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Lloran los bosques: la Patagonia sufre los peores incendios en 30 años

Los bosques andinopatagónicos atraviesan una crisis sin precedentes. Según un reciente informe de Greenpeace, durante la primavera-verano 2024-2025 se incendiaron 31.722 hectáreas en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Esta cifra cuadruplica la del mismo período del año anterior, en el que se habían registrado 7.747 hectáreas quemadas. La organización advierte que se trata de la temporada más grave en más de tres décadas.

Las imágenes satelitales procesadas por el área de investigación de Greenpeace revelan que más del 90% de la superficie quemada corresponde a bosques nativos, entre ellos lengas, coihues, cipresales y ñires. Muchas de estas zonas pertenecen a parques nacionales de alto valor ecológico como Lanín, Nahuel Huapi y Los Alerces, declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO.

“Se estima que el 95% de los incendios forestales se inicia por causas humanas, ya sea accidentes o negligencia. Por ello, es clave un mayor trabajo en la prevención y un aumento considerable de los brigadistas y la infraestructura para el combate temprano del fuego, tanto a nivel provincial como a nivel nacional, que normalmente viene subestimando la crisis climática en la que estamos”, denunció Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace. Y agregó:

«Es clave que avancemos con la penalización de la destrucción de bosques nativos”, agregó Giardini. Uno de los focos más graves se dio en Mallín Ahogado, cerca de El Bolsón, donde el fuego no sólo arrasó áreas forestales, sino también casas y emprendimientos turísticos. La situación obligó a la evacuación de familias y dejó al descubierto la falta de coordinación entre organismos locales y nacionales para responder con rapidez ante emergencias de esta magnitud.

Otro factor de riesgo creciente es la expansión de especies exóticas, como los pinos, plantados para producción forestal pero altamente inflamables. “Los pinos exóticos actúan como combustible y agravan el comportamiento del fuego. No deberían estar permitidos en ecosistemas de bosque nativo”, advirtió Giardini, quien también reclamó que se prohíba su introducción en zonas sensibles.

Los bosques andinopatagónicos representan uno de los ecosistemas más singulares y valiosos del planeta, siendo una de las últimas grandes reservas mundiales de bosques templados con poca alteración antrópica. Estos bosques, que abarcan unas 3 millones de hectáreas, se destacan no solo por su biodiversidad, sino también por su función crítica en el equilibrio climático global.

Este bioma argentino se mantiene entre los mejor conservados del país, lo que resalta la importancia de preservarlo frente a las amenazas que acechan su integridad. A pesar de su relativo aislamiento, el territorio no está exento de los efectos devastadores de las actividades humanas, siendo los incendios forestales la principal causa de su transformación.

Incendios en la Patagonia

En este contexto, el fuego se erige como el fenómeno más destructivo para los bosques andinopatagónicos, afectando su equilibrio ecológico de manera drástica. Mientras que en otras regiones del mundo la agricultura y la ganadería son las principales causas de la deforestación, en la Patagonia la problemática radica principalmente en los incendios forestales, cuyas consecuencias fueron devastadoras.

A pesar de ser un fenómeno natural en ciertos ciclos ecológicos, el cambio climático y la actividad humana incrementaron su frecuencia e intensidad. En menor medida, los desmontes urbanos y la introducción de especies exóticas también contribuyen a la alteración de este ecosistema único.

Incendios en la Patagonia

De acuerdo con las estadísticas oficiales, entre 2001 y 2023, la pérdida de bosques andinopatagónicos alcanzó las 115.140 hectáreas, un impacto alarmante que afectó principalmente a la provincia de Chubut, donde más del 50% de esta deforestación se atribuye a los incendios forestales.

A medida que el cambio climático avanza, el comportamiento del fuego en estos bosques se ve alterado, convirtiéndose en un desafío cada vez más complejo para las autoridades y las organizaciones de conservación. El panorama actual, según alertan los científicos, es crítico: la destrucción de los bosques andinopatagónicos implica no solo la pérdida de biodiversidad y la aceleración del cambio climático, sino también el agravamiento de problemas sociales y económicos.