de los fondos le diga al otro que gasta demasiado, que no cuida el dinero o que no valora lo que hace. En general, debajo de estos planteos existen problemas que puede tener la pareja en ese momento. Siempre hay alguna otra insatisfacción o necesidad detrás.

Otro conflicto común surge cuando uno no comparte el dinero y el otro lo vive como una forma de exclusión. O cuando el que aporta más dinero deja de hacerlo por alguna circunstancia y el otro no sabe qué hacer ante el cambio de roles.

Debajo de estos planteos existen problemas que puede tener la pareja, siempre hay alguna otra insatisfacción o necesidad detrás».

A veces, uno quiere cambiar las reglas del acuerdo y el otro no. Quizás, la mujer que durante años estuvo con los chicos quiera empezar a trabajar y el hombre se resiste. Lo importante es analizar qué hay detrás de ese rechazo. Lo que él no va a decir es: “Me asusto, me da miedo que conozcas a otra persona o que deje de ser importante para vos”.

– ¿Esto quiere decir que cuando una pareja se separa, la culpa rara vez la tiene el dinero? ¿En el fondo hay algo más?

– Por temas financieros se puede separar una sociedad comercial. Cuando hay personas, hay sentimientos y creencias subyacentes en juego.

Tener en cuenta al otro en las decisiones importantes sobre dinero facilita la armonía en la pareja
Tener en cuenta al otro en las decisiones importantes sobre dinero facilita la armonía en la parejas

– En una pareja, ¿conviene llevar cuentas juntas o separadas?

– Va a depender del acuerdo que tengan. Lo que en una pareja puede ser conveniente, en otra no. Las parejas con más años tienden a tener todo en común. Por el tiempo, la ideología que tenían cuando comenzaron y los años de convivencia. En cambio, las personas jóvenes o las parejas que se constituyen después de una separación, suelen manejar cuentas separadas. Vemos una valoración mayor del individualismo y de los espacios propios.

El modelo de cuentas juntas es más antiguo y suele derivar del hombre proveedor que entregaba el dinero a la mujer, que lo administraba. Se basaba en una absoluta confianza. Tener las cuentas separadas puede implicar algo de desconfianza, por experiencias previas que se traen a la nueva relación.

El modelo de cuentas juntas es más antiguo y suele derivar del hombre proveedor que entregaba el dinero a la mujer”.

Lo que sí conviene en todos los casos es que la pareja llegue a un acuerdo. En cualquier terreno –en lo social, en la crianza o en la sexualidad–, hay que lograr acuerdos lo más igualitarios y democráticos posibles para la ideología de esa pareja. Obviamente, estos acuerdos pueden revisarse cada tanto porque pasamos por diferentes etapas vitales.

– ¿Cuáles son los momentos en los que hay que hablar de finanzas con nuestra pareja?

-Cuando no alcanza o antes de tomar una decisión importante: cambiar el auto, hacer un viaje o comprar una propiedad. También, ante momentos de la vida que impliquen reestructuraciones: el nacimiento de los hijos, el inicio de la escolaridad, un emprendimiento laboral que implique cierta inestabilidad económica…Esos son momentos para hablar. Si la pareja está bien en otros aspectos, será más fácil.

– ¿Por qué, a veces, cuesta tanto hablar del tema?

– Hay parejas que están entrenadas en hablar de lo que sienten. Cada tanto se preguntan mutuamente cómo están. En cambio, otras no tienen este entrenamiento y les cuesta más hablar sobre dinero.

En una pelea por dinero, cabe preguntarse: qué está protegiendo cada uno y qué quiere lograr. En terapia les hago esas dos preguntas”.

Sería importante no hablar del tema en una pelea, porque no sirve y puede ser destructivo. Cuando se sienten a conversar, es importante que puedan expresar lo que sienten. Qué necesito yo, qué necesitás vos, qué expectativas tenés. Ante una pelea por dinero, también cabe preguntarse: qué está protegiendo cada uno y qué quiere lograr. En terapia les hago esas dos preguntas.

– ¿Qué sucede si en una pareja uno es gastador y el otro es ahorrativo?

– Estas diferencias pueden ser positivas. El gastador va a alentar al ahorrativo a darse algunos gustos. Y el ahorrativo quizás ayude al que derrocha a cuidar mejor el dinero y a acceder a otras cosas a largo plazo.

El problema surge cuando no hay acuerdo. Como terapeuta de pareja con foco sistémico analizo el juego relacional entre ellos. Puede ser que el ahorrativo se asuste frente al que gasta mucho, aunque haya dinero, y tienda a reprimirlo y a controlarlo. Le reprocha gastos y lo acusa. El gastador se rebela porque se siente atacado en su identidad y, entonces, oculta o miente. Al ser descubierto, el ahorrativo se pone más controlador, y así sucesivamente.

Se echan culpas y no se hacen responsables de su parte en el juego. No perciben que lo que hacen influye en el otro negativamente. En esos casos, hay que analizar lo que no se están diciendo. Las historias de cada uno y las emociones.

Viajes en común pero con ahorros separados, una modalidad habitual en parejas jóvenes
Viajes en común pero con ahorros separados, una modalidad habitual en parejas jóvenes

– ¿Hay que pedirle “permiso” al otro para hacer un gasto grande?

– Consultar no es pedir permiso, sino tener en cuenta al otro. No es “¿puedo comprarme”?, sino “tengo pensado comprarme”. Lo que estamos en el fondo queriendo decirle es que vivimos con él o ella, y por eso los tenemos en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre ciertos gastos. La mayor expresión de amor es tener en cuenta al otro, pensar desde el otro.

– ¿Cómo negociamos cuando uno quiere hacer una compra importante, cambiar el auto, por ejemplo, y el otro quiere algo totalmente distinto?

– Podemos negociar los tiempos. “Este año cambiamos el auto y, el que viene, hacemos el viaje.” Es fundamental que la balanza no se incline siempre hacia el mismo lado. Si el que quiere cambiar el auto es el hombre, que no se tome esa decisión porque es “el que trae la plata”. Estas situaciones pueden traer malestar. Procuremos que la toma de decisiones sea lo más democrática e igualitaria posible. Por algo se llama pareja.

Procuremos que la toma de decisiones sea lo más democrática e igualitaria posible. Por algo se llama pareja.

– ¿Aumentan los roces en estos tiempos de crisis económica?

– Si la pareja está en crisis, primero hay que discernir si es por un motivo contextual o interno. Si el conflicto viene desde antes o está encadenado con otros temas de valoración de uno hacia el otro, o con una mirada muy diferente sobre cómo encarar un escenario complejo. Las crisis financieras van a profundizar la crisis interna.

Pero, cuando el factor viene de afuera, como un despido laboral que puede forzar cambios de roles en una pareja que no estaba preparada para hacerlos, sirve dejar de echarse culpas y rescatar otros valores.

Algo que hace a una buena sociedad es tener la absoluta confianza de que el otro hizo todo de la mejor manera posible. No reprocharle o echarle la culpa cuando las cosas salen mal. Cambiar el “la culpa fue tuya” y el “yo te lo dije” por el “ahora estamos en esto, ¿qué hacemos?”. Cuando hay una crisis, hay que rescatar esa confianza.

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