El funcionario mantuvo reuniones con su par de Ambiente, Fernando Brom, y con el veterinario Adrián Petta, quien trabaja en la zona de Nordelta. «Él ha atendido a muchos animales que fueron agredidos por los carpinchos y me contó que es un problema que está creciendo mucho«, afirmó Scioli.
Según datos no oficiales, se estima que hay más de 3.000 carpinchos en áreas urbanizadas como Tigre, San Isidro, San Fernando, Olivos y Escobar. También hay reportes en Berazategui. El crecimiento de la población se atribuye a una combinación de factores: la expansión urbana sobre humedales, la falta de predadores naturales y el desarrollo inmobiliario en ecosistemas nativos. «Yo vivo en Tigre y veo que es un problema. Hay terrenos destrozados, personas y carpinchos lastimados», sostuvo Scioli en diálogo con La Nación.
Las autoridades aseguran que el traslado no será compulsivo y que se contemplará la participación de las familias de la zona. «Entendiendo que hay personas familiarizadas con esta especie, estamos pensando en que puedan hacerle un seguimiento, vean que se los va a trasladar a un lugar mejor, y que puedan visitarlos. Este procedimiento se hará en acuerdo con las familias», indicó Scioli.
La relación entre carpinchos y vecinos ha sido tensa durante los últimos años. Algunos propietarios han denunciado ataques a mascotas, mordeduras, destrucción de plantas y hasta accidentes de tránsito. En ciertos barrios se instalaron cercas electrificadas para impedir la circulación de estos animales, una práctica que contraviene la legislación ambiental vigente. La ley nacional de flora y fauna prohíbe la caza de especies protegidas, y en la provincia de Buenos Aires está penada con hasta tres años de prisión. El Código Rural aclara que se entiende por caza «todo arte o técnica que tiende a buscar, perseguir, acosar, apresar o matar los animales silvestres».
Desde el Gobierno reconocen que todavía no hay estudios oficiales que clasifiquen el fenómeno como una superpoblación. Sin embargo, un informe difundido este año señala que en Nordelta la población de carpinchos se triplicó en tres años. Frente a este panorama, en febrero se presentó un proyecto para controlar su reproducción mediante una vacuna inmunoesterilizante.
La iniciativa fue promovida por la Asociación Vecinal Nordelta y aprobada por la Dirección de Flora y Fauna bonaerense. Participan investigadores del CONICET y la UBA. El plan incluye la aplicación de dos dosis en 250 ejemplares adultos, que luego son devueltos a su entorno. «La vacunación será ambulatoria, y luego de cada aplicación el animal será liberado en su lugar habitual. La tarea estará a cargo de un grupo de especialistas en fauna silvestre», detallaron en un comunicado.
El programa recibió críticas de activistas y organizaciones ambientalistas como Fauna Tigre En Peligro y Carpinchos Nordelta Somos Su Voz. «Nunca les crearon zonas para vivir… claro, ¿será más cómodo desaparecerlos?«, expresaron en redes sociales.
Los carpinchos —el roedor más grande del mundo— habitan históricamente la zona del Delta. Pueden alcanzar los 60 kilos, medir más de un metro y vivir en colonias compuestas por un macho dominante, varias hembras y sus crías. Son vegetarianos y se reproducen con facilidad: hasta dos camadas al año, con un promedio de cuatro crías por vez. Según aclaran biólogos y ecólogos, no se trata de una especie invasora, sino de animales que nunca abandonaron su ecosistema, a pesar del avance urbano.
Por el momento, no está claro si la Secretaría de Ambiente consultó a especialistas en biodiversidad para definir los lineamientos del plan. Scioli adelantó que los traslados se harían «en jaula camión» hacia las islas del Delta, aunque no se detalló un cronograma de ejecución ni el presupuesto estimado.
Mientras el debate continúa, los carpinchos siguen presentes en los barrios ribereños. Algunos vecinos los espantan, otros los filman tomando mate. El conflicto entre urbanización y fauna nativa, lejos de resolverse, gana visibilidad en la agenda oficial.