“¿Puede quedarse a dormir Sofía en casa?”, le preguntó Dante a su mamá, que quedó enmudecida por unos segundos. La escena se repite en múltiples hogares con adolescentes. Algunas familias aceptan, otras acceden en circunstancias excepcionales y están las que rechazan de plano la idea. ¿Hay una postura acertada?
Los interrogantes se disparan y las respuestas no son sencillas. El psicólogo especialista en vínculos Miguel Espeche ayuda a reflexionar sobre los factores a tener en cuenta al tomar la decisión y ofrece pautas para hablar sobre sexualidad con los hijos.
– Desde el punto de vista psicológico, ¿es recomendable que los adolescentes duerman con sus parejas en casa de sus padres?
– No hay una “bajada de línea” de la psicología al respecto. Entra en juego un amplio abanico de idiosincrasias, culturas, religiones y valores. Existen contextos familiares y culturales donde es muy engorroso el tema de la sexualidad legitimada dentro de la casa de los padres, por religión o por tradiciones, y eso tiene que ser respetado.
No podemos decir que sea recomendable o no que los adolescentes lleven a sus parejas a dormir a la casa parental, porque no está claro que sea perjudicial. Sabemos que es dañino darles alcohol antes de los 18 años, por ejemplo. En este caso, no tenemos esa certeza. En algún momento se pensaba que podía impedir o inhibir que los chicos generaran su propio “nido de amor”. Pero algunos contextos hacen que ellos no puedan desarrollar su intimidad fuera de la casa.
– ¿Qué factores deberían evaluar los padres para decir que sí o que no?
– Es muy importante que los padres se sientan cómodos: esto es lo primero. Es su casa la que va a recibir una visita. Los dueños son ellos, y los hijos viven en la casa de sus padres. Esto mantiene un orden saludable. Entonces, si van a decir que sí, que no sea por miedo a quedar mal o a “no ser modernos”. Que lo hagan a conciencia, porque nada peor que sentir que tu casa es un “hotel” o que te la usurparon. Si no quieren, no deben sentirse culpables.
Por otro lado, está el tema de la edad del hijo o hija. No es lo mismo que lo planteen a los 15 que a los 21 o 23 años. También es importante la naturaleza de la relación: si es una persona con la que está saliendo ese fin de semana o si es un noviazgo estable. Suele influir en la decisión el grado percibido de la madurez de los hijos que tengan los padres.
Además, hay que pensar en los hermanos menores. No es lo mismo que aparezca cada sábado o domingo a la mañana un rostro distinto a que sea alguien que va formando parte del ecosistema familiar.
Hay que pensar en los hermanos menores. No es lo mismo que aparezca cada sábado o domingo a la mañana un rostro distinto a que sea alguien que va formando parte del ecosistema familiar.»
– ¿Qué pasa cuando se hacen diferencias con otros hijos? Por ejemplo, los varones pueden llevar a sus parejas, pero las mujeres no.
– Lo cierto es que estas diferencias ocurren y tienen un origen histórico. Antes, al no existir anticonceptivos, la familia debía hacerse cargo de la progenie en caso de embarazo. Por eso, cuidaban mil veces más a las mujeres. Hoy, hacer diferencias no tiene sustento, pero las tradiciones culturales son difíciles de cambiar.
Los padres tienen que tomar conciencia de la diferente sensibilidad que tienen hacia sus hijos e hijas, asumirla y empezar a aggiornarse. La sexualidad se ejerce en algún lugar, dentro o fuera de la casa de los padres.
– ¿Puede ayudar tener en cuenta la opinión de la familia de la novia o novio?
– Excepto que sean menores de edad, no creo que haya que hacerse demasiado cargo de las opiniones de la otra familia. Los padres no son responsables de la tutoría de esa persona.
Si les parece bien que venga la pareja de su hijo a dormir, será porque esa persona está en condiciones de quedarse, tanto por edad como por grado de conciencia.
– ¿Qué conflictos suelen aparecer al decirles a los hijos que no?
– Los mismos conflictos que pueden aparecer al decir que no en cualquier otra situación: que el chico se enoje y diga que tiene “derecho” a hacerlo, por ejemplo. Yo no creo que sea un derecho de los adolescentes llevar a su pareja a la casa. Es potestad de los padres. Esto tampoco quiere decir que haya que impedirlo… Pero no habría que permitirlo porque sea un tema de “derechos”. A veces sucede que los padres se sienten en deuda con los hijos, pero no por eso deberían soltar las riendas ni ceder por extorsión emocional.
No creo que sea un derecho de los adolescentes llevar a su pareja a la casa. Es potestad de los padres. Esto tampoco quiere decir que haya que impedirlo.»
– ¿Cómo podemos hablar con nuestros hijos sobre el tema?
– En materia de sexualidad, siempre hay que manejarse con mucho respeto y sensibilidad. A veces, los padres hablan con los hijos de una forma muy “desangelada” y funcional: “cuidate, no te embaraces”. Si vamos a hablar del tema, que sea para acompañar la emoción. Eso repercute de forma positiva en la calidad del vínculo.
Por otro lado, los padres que son muy intrusivos reciben una puerta cerrada. En cambio, aquellos que van entrando en el mundo de los hijos pidiendo permiso, no con el objetivo de vigilar ese mundo interior sino porque quieren acompañarlos, suelen lograr que los chicos se abran más.
A veces, los padres hablan con los hijos de una forma muy desangelada y funcional: ‘cuidate, no te embaraces’”.
– ¿Es preferible decir que no de entrada antes que arrepentirse luego de haber dicho que sí?
– Conviene empezar con un orden más riguroso e ir ablandándose. Hay padres que empiezan diciendo que no, pero después ven que la relación de su hijo con la pareja se hace más estable, se van de vacaciones y comparten cada vez más tiempo y espacios. Quizás eso deriva en que la pareja pueda quedarse a dormir en otra habitación, luego en la misma, y que eso no sea percibido por los padres como “perturbador”.
Muchos padres quieren seguir la moda ideológica del momento. Les aconsejaría respetar su intuición y su deseo. Lo que hoy es un no, puede ser un sí más adelante. Es mejor ir de a poco, siempre con la pelota debajo de la suela.