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El problema es el alcohol

El Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo (IPLA) es un organismo que la mayoría de la sociedad no sabe qué hace ni para qué sirve. Es un espacio incómodo de defender como parte de la estructura del Estado. Es un ejemplo de cómo el Estado es ineficiente y a veces solo sirve, en algunos casos, para generar empleo a personas ineptas.

Si bien el objetivo con el que fue creado era loable, nunca cumplió con lo que manda la ley de creación. Hay dos caminos entonces, o se lo modifica o se lo suprime. Las tasas que cobra para autorizar la venta de alcohol no necesita de una estructura onerosa como la actual.

El impresentable actual interventor es un alperovichista rabioso, que en los años de gobierno del «violador de Puerto Madero» supo festejarle todos sus excesos, se mostraba como un amigo íntimo que conocía todos sus secretos. Fue el responsable de atender a la prensa el día que hubo comicios en Tucumán y que Alperovich como candidato por fuera del peronismo salió tercero.

Dante Losa, se cansó de ir por los medios anunciando, durante aquella campaña electoral, que su jefe ganaría las elecciones. La noche del comicio se habían preparado varias carpas con un costoso servicio de catering para festejar lo que creía que iba a ser un triunfo descomunal. Al ocurrir lo contrario se suspendió todo y fue este personaje pequeño e insignificante de la política el que recibió a los periodistas y anunció que Alperovich se había retirado por un problema de salud de un familiar. Un bochorno el bunker del candidato.

Dos legisladores piden que se elimine del organigrama esta institución. Tanto Jorge Macome, como José Seleme, creen que no es necesario que siga existiendo. No son los únicos, pero sí los que se animan a plantearlo en público.

El alcoholismo crece en la provincia. La edad de inicio en el consumo bajó y ahora adolescentes comienzan antes a relacionarse con el alcohol y el consumo problemático. El IPLA es un fracaso en este sentido, como también debe ser su tarea de recaudación. No se sabe a ciencia cierta cuántos comercios venden alcohol en la provincia ni cuánto se debería recaudar anualmente, como para tener una cifra sobre lo que debería producir este organismo. Todo es improvisado y sin la rigurosidad necesaria.

Dante Loza no tiene estatura para estar frente a una actividad tan delicada como ésta. Irrita a muchos verdaderos peronistas que este personaje que vino a la política de mano del «violador de Puerto Madero» hace un par de décadas se sienta un hijo del partido que fundó Juan Domingo Perón. Es un personaje sin prosapia, arribista y sobreviviente dentro de los tentáculos del Estado ineficiente.

El Estado no puede tener y pagar el sueldo a personajes tan incompetentes que tienen una incapacidad para comprender el rol y la responsabilidad que tienen. Es un insulto al sentido común. Por eso el éxito de Milei, entre otras cosas. La sociedad mayoritariamente juzga la necesidad de tener Estado en los resultados, y con personas como Dante Loza, por supuesto que termina odiando al Estado.

En una reciente entrevista Loza afirmó: “La edad de inicio de consumo bajó de 16 a 13 años. Nosotros cuidamos la salud, no somos socios de nadie. Cortar la venta a las 23 en negocios comunes y a las 5 en boliches tiene una razón: desincentivar el consumo”. O sea, quiere justificar la existencia del organismo en su fracaso. Insólito. Bajó la edad de consumo teniendo IPLA. La conclusión es simple, tienen razón los que piden que se elimine. Esas funciones las tienen organismos dependientes del Ministerio de Salud, que son profesionales y están capacitados para ello. El IPLA es un engendro para la estructura de dicho ministerio.

El tema es muy grave ya que el consumo de alcohol en personas jóvenes y especialmente en menores de 18 años, puede tener consecuencias cognitivas a largo plazo con un impacto negativo muy importante en su salud, vida social, resultados académicos, trabajo, amigos, familia y por tanto en su futuro. También, el consumo en edades jóvenes aumenta las posibilidades de desarrollar dependencia y de tener problemas relacionados con el alcohol en la edad adulta. A todo ésto estamos expuestos cuando quienes tienen que combatir este flagelo son inexpertos y aventureros que asumen una responsabilidad de tamaña envergadura y no están capacitados para hacerlo.