Las elecciones en la provincia y la ciudad de Buenos Aires en octubre serán una parada muy difícil para Fuerza Patria, que logró un acuerdo de unidad para contener a todos los sectores del esquema político y decidió enfrentar la elección con dos candidatos que no estaban en el radar de la mayoría de los dirigentes del peronismo. Dos nombres propios que se definieron en las mesas chicas de la negociación.
El concepto que más se repite en el PJ Bonaerense es que la elección del 26 de octubre depende, en gran proporción, de lo que suceda el 7 de septiembre, cuando se lleven a cabo las elecciones provinciales. Si en la primera se encuentran con una derrota, la posibilidad de ser competitivos en un mes y medio después es nula.
En cambio, si ganan en la provincia, quedarán mejor parados en una elección de medio término nacional, donde es probable que haya un aumento en la cantidad de electores debido al reconocimiento de lo que se elige. “El efecto de septiembre va a ser determinante. Si el poder territorial del peronismo logra ganarle al gobierno en septiembre, se pone competitivo para octubre”, analizó un diputado nacional.
En el peronismo entienden que la de septiembre será una elección con poca participación de la gente, motivo por el cual el control territorial de los intendentes va a tener peso específico. La maquinaria peronista tiene que aceitarse para afrontar una elección que todos advierten complicada y que será determinante para saber cuál es la capacidad de competencia que tienen para octubre.
Como cada elección, en la dirigencia hay dudas sobre cómo se comportarán los intendentes. En los comicios provinciales la boleta papel tradicional les da la posibilidad de jugar con el corte y repartir la municipal para asegurarse que no haya un arrastre negativo. En la nacional, en cambio, si quisieran hacerlo, no pueden. La boleta única papel se los impide.
Las suspicacias sobre el comportamiento de los intendentes es un clásico de las elecciones. La dirigencia que compite siempre los mira de reojo. Confían en algunos. En otros, no. Hay dudas infundadas que se instalan como parte de los sinuosos caminos que tuvo la historia de los jefes comunales en el territorio.
En el kicillofismo aseguran que los intendentes se están moviendo con determinación para poder cautivar al electorado y convencer a la gente de ir a votar. Se encuentran, como sabían de antemano, con una parte del electorado que está desmotivada o que no conoce bien qué es lo que se vota en los comicios provinciales.
“Está muy difícil la campaña. Hay lugares de la Primera que no están sufriendo tanto la crisis como la Tercera. Eso se va a notar en el momento de la votación”, aseguró un intendente, que hila los posibles resultados de septiembre con octubre, y advierte que, a medida que pasan los días, si el Gobierno mantiene el dólar y los precios estables, comenzará a crecer una ola violeta que se esparza por todo el país.
Son percepciones creadas sobre las recorridas y las encuestas, que no siempre son certeras. Tal vez haya miradas menos pesimistas, que adviertan una lucha, mano a mano, con los libertarios en las dos elecciones de la provincia de Buenos Aires. Ven al peronismo desordenado, agrietado.
“Hay una situación económica que les hizo perder el encanto. Una cosa son las redes, otra es la elección”, sostuvo una legisladora provincial que está inmiscuida en la campaña provincial y que está convencida de que el peronismo tiene capacidad de dar pelea. “Si ganamos en septiembre, tomamos envión y evitamos que nos caguen a trompadas en octubre”, se sinceró un intendente del conurbano.
En lo que respecta a la elección porteña, la lectura es más lineal. El peronismo apunta todos sus cañones a quedarse con el segundo lugar y que ingrese al Congreso Mariano Recalde, como senador por la minoría. Esa perspectiva se mimetiza bastante con la realidad.
En los hechos, el PJ sabe que no puede enfrentar mano a mano a la opción libertaria, pero también tienen en claro que todas las opciones opositoras no tienen capacidad de competir para poder meter un legislador. Son, a priori, candidaturas testimoniales de dirigentes que no tiene una estructura política detrás. La única opción con capacidad real de crecer es la del radical Facundo Manes.
Patricia Bullrich no debería tener problema para quedarse con el primer lugar, mientras que Recalde renovaría su banca con un segundo lugar. Graciela Ocaña, Martín Paleo, Diego Guelar, Esteban Paulon y Marcela Campagnoli, además de las dos opciones de izquierda, corren muy de atrás para construir una opción competitiva. Manes, en cambio, tiene capacidad para instalarse como una opción de centro aunque será difícil que pelee el segundo lugar con el peronismo, que tiene un porcentaje de votos consolidado.
La presencia de Itaí Hagman en la boleta de diputados muestra a Juan Grabois como uno de los ganadores de la negociación interna del peronismo. Hagman tiene dos años más de mandato en la Cámara baja pero, como parte de un acuerdo del dirigente social con la cúpula de Fuerza Patria, se convirtió en la cabeza de lista porteña para dar la batalla de octubre.
El peronismo ve el crecimiento de una ola violeta de la cuál no tiene real dimensión. No sabe si será grande, si impactará de lleno en la provincia de Buenos Aires o si inundará gran parte del país. De lo que hay seguridad plena es que librarán una batalla electoral que no los tiene como favorito y de la cual pueden salir muy heridos.