El entusiasmo de los inversores por el presidente argentino Javier Milei aún no se traduce en financiamiento barato en dólares para el país, que enfrenta una grave escasez de efectivo y sigue excluido de los mercados globales de emisión en moneda extranjera, a pesar de un enorme rescate del FMI.
Las crisis económicas crónicas llevaron a Argentina a incumplir sus obligaciones de deuda soberana en nueve ocasiones a lo largo de su historia, la más reciente durante una reestructuración en 2020. Las disputas resultantes con inversores y las altas tasas de interés dejaron al país sin acceso al endeudamiento externo durante la mayor parte de las últimas dos décadas.
Cambiar esta situación es crucial para Milei, un economista libertario de cabellera desordenada que ha sido aplaudido por eliminar el déficit fiscal de Argentina y controlar una inflación severa. Sin acceso a los mercados, el crecimiento económico del país será limitado y no podrá devolver los u$d 57.000 millones que le debe al FMI.
«Milei necesita un acceso fluido a los mercados para que su programa sea sostenible«, dijo Gabriel Caamaño, economista de la consultora financiera Outlier en Buenos Aires. «Pero para lograr ese acceso, necesita demostrar que su programa es sostenible, y los inversores aún tienen dudas… Es como el dilema del huevo y la gallina.»
Si bien los bonos soberanos de Argentina han repuntado desde la elección de Milei en 2023, los costos de endeudamiento implícitos siguen muy por encima de las tasas que la mayoría de los países en desarrollo estarían dispuestos a pagar.
La prima de interés -o spread- sobre los bonos del Tesoro de EE.UU. que exigen los inversores para mantener deuda argentina en dólares se ubica en 7,71 puntos porcentuales, una baja desde los más de 20 puntos registrados bajo el anterior gobierno peronista de centroizquierda.
Jeff Grills, jefe de mercados cruzados de EE.UU. y deuda de mercados emergentes en Aegon Asset Management, señaló que «no hay un número mágico» de spread al que Argentina podría volver a acceder a los mercados.
Pero «el participante marginal en la próxima emisión de Argentina querrá hacerlo a un nivel más bajo, de modo que puede convertirse en una profecía autocumplida» que ayude a que la deuda sea reembolsada en el futuro, añadió.
Los inversores aún están marcados por el recuerdo del jubiloso regreso de Argentina a los mercados de capitales en 2016, bajo el presidente conservador Mauricio Macri. Cuando las reformas favorables a los negocios de Macri se estancaron, Argentina cayó en una crisis de mercado en 2018, lo que desencadenó el mayor rescate jamás otorgado por el FMI, el regreso de los peronistas al poder en 2019 y pérdidas sustanciales para los inversores.
El ministro de Economía de Milei, Luis Caputo, también fue jefe de Finanzas de Macri. Ex operador de Wall Street, en 2016 Caputo facilitó el regreso de Argentina a los mercados al llegar a un acuerdo con los acreedores que habían quedado fuera del canje tras el histórico default de 2001.
En 2017, colocó un bono a 100 años que se convirtió en símbolo de la sorprendente rehabilitación de la reputación crediticia de Argentina. Pero luego vino la crisis bajo Macri, y el bono fue reestructurado en 2020.
En abril de este año, Caputo consiguió un nuevo préstamo de u$d 20.000 millones del FMI para ayudar a Milei a relajar los estrictos controles cambiarios del país, junto con 22.000 millones de otros organismos multilaterales. También negoció acuerdos de recompra por 3.000 millones con bancos internacionales y emitió 1.500 millones en bonos en pesos que los inversores extranjeros podían suscribir en dólares.
Pero Milei sigue sin poder acceder a los mercados internacionales de dólares, como lo hacen muchos gobiernos para financiarse o refinanciar deudas existentes. Caputo dijo al Financial Times el año pasado que se esperaba lograr ese acceso a tiempo para refinanciar los pagos de capital que vencían el mes pasado.
Una de las razones por las que los inversores siguen dudando de la capacidad de Argentina para cumplir con sus deudas es su fracaso en reconstruir sus reservas de divisas.
El FMI dijo la semana pasada que Argentina no había alcanzado los primeros objetivos para recomponer reservas, que a fines de julio estaban en rojo por u$d 6.400 millones al contabilizar los pasivos, a pesar de un incremento de unos 2.000 millones desde que comenzó el último rescate del fondo.
La acumulación de reservas se ha visto frenada por la política cambiaria de Milei, que ha desviado miles de millones del banco central para sostener el peso en un intento por frenar la inflación y satisfacer a los votantes. Buenos Aires también se ha visto obligada a sacrificar reservas para pagar deudas. Los bajos precios de las principales exportaciones agrícolas y energéticas del país han reducido la entrada de dólares.
Pero el mayor factor de riesgo para los inversores potenciales es la política, según los analistas.
Los planes de estabilización anteriores se vinieron abajo cuando los gobiernos perdieron apoyo por los recortes de gasto impopulares. En las últimas semanas, legisladores opositores aprobaron varios aumentos de gasto que amenazan el impulso de Milei hacia el equilibrio fiscal.
La esperanza para Milei es que su coalición La Libertad Avanza tenga buenos resultados en las elecciones legislativas de octubre, lo que permitiría contener estos riesgos fiscales. Las encuestas indican que la coalición podría obtener hasta el 40% de los votos, ampliando significativamente la pequeña minoría parlamentaria de Milei.
Una victoria de este tipo tranquilizaría a los inversores y reduciría el spread de los bonos globales de Argentina a menos de 6 puntos porcentuales sobre los Treasuries, dijo Nicolás Dujovne, quien fue ministro de Economía junto a Caputo en el gobierno de Macri.
«Es muy probable que, si al gobierno le va bien en las elecciones, el spread baje y empiece a poder refinanciar deudas», afirmó. «Entonces entramos en un círculo virtuoso donde se acumulan reservas y Argentina se vuelve una inversión más atractiva.»
Sin embargo, los meses posteriores a las elecciones intermedias podrían ser igual de decisivos, ya que aumentará la presión sobre Milei para llevar a cabo reformas estructurales, incluidas las laborales, así como medidas para mejorar la competitividad de las exportaciones, afectadas por la apreciación del peso.
«El mercado observará de cerca si finalmente se toman las decisiones difíciles que se postergaron hasta después de las elecciones», advirtió Caamaño. «Ya no habrá más excusas.»