Los empresarios que se acercaron el jueves al Hotel Alvear para escuchar a buena parte del Gobierno, en un Council of the Americas donde brilló por su ausencia la oposición en un año electoral, coincidieron en que, más allá de las definiciones que puedan llegar en octubre sobre la composición del nuevo Congreso, el desafío para el Ejecutivo será su capacidad de llevar adelante las reformas estructurales que esperan los inversores.
Así, consideraron que la economía seguirá avanzando a dos velocidades mientras tanto. En lo que es el sector de consumo masivo, por ejemplo, esperan que recién se vea una recuperación en el primer semestre de 2026 «con suerte».
Los supermercados por ahora no dan señales de recuperación. Estiman que las ventas de julio estarán 5% por debajo del mismo mes del año anterior. Y en medio de las altas tasas y familias que hacen las compras con tarjeta y en cuotas, reconocen que quienes sostuvieron las promociones son las mismas empresas, para amortiguar las caídas de ventas. Mientras que Milei aseguró que no hubo pass-through porque la inflación es un fenómeno monetario y cambiario, desde las grandes superficies evaluaron que no hubo traslado a precios de la devaluación porque «no hay demanda».
En el sector de electrónicos y electrodomésticos radicado en Tierra del Fuego mantienen la expectativa de que el consumo se recupere con una mejora de los salarios, mientras esperan que se ponga en marcha el envío por courier desde la isla al continente para traccionar más ventas, en particular de los productos que más se están moviendo: heladeras y las líneas de lavado, con más oferta.
Mientras que muchos coinciden en que «hoy el nivel de tasas es inviable» y empeora un escenario de actividad estancada en sectores como la industria y la construcción, el presidente Milei se lo atribuyó al «riesgo Kuka» y consideró que será transitorio.
Pese a las dudas, con menos figuras rutilantes del empresariado local, los privados coincidieron en marcar el foco en la estabilidad macroeconómica que pone el Gobierno. Algunos consideraron que se trata de una transición y que habrá que pasar a una etapa más enfocada en las correcciones micro.
El Gobierno buscó dejar un mensaje para un futuro donde abundarán los dólares. Pero la inversión todavía está en espera, pese a la flexibilización del cepo. Hay muchas leyes a repasar. Uno de los sectores a los que se apuesta, como la minería de cobre, podría demandar eventualmente cambios legislativos, como en el caso de la ley de Glaciares.
Otros de los puntos que se plantean los grandes capitales multinacionales para poner sobre la mesa es la ley de patentes, lo que permitiría por ejemplo traer nuevas tecnologías para semillas que hoy no operan en Argentina pero sí en países vecinos como Paraguay.
Hoy la inversión extranjera directa sigue siendo históricamente baja. Las privatizaciones pueden traccionar, pero el riesgo argentino sigue vigente porque los inversores «conocen la historia pendular» del país y esperan ver señales de permanencia de las medidas actuales más allá de qué fuerza pueda gobernar.
Ante la posibilidad de que la apertura comercial se acelere y genere una pérdida de puestos de trabajo en la industria, los empresarios reconocen que se puede agravar el escenario social y generar más presión. Pero destacan que, hasta ahora, el reclamo en las calles parece estar controlado.
«Algo bien hizo (Sandra) Pettovello», sostienen los lobbistas del círculo rojo, en relación a la desarticulación de los reclamos de organizaciones sociales en la calle en un contexto donde si bien la inflación desaceleró, los aumentos se sintieron en servicios como transporte y tarifas, lo que generó una caída del poder adquisitivo, que todavía no se recuperó.