En una histórica escena del film argentino “Plata Dulce” de 1982, Rubén (Julio de Grazia), mira a la ventana de la celda. Está sentado frente a su amigo Carlos Teodoro (Federico Luppi) y ve cómo comienza a llover. Carlos Teodoro está preso, pagando su pena por una estafa donde fue una especie de “cuatro de copas”, cayendo en una trampa que le tendió un tal Arteche (Gianni Lunadei). Eran los tiempos finales de la tablita de Martínez de Hoz, el fin de la patria financiera (al menos la primera) y había que comenzar a trabajar en reconstruir el país. Ante el agua que cae, Rubén se muestra contento porque así se favorecería al agro y su potencial productivo. Teodoro le pregunta si tiene campos, y su amigo contesta que habla por el país, convencido con que “con una buena cosecha nos salvamos todos” porque en definitiva “Dios es argentino”. Y siempre da oportunidades de resurrección. De esas que otros pueblos no tienen.
Muchos años después, otra vez, parecería que la metáfora cinematográfica, se confirmaría. Argentina está comenzando a tener una nueva oportunidad de generar la suficiente cantidad de divisas como para poder pagar en el largo plazo toda su deuda externa, autoabastecerse de energía, exportar durante décadas en moneda dura y, en definitiva, insertarse en los mercados financieros mundiales como un actor importante. Otra vez. Según los números de la industria, en un plazo no mayor a cinco años, las exportaciones generadas por el megayacimiento de Vaca Muerta generarían exportaciones por unos US$ 23 mil millones anuales, casi el mismo dinero que hoy genera todo el complejo agrícola (incluyendo la soja) en una buena campaña. En un tiempo más, ese dinero podría llegar a los US$ 30 mil millones hacia el 2031; según cifras que tiene permanentemente en sus cuadros el presidente de YPF, Horacio Marín, y que comparte con toda la industria. Todos en exportaciones. Netas.
Para tener una idea de lo que implica ese dinero, en el 2025, Argentina tiene vencimientos de deuda casi récords, por unos US$ 20 mil millones. Sólo en enero, se deben pagar unos US$ 5.100 millones por los pagos de los Bonares y Globales de la deuda reestructurada en octubre del 2020, monto sobre el que aún es un misterio qué tipo de operación REPO utilizará el Ministerio de Economía de Luis “Toto” Caputo para cumplir con la obligación. Hacia delante el nivel de vencimientos anuales tiene períodos donde el máximo a pagar es de unos US$ 25 mil millones. El nivel de divisas que podría generar Vaca Muerta, le permitiría al país solventar sin problemas esos pagos. Pero, además, como el mercado financiero internacional se basa en refinanciaciones de capital y sólo pago de intereses, los inversores institucionales globales, saben la capacidad de pago y repago del país; no tendrían problema en refinanciar esos vencimientos a tasas normales en el mundo normal y serio. Hoy, aproximadamente, menos de 5% anual. Con esto Argentina no sólo tendría solucionado su problema de pago de endeudamiento externo, sino que podría no liquidar capital y pensar en invertir en infraestructura entre 15 mil a 20 mil millones de dólares anuales. O más. Y sólo estamos hablando de Vaca Muerta. No se incluye en el cálculo lo que aporte el campo, ni el litio ni el cobre. Esto es, unos US$ 30 mil millones más. Dios es argentino.
Vaca Muerta es algo concreto. Ya no es una fantasía. En las últimas semanas, se anunciaron inversiones con nombre y apellido. Y de gente seria.
YPF. Sorprendió en la semana el jefe de Gabinete Guillermo Francos, al anunciar que en algunas jornadas (no especificó cuando), el presidente de YPF Horacio Marín, presentaría en sociedad el lanzamiento de un acuerdo con una de las petroleras más importantes del mundo (no aclaró tampoco cuál), para vender el 30% del gas que produce la compañía de mayoría estatal en Vaca Muerta, y que sería destinado a la exportación. Según Francos, con esto se generarían unos US$ 7 mil millones de ventas anuales de GNL, en un contrato a 20 años, lo que derivaría en una operación global de US$ 140 mil millones. Por ahora no hay más precisiones sobre este megaproyecto; pero la sola mención de las cifras, impacta. Sería la operación puntual más importante en la historia de la producción petrolera argentina; y, quizá, de la industria criolla a nivel global. Es un proyecto que está, además, relacionado con la construcción de la planta de licuefacción de GNL que YPF anunció se concretaría en Río Negro, y que, tal como adelantó este medio, a mediados de noviembre decidirá la malaya Petronas si continúa o no, en el levantamiento de una planta que necesitará una inversión de unos 15 mil millones de dólares.
PAE. Pan American Energy (PAE) se asoció con la empresa noruega Golar (una compañía especializada en licuar gas natural en buques, a través del cual se instalará un barco flotante de licuefacción en Argentina para la exportación de GNL. El barco, propiedad de Golar, tendrá una capacidad de producción de 2,4 millones de toneladas anuales de GNL, equivalente a 11,5 millones de m3 /día de gas natural, previéndose el inicio de la operación comercial en 2027. La idea es, además, que en los próximos años se sume al proyecto YPF y otras compañías del sector, para acelerar la exportación del combustible. El buque de Golar, llamado Hilli Episeyo, tiene una longitud de casi 300 metros. Fue construido en 1975 y reconvertido para el procesamiento de gas en 2017. Actualmente cumple un contrato en Camerún, y terminado este compromiso mudará su operatoria a Río Negro; el lugar elegido por PAE y Golar para el emprendimiento. Hasta la llegada del Hilli Episeyo, PAE construirá una extensión del gasoducto troncal hasta la costa y luego otro tramo subterráneo hasta el buque. La implementación del acuerdo, prevé también la posibilidad de sumar un mayor número de barcos flotantes de licuefacción y el ingreso de otros productores de gas de Argentina. La elección del Golfo San Matías como la localización del Hilli Episeyo se definió por la similitud de las condiciones de ese lugar con las de Kribi, Camerún, donde el buque ya produjo más de ocho millones de toneladas de GNL y cargó más de 120 buques metaneros. Según la información que manejó PAE, la profundidad de fondeo de San Matías es de 35 metros, lo que permitiría una operación segura y sin restricciones de calado.
Inicialmente, el barco flotante se abastecerá de gas natural utilizando la infraestructura y capacidad existente del sistema en los meses del año con menor demanda local. Posteriormente, el objetivo es que pueda operar todo el año. PAE y Golar firmaron un acuerdo por el que PAE suministrará el gas natural al barco flotante de licuefacción de GNL, mientras que Golar proveerá el servicio de licuefacción mediante el alquiler del buque, con una estructura de tarifa base y un beneficio adicional sujeto a los precios internacionales del commodity.
Techint. Tecpetrol se encuentra en la etapa de estudio de un proyecto para una planta de GNL desde hace dos años; en un proyecto que está hoy en tiempo de ingeniería; y que podría anunciarse a mediados del 2025. Sería una operatoria íntegramente en tierra (on shore), con un diseño de potencial incremento en módulos en el tiempo. Se trata de un proyecto de “parque industrial” que permitiría compartir sinergias de ductos, muelle, servicios de energía, pretratamiento, etc. En el caso de Techint, aún la locación no está definida, y se analizan diferentes alternativas de suelo y muelle. La idea es exportar gas producido en Vaca Muerta, construir una planta propia de licuefacción y comenzar con las ventas al exterior con la infraestructura en tierra definidas y terminadas. Dentro del gobierno de la Provincia de Buenos Aires se entusiasman con que, ésta sí, sea una planta de GNL instalada en la Provincia de Buenos Aires. Para el proyecto se utilizarán los gasoductos ya existentes, y eventualmente se construiría uno propio en función que la actividad sea un buen negocio. Techint fue la encargada de levantar el gasoducto Néstor Kirchner, del que se valdrían el resto de los emprendimientos.
Pampa Energía. La compañía fue una de las primeras en apalancarse con deuda tomada de los fondos en dólares surgidos por el blanqueo, al lanzar una Obligación Negociable para desarrollar el proyecto de shale oil en su yacimiento Rincón de Aranda y mantener su producción de gas. En la operación obtuvo unos US$ 83.977.835; con la novedad de ser la compañía que menor tasa fija logró en los últimos tiempos, con un costo de 5,75% con vencimiento en 48 meses. A partir de la adquisición del yacimiento Rincón de Aranda en Vaca Muerta, Pampa invertirá 1.200 millones de dólares para multiplicar por diez su producción de petróleo y alcanzar aproximadamente 50 mil barrilles diarios en 2027. Pampa Energía tiene como su mayor proyecto desarrollar su yacimiento Rincón de Aranda, en el que va a invertir más de 1.200 millones de dólares en los próximos años para multiplicar por diez su producción de petróleo. Además, continúa con sus inversiones en los yacimientos El Mangrullo y Sierra Chata para seguir siendo uno de los principales productores de gas del país./Carlos Burgueño