Revertir y minimizar el impacto sobre el medio ambiente, tanto de los gobiernos como de las empresas, se transformó en una necesidad imposible de ser ignorada, ante una crisis climática sin precedentes.
Para dialogar sobre la responsabilidad y acciones que toman las empresas en este contexto, Adriana Steckler, jefa de Medio Ambiente y Relaciones Institucionales de FRESA (Fuentes Renovables de Energía S.A.), y Clara Molteni, directora del área de Consultoría para la Sostenibilidad en Eco House Global, se reunieron en un encuentro moderado por Juliana Monferrán. Allí se debatió sobre las nuevas alternativas sustentables, las energías renovables y los desafíos que enfrenta el país en materia ambiental.
FRESA es una empresa que genera energía eléctrica a partir de biomasa forestal, una fuente de energía renovable basada en la utilización de la materia orgánica. Esto significa que reutilizan los subproductos de la industria forestal como el aserrín, chips y cortezas de pino y eucalipto de bosques implantados. Desde la compañía se aseguran de que los descartes no provengan de desmontes, de bosques nativos ni de plantaciones que estén reemplazándolos, favoreciendo la preservación de los ecosistemas de la zona.
«Estos subproductos no tienen una utilidad como un producto específico y muchas veces queda acumulado en el aserradero, usando espacio y generando un inconveniente en la degradación y un potencial riesgo de incendio», explica Adriana Steckler.
Dentro de la planta ubicada en Gobernador Virasoro, Corrientes, la compañía genera 40 megavatios – lo que equivale al 10% del consumo de toda la provincia de Corrientes -, de los cuales destina 36 al Sistema Interconectado Nacional. Actualmente se encuentran avanzando en una segunda central dentro del mismo predio, que va a duplicar la generación a 80 megavatios. Se convertirá en la mayor generadora eléctrica del país a partir de subproductos forestales, y la primera en la provincia de Corrientes.
De esta manera se evita la quema al aire libre o la acumulación en basurales para su degradación natural, que pueden generar problemas de contaminación por emisión de material particulado y gases de descomposición.
Tanto desde FRESA como de Eco House coinciden en la necesidad de que haya una articulación público-privada para reducir el impacto ambiental a nivel nacional.
«Hay una gran necesidad de conexión entre el sector privado y el público para cumplir con objetivos a nivel nacional. Muchas veces el sector público necesita de la inversión del privado para poder llevar ciertas iniciativas a cabo», señala Clara Molteni de Eco House, organización sin fines de lucro que trabaja en acelerar la transición hacia una economía más justa, sana y sostenible.
Eco House se especializa en desarrollar programas e iniciativas de educación, política, comunicación, consultoría y restauración ecológica. Actualmente, cuentan con más de 40 proyectos activos.
Steckler resalta su importancia y sobre FRESA agrega: «Tenemos proyectos nuevos en los que estamos trabajando, como por ejemplo la eliminación de los residuos sólidos, donde buscamos vincularnos con institutos nacionales, con universidades y con otros privados». También se encuentran trabajando junto a la comunidad local para concientizar y para la formación de nuevos puestos de trabajo.
Al día de hoy cuentan con más de 350 personas trabajando en la empresa de manera directa e indirecta, y brindan un plan de carrera interno para que las personas puedan ir ganando experiencia dentro de la empresa. Asimismo, buscan que sus proveedores sean locales y cercanos para minimizar el impacto negativo hacia el medio ambiente.
Hacia el final de la conversación y consultada por los desafíos que presenta Argentina en materia de responsabilidad ambiental y sustentabilidad, Molteni comenta que todavía es necesario generar mayor conciencia ambiental: «Lo principal sobre lo que hay que trabajar es claramente la crisis climática, el gran desafío es poder bajar las emisiones de dióxido de carbono. En Argentina hay muchas empresas que ni siquiera están o han medido su huella de carbono. Y lo que no medís y no conoces, no lo podés mitigar».
Por su parte, Steckler concluye: «También tiene que ver con un cambio de paradigma, que para las empresas que no nacieron hace poco, les resulta difícil romper».
Para hacer frente a los desafíos que se vislumbran, ambas especialistas coinciden en que la transición energética debe darse bajo un plan pensado en el largo plazo.