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Peronistas sueñan con el desgaste que sufrió Milei, sienten que se acerca al infierno en que habitan ellos

Cuatro son los pilares en que se sostiene la popularidad del Gobierno: 1) Expectativas país altas basadas en la idea de que es necesario ajustarse el cinturón y suposición de que el esfuerzo valdrá la pena, 2)Culpabilizar de los problemas económicos al gobierno anterior, 3) Confianza en que el Gobierno dominará la inflación, 4) Un fuerte apoyo en el interior del país.

Hasta junio, aunque con indicadores en baja, podíamos hablar de una plena polarización. Una población claramente dividida entre adherentes y opositores. Aunque desde abril el balance de gestión era negativo, la imagen del Presidente tenía valores que rondaban los 50 puntos al tiempo que la mitad de los entrevistados mostraba expectativas de mejoras en el país a un año. Pero algo viene cambiando.

Hay un gap de 9 puntos entre quienes desaprueban la gestión y quienes la aprueban, y 7 puntos entre quienes tienen imagen negativa del Presidente vs. los que la tienen positiva, de los que sólo un tercio dice que los ingresos de su hogar le alcanzan para llegar a fin de mes, 50% declara estar restringiendo sus gastos. Otro tanto cree que con el actual plan económico se incrementará la pobreza. Todo esto tiene contexto. Hay proyecciones de la Cámara de Supermercadistas que indican que la baja del consumo este año podría llegar a niveles de 2001. También hay informes de la Cámara de Pymes que proyectan el cierre de 12 mil pequeñas empresas con el consiguiente despido de personal.

Las más enojadas son las mujeres y los pobres. No es casualidad entonces que a nivel país el principal problema pasó a ser la pobreza y a nivel de los hogares se mantenga la preocupación por los precios.

El Gobierno refiere a que en los últimos meses los salarios en blanco le están ganando a la inflación. Si tenemos en cuenta que los ingresos desde diciembre no compensaron la pérdida por inflación, y que además 35% de los asalariados cobran en negro (3 millones y medio según el Indec) y si les sumamos el millón de desocupados directos, sin contar a los subocupados, no nos pueden parecer extraño que el clima social de enojo crezca.

Un dato en especial nos llamó la atención. Solo el 34% nos dijo que el Presidente sabe gobernar. Hay otro 18% que le reconoce buenas ideas pero que no sabe gobernar. No es casualidad entonces que Macri se plantee reflotar al PRO y haya hecho un raid televisivo marcando el acuerdo con el rumbo, pero criticando la gestión.

En síntesis, este mes tuvimos caída en los cuatro pilares a los que hicimos referencia. Baja en la expectativa de mejoras país a un año. Disminución de quienes le echan la culpa de los problemas económicos actuales al gobierno anterior. Descenso de la confianza en que baje la inflación y en el interior del país se pasó de fuerte apoyo a opiniones divididas.

Veremos en los próximos meses si esto es una tendencia o los datos se revierten. Mientras tanto Venezuela continúa siendo un drama. Si el sistema oficial de cómputos realmente se hubiera caído, en un sistema democrático hubiera sido fácil que los partidos políticos con actas en la mano y en base a resultado de sus propios centros de cómputos hubieran dirimido la cuestión en la Justicia. Pero en Venezuela nada de eso es posible salvo montando una farsa porque hay proscripción, persecución y represión de opositores y la justicia electoral no es independiente. Eso no es democracia./Hugo Haime

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