Categorías
Noticias Política

Cuando Milei se radicaliza se acerca al modelo Kirchner

“Los quiero de rodillas” es una reacción exacerbada que bien podría ser atribuida a Javier Milei cuando un episodio lo saca de eje, que en las últimas semanas parecen haber sido muchos. Pero la autoría de esa advertencia es de Néstor Kirchner en pleno conflicto con el campo por la suba de las retenciones, un punto de inflexión a partir del cual se consolidó la grieta.

La quita del saludo del Presidente este domingo a Jorge Macri y a Victoria Villarruel, justamente en un ámbito pacífico como el de la Catedral de Buenos Aires y en el Tedeum, marca semejanzas en algunas actitudes de Milei con los Kirchner sobre todo en lo que respecta a la creación de los enemigosSorprende ver la imagen del arzobispo Jorge García Cuerva, detrás de Milei, reponiendo lo que dejó el gesto de desaire presidencial saludando tanto a la vicepresidenta como al alcalde porteño.

Más sorprende la dureza de la homilía de García Cuerva tras el incidente, frente a Milei en primera fila. El sacerdote apuntó al corazón de la comunicación política libertaria, desde los mensajes del mandatario, pasando por el vocero Manuel Adorni, hasta el último fan de las fuerzas del cielo. Luego de repudiar el odio y la descalificación como recursos, reprochó “el terrorismo en las redes” y la desinformación que allí se cultiva.

Asusta el parentezco entre el mileísimo y el kirchnerismo. Una homilía del entonces arzobispo Jorge Bergoglio, también en el Tedeum de un 25 de mayo pero de 2006, provocó la primera ruptura con el matrimonio Kirchner luego de que, quien fuera nombrado años después Papa, hablara de reconciliación e instara a oponerse al odio y al permanente enfrentamiento.

Al igual que el santacruceño, el libertario pretende aniquilar a todo aquél que cuestione o rechace su gestión, pero también a los rivales políticos que pongan en duda la construcción de La Libertad Avanza.

El dardo del arzobispo García Cuerva a Javier Milei: «¿Hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?»

Esa es la primera explicación sobre su ataque de las últimas semanas contra Mauricio Macri, que incluye al Jefe de gobierno porteño. Al expresidente, Milei lo jubiló, le dijo que no entendía porque estaba grande y lo calificó de llorón. A Jorge Macri no le perdona haberlo enfrentado desdoblando la elección porteña.

Al igual que Carlos Ruckauf -devenido en analista internacional- que abandonó la gobernación de la provincia de Buenos Aires tras la renuncia de Fernando de la Rúa a la presidencia, Mauricio Macri ha dejado al PRO a su suerte. Apenas ensayó una tibia autocrítica por haber desdoblado los comicios porteños. Pero nada ha dicho del fracaso de la fuerza que lidera, predestinada a gobernar el país en 2023, y tampoco de no haber contenido a sus dirigentes y permitir que dos de sus espadas, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, dejaran el partido. Tanto en Cristina como en Macri hay una carencia en formar herederos y una necesidad en tener siempre la última palabra o la lapicera.

Otra afinidad del oficialismo con el estilo kirchnerista es el trato hacia la prensa“No odiamos suficiente a los periodistas” es el slogan de cabecera del propio Milei al que adhiere su ejército digital que aporta insultos y escraches en las redes sociales. Denota la molestia que provoca en el oficialismo el periodismo que no es oficialista o militante al estilo kirchnerista del programa “6, 7 y 8”.

Si son críticos o no están alineados plenamente, también entran en ese esquema de ataques los empresarios, economistas y los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Sectores que también los Kirchner eligieron como sus enemigos.

Néstor y Cristina Kirchner también rompieron con sus vicepresidentes. Kirchner tuvo un año sin dirigirle la palabra a Daniel Scioli, lo vació de poder, eliminó sus nombramientos, y lo dejó afuera de toda decisión del Ejecutivo. Cristina hizo algo similar con el radical Julio Cobos, luego que este hizo caer la resolución 125 del Gobierno que incrementaba las retenciones. Milei ha recorrido el mismo camino con Villarruel. Desde el año pasado que no habla con ella.

El gesto de destrato en la Catedral reflejaría que, en los hechos, Villarruel ya no forma parte del Gobierno aunque institucionalmente siga siendo la vicepresidenta. Ese razonamiento lo viene alimentando desde hace tiempo el propio Presidente. Ha dicho de ella que no tiene injerencia en el Gobierno; que está más cerca de la casta; que por ser nacionalista católica no se siente cómoda con las ideas de la libertad o que dejó de participar de las reuniones de gabinete en mayo del 2024. Casi es un hecho que en una eventual reelección, su lugar en la fórmula presidencial sería ocupada por otro, u otra dirigente.

Quienes conocen a Villarruel saben que su concepción es que los funcionarios se deben a los argentinos, que primero están las instituciones y que lo que pase entre ellos son nimiedades que no se deben tener en cuenta.

Está claro que la similitud de Milei con los Kirchner no es en materia económica sino política. El mandatario se recuesta en la baja de la inflación, la estabilidad cambiaria y el control del déficit fiscal. Y con eso le alcanza, por ejemplo, para ganar los comicios porteños y devorarse al PRO.

La incertidumbre tiene que ver con la etapa posterior a la elección legislativa de octubre. Nadie asegura que el Gobierno no vuelva a cometer el error de Mauricio Macri que, tras ganar las legislativas de 2017, en vez de ampliar la coalición gobernante o acordar con una oposición, por afuera del kirchnerismo, se aisló y, al mismo tiempo, hizo crecer la figura de Cristina Kirchner.

La amenaza «de rodillas» de Néstor Kirchner significaba reducir al rival para después negociar con él, pero con una clara ventaja de poder a favor. Parece difícil ver a Milei negociando.