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El peronismo celebra dividido su Día de la Lealtad

En un nuevo aniversario por el Día de la Lealtad, el peronismo expone hoy una dura batalla interna que pone en riesgo la unidad de un bloque opositor al gobierno, la posibilidad de un acuerdo de cúpulas para cerrar heridas aún no se vislumbra con claridad y estas fracturas internas no hacen más que jugar a favor de Javier Milei.

Este 17 de octubre reflejará una vez más la radiografía de un PJ atomizado por la puja de liderazgos y contraposición de proyectos. La impronta que busca establecer Cristina Kirchner hasta ahora no pudo unificar posiciones y se enfrenta a sectores contrapuestos como el de Axel Kicillof, el riojano Ricardo Quintela, el peronismo ortodoxo de Guillermo Moreno y el sindicalismo alineado en la CGT.

Este sábado vence el plazo de presentación de listas para disputar internas y hasta ahora sólo se mantiene la inscripción de la lista Primero la Patria que encabeza Cristina Kirchner y la otra, que tiene al gobernador riojano, Ricardo Quintela, como el aspirante a presidir el partido por la lista «Federal».

Un presunto encuentro reservado de Cristina Kirchner con Kicillof no fue ratificado por ninguna de las partes. Algunos allegados a la vicepresidenta aseguran que hubo una reunión de tres horas pero en el entorno de Kicillof lo niegan y mantienen el acto que el gobernador bonaerense realizará en Berisso.

Las últimas cartas que jugó Cristina Kirchner en estas horas apuntaron a desactivar las pujas internas para dar con una unidad, aunque sea temporal y ficticia, que permita eliminar elecciones internas o el armado de un congreso partidario para definir el nuevo presidente del PJ y mostrar un bloque sólido de confrontación a Milei.

Sin embargo, por ahora todas las gestiones desplegadas por Cristina Kirchner carecen de resultados concretos y el peronismo sigue envuelto en un cisma de contradicciones que se verá reflejado en los diferentes actos aislados que habrá en distintos puntos del país para conmemorar aquel día de 1945 en que la incipiente militancia peronista llegó a Plaza de Mayo a reclamar por la liberación de su líder.

La intención de fondo de la ex presidenta en su seguidilla de reuniones reservadas con Quintela y Kicillof apuntó a imponer su tesitura de ratificar la conducción partidaria con apoyo mayoritario. Se trata de una apuesta de alto voltaje político que Cristina Kirchner quiere imponer ante la ausencia de liderazgos fuertes en el PJ y de cara a una confrontación directa con el presidente Milei. La ecuación apunta a contraponer de manera explícita la rama de izquierda peronista versus el modelo de derecha del gobierno.

Cristina Kirchner ya anunció su intención de comandar el Partido Justicialista y cuenta con apoyo de gran parte de la conducción peronista. Hubo incluso un acercamiento con el hasta ahora enemigo Aníbal Fernández donde limaron asperezas. Pero la expresidenta no logra sumar aún el apoyo pleno de Kicillof en medio de sus enfrentamientos con La Cámpora y Máximo Kirchner. 

La falta de respaldo del gobernador bonaerense le impediría a la ex presidenta contar un aval pleno de los intendentes del conurbano y de varios gobernadores entre los que se destaca Quintela, quien también anunció su intención de ser presidente del PJ.

La jugada de Kicillof y La Cámpora de enfrentar a Cristina Kirchner refleja la decisión de un sector del peronismo que busca renovar figuras en la cúpula partidaria y dejar atrás la hegemonía del kirchnerismo que ya lleva más de dos décadas en el poder partidario

La propuesta de Quintela de «federalizar» el partido se contrapone con el «sectarismo» y la «mirada muy sesgada de la dirigencia porteña», como denunció el mismo gobernador de La Rioja. El gobernador riojano intenta aglutinar fuerzas del interior con mandatarios peronistas como Sergio Ziliotto (La Pampa), Leandro Zdero (Chaco), referentes de Misiones, Salta y San Luis. Este sector de la palestra de provincias con impronta peronista se contrapone con los gobernadores del PJ que ya mostraron alineamientos coyunturales con la Casa Rosada como son los casos de Martín Llaryora (Córdoba), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca) o Hugo Passalacqua (Misiones).

 En el gremialismo nacional el tablero de un peronismo fracturado se replica en el seno de la CGT. Esto quedó cristalizado en una reciente reunión de la mesa chica de la central gremial de la que participaron dos de sus cotitulares, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (estaciones de servicio), más el dueño de casa, Andrés Rodríguez; Gerardo Martínez (UOCRA), Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), Sergio Romero (UDA), Mario Calegari (UTA), Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y Cristian Jerónimo(vidrio), entre otros. Allí se definió poner un freno a las aspiraciones políticas de Cristina Kirchner al sustentar que dentro del peronismo» nadie puede tener una acción de oro ni potestad por encima de todos los demás», según dijeron.

Esta postura del gremialismo también es compartida por el exsecretario de Comercio, el combativo Guillermo Moreno que apuesta a conformar una corriente interna con el peronismo ortodoxo para enfrentar a la expresidenta. Aunque se trata en este caso de una fracción minoritaria y de escaso arrastre nacional.

En el PJ tienen en claro que para enfrentar el año entrante en elecciones legislativas al gobierno deberán mostrar un bloque de unidad. Saben que una atomización del peronismo jugará a favor de Milei y creen que no se podrá ganar los comicios del 2025 y mucho menos las presidenciales con un PJ sin liderazgo claro. Pero la posibilidad de concretar un peronismo sin fisuras aparece por ahora como una expresión de deseos más que de hechos concretos y resultados pragmáticos a la vista.

La estrategia de unidad apunta a cristalizar aquel axioma de Borges que decía: «No nos une el amor sino el espanto» en clara contraposición con el gobierno de Milei. Pero hasta ahora el sueño de la unidad es un juego de palabras.