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La pobreza sigue en baja

La próxima medición oficial mostrará una fuerte baja en los niveles de pobreza e indigencia, gracias a la desaceleración de la inflación y la recomposición de ingresos en sectores informales y beneficiarios de planes sociales. Sin embargo, persisten focos de vulnerabilidad que advierten sobre límites estructurales para seguir mejorando.

Según el economista Martín Rozada, profesor e investigador de la Universidad Torcuato Di Tella, la pobreza alcanzará un nivel del 34,7% en el semestre diciembre 2024–mayo 2025, mientras que la indigencia se ubicará en 7,9%. Estas cifras implican una caída de 18 y 10 puntos porcentuales respectivamente, en comparación con el mismo período del año anterior, cuando la pobreza llegaba al 52,2% y la indigencia al 18,3%.

“Estas caídas se explican porque, en el mismo período, el ingreso total de los hogares creció más del 120%, mientras que las canastas de pobreza e indigencia aumentaron 52,8% y 46,4%”, detalló Rozada en su informe mensual de nowcasting de pobreza.

El especialista destacó que el ritmo de crecimiento de las canastas básicas se desaceleró con fuerza en los últimos meses. Entre junio y noviembre de 2024, los valores crecían al 3% mensual. Pero entre diciembre y mayo pasado, el alza se redujo a apenas 1,75%.

Aunque la inflación más baja permitió esta mejora estadística, Rozada advirtió que el cambio responde más a los precios que al dinamismo del mercado laboral. “La pobreza sigue estando más ligada a la evolución de las canastas que a los salarios”, señaló.

Desde el Gobierno también resaltaron los avances en cobertura. Martín Vauthier, asesor del ministro de Economía, Luis Caputo, subrayó que la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar permitieron cubrir el 98,1% de la Canasta Básica Alimentaria en mayo. En diciembre de 2023, esa cobertura era de apenas 54,8%.

Esa mejora está relacionada, además, con la eliminación de la intermediación en la distribución de asistencia, que aumentó el ingreso neto para los beneficiarios. El oficialismo considera que este cambio permitió reforzar el “aporte de bolsillo” de los sectores más postergados, sin aumentar significativamente el gasto.

Sin embargo, los analistas advierten que se está consolidando un “núcleo duro” de indigencia, difícil de reducir en el corto plazo. También alertan por sectores medios que descendieron a la clase media baja y jubilados que perdieron poder adquisitivo, en parte por el congelamiento de la suma fija de $70.000.

Aunque la tendencia es positiva, los economistas piden cautela. La baja en la pobreza se debe a una mejora relativa en la capacidad de compra de las familias, pero no implica por sí sola una recuperación estructural del bienestar social. Quedan desafíos en el empleo, la informalidad y la sostenibilidad de la asistencia.