Dos días después de los aplausos y la controversia que desencadenó la ostentosa presentación francesa de los Juegos Olímpicos 2024 en París, la prensa francesa abrió el paraguas con varios videos interesantes. ¿Disculpas? ¿Más leña al fuego? ¿Narcisismo? El lector juzgará por sí mismo.
Lo cierto es que un primer video dominical, echado a rodar por Le Point, encaró el origen de la tan ansiada llama olímpica y… ¡voilá! Su implementación como icono final y desideratum de los JO (como dicen en Francia) no es la vitalidad mediterránea de Grecia sino la triste Alemania de Adolf Hitler.
Cuando uno piensa en los Juegos Olímpicos (JO) uno piensa inmediatamente en la talla atlética de un deportista portándola en su mano hasta la recta final. Sin embargo, esa asociación no corresponde a las destrezas de la antigüedad clásica.
Esa llama simbólica no apareció en los JO hasta 1928, cuando se celebraron en Amsterdam. Pero… ¿y el fuego emblemático? Tampoco es original de las destrezas olímpicas, desolée («lo siento»).
La portación de la antorcha tal como hoy la conocemos fue concebida por el nazionalsocialismo alemán, los nazis. Para los Juegos Olímpicos de 1936, que se celebraron en Berlín, el secretario general del comité de organización, Karl Diem, le vendió al Comité Internacional Olímpico la idea de vincular la edición alemana con una llama encendida.
La llama simbólica no apareció en los Juegos Olímpicos hasta 1928, cuando se celebraron en Amsterdam. Pero… ¿y el fuego emblemático? Tampoco es original de las destrezas olímpicas»
Estos, a su vez, lo transmitieron al ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien veloz la miró con buenos ojos ya que, a su entender, la trasposición vinculaba la excelencia deportiva con una propuesta superior y, en consecuencia, con una sociedad superior.
“El deporte alemán tiene un solo propósito: fortalecer el carácter del pueblo alemán, inculcándole el espíritu de pugna y la camaradería constante, necesarios en la lucha por su existencia”, había pronunciado Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, el 23 de abril de 1933.
Para los Juegos Olímpicos de 1936, que se celebraron en Berlín, el secretario general del comité de organización, Karl Diem, le vendió al Comité Internacional Olímpico la idea de vincular la edición alemana con una llama encendida»
El Tercer Reich fomentaba el deporte para fortalecer a la «raza aria» y preparar a los jóvenes alemanes para la instrucción bélica. A los atletas judíos y gitanos no se les permitía ingresar a las asociaciones deportivas alemanas. Solo podían entrenarse en instalaciones marginales y muy pocos podían soñar con las grandes competencias.
Viene a cuento recordar que con Adolf Hitler a la cabeza, el nazismo se había nutrido de las ideas que a fines del siglo XIX hizo circular Francis Galton, primo de Charles Darwin, y autor de la frase “nature versus nature”, que explicó recién en 1908, cuando propuso que la aristocracia considerara el “objetivo humanitario de la eugenesia”:
“Yo concibo que caiga dentro de su competencia reemplazar la selección natural por otros procesos que sean más misericordiosos y no menos efectivos… La selección natural se basa en la producción excesiva y la destrucción al por mayor; la Eugenesia consiste en no traer al mundo más individuos que los que se pueden cuidar adecuadamente, y solo los mejores”, escribió Galton.Es decir, con esta “nueva” selección natural que sólo tenía en mente reproducir el modelo de los blancos anglosajones, sir Frances Galton sostenía que había “naciones débiles que debían dar paso a las más nobles variedades de la humanidad”; ergo, la civilización europea en su conjunto, pero haciendo foco en la superioridad. No hay que abundar en la devoción de Hitler por la eugenesia, fascinación que lo impulsó a llevarla a la práctica sin límites.
Juegos Olímpicos
Volviendo a los juegos Olímpicos, la antorcha que se exhibía al iniciarse la contienda se presentaba como la heredera legítima de la perfección clásica. Desde luego, esta idea se expandió por su propia combustión y desde 1936, en ocasión de cada encuentro deportivo, los rayos del sol azuzan una llama en una antena parabólica de Grecia, y desde allí circula por el mundo hasta llegar al país que merezca la epifanía de cada edición.
“Para los Juegos Olímpicos 2024, la llama ha atravesado el Mediterráneo, en barco, desde Grecia, hasta llegar al puerto de Marseille, a mitad de mayo. Desde entonces, 11 mil portadores de la llama recorrieron el país hasta que llegó a París”, señala Le Point.