Le dieron 91 días de prisión preventiva al asesino insensible Santiago Budini (22), acusado de haber matado de un golpe de puño a Federico Toledo (20) y de herir a otro joven en la salida de un boliche de avenida Sarmiento.
En la audiencia llevaba a cabo ayer se enumeraron tres factores clave que agravan la situación procesal del malvado Budini:
- Sus conocimientos en boxeo, taekwondo y artes marciales mixtas, lo que, según la acusación, le permitía representarse el riesgo mortal de sus actos.
- Antecedentes de violencia, incluidos episodios previos en boliches y amenazas contra la pareja de una exnovia.
- Su decisión de fugarse del lugar del crimen y regresar luego para burlarse de la víctima, lo que fue considerado una muestra de desprecio por la vida.
- Testigos aseguraron que tras la agresión Budini lanzó una frase hiriente: “A ver si ahora le soplan el culo para revivirlo a ese”, lo que terminó de sellar la acusación.
Se supo que tras un inocente cruce de bromas, el asesino funesto golpeó primero a Mateo Marti, fracturándole la nariz, y luego atacó a Toledo de sorpresa, que cayó y sufrió lesiones graves. Un policía que trabajaba como seguridad intentó reanimarlo, pero el joven murió minutos después. Solo un salvaje suelto en el medio de la civilización actúa de esta manera. Lleva la violencia como alimento diario. Es un ser absolutamente perverso y despreciable.
La autopsia preliminar determinó que Toledo sufrió una hemorragia subaracnoidea y traumatismo encefalocraneano grave, lo que hace presumir que la causa de la muerte fue el golpe y no la caída. Esto reafirma la hipótesis que el autor no merece ningún tipo de piedad, debe terminar su vida en el único lugar que la sociedad reserva para estos siniestros personajes: la cárcel.
Budini, cobardemente se fue del lugar como si no hubiese realizado semejante salvajada, no tuvo ningún tipo de remordimiento, pero un amigo de la víctima lo identificó ante la policía, aportó su domicilio y reconoció que el acusado había protagonizado episodios violentos anteriores. Con esos datos, una comisión de Homicidios lo detuvo en Las Talitas.
El querellante Nicolás Sotelo reclamó que el caso sea calificado como homicidio agravado por alevosía y que Budini sea trasladado al penal de Villa Urquiza o Benjamín Paz, advirtiendo un posible “trato preferencial” por ser hijo de un policía.
La defensa, a cargo de Ernesto García Biagosch y José María Molina, no se opuso a la imputación ni a la preventiva, porque saben que su defendido es verdaderamente indefendible, que lo único que pueden hacer es que se respeten las formas y los tiempos, pero no mucho más. Es insalvable este cobarde.
Budini, entre lágrimas, pidió perdón a las familias de las víctimas y dijo estar arrepentido. Una mentira propia de estos siniestros personajes sociales que planifican estas coartadas cuando están perdidos, por eso el padre del fallecido desconfió de sus palabras y fue categórico: “No le creo nada. Volvió para burlarse. Él asesinó a mi hijo y debe haber justicia”.