Este año la Navidad empezó antes. No en las casas, donde el arbolito suele esperar al 8 de diciembre, sino en las vidrieras, los supermercados y los locales de barrio. Desde principios de octubre, la decoración navideña se filtró entre los restos del Día de la Madre y se mezcló incluso con los últimos adornos de Halloween. Lo que antes era una postal de mitad de noviembre, hoy aparece con varias semanas de anticipación. Y detrás de esa postal hay un movimiento conjunto: la apertura de importaciones, la necesidad de los comercios de activar ventas cuanto antes y un acuerdo tácito entre distribuidores y comerciantes para poner la campaña navideña en marcha de manera adelantada.
Según datos de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, entre enero y octubre las importaciones de artículos para Navidad totalizaron US$ 7,1 millones y 1,4 millones de kilogramos netos, un incremento del 146% en monto y 164% en volumen respecto del mismo período del año anterior. En comparación con 2023, la suba es del 101% en valores y 116% en kilos. El movimiento, aseguran, se ve directamente en la calle.
Fabián Castillo, presidente de la Federación de Comercio e industria de la Ciudad de Buenos Aires (FECOBA), confirma ese efecto: “Lo vimos a principios de octubre: empezó a buscarse todo lo que es Navidad. Es la última fecha del año y, en un momento tan difícil, los comercios necesitan anticiparse para generar certidumbre en la comercialización”.
Explica que muchos comerciantes pidieron a sus distribuidores adelantar entregas, incluso de lo que se fabrica en el país. Y señala que la apertura de importaciones aceleró aún más la exhibición: “No solamente la venta se adelanta por la importación; también por una necesidad de los propios comerciantes de tener que vender”.
Castillo cuenta que este año se vio algo inusual: vidrieras navideñas conviviendo con calabazas naranjas y telarañas de Halloween. En relación a esto, anticipa una nueva medida que acordaron con el Gobierno de la Ciudad para sostener el consumo todos los meses: “Necesitamos que haya una acción mensual. En enero vamos a impulsar algo similar a las segundas rebajas de España, para mover la venta después de diciembre. Es decir, el año entrante, después de que termine cada fecha festiva se van a hacer las segundas rebajas. Es un trabajo de congestión público-privada para que la gente tenga un porqué ir a gastar en el comercio vecino”.
En los supermercados, la tendencia también se adelantó. Martín Rendo, director Comercial de ChangoMâs, cuenta que este año decidieron largar la campaña navideña antes. “Adelantamos nuestra propuesta de decoración en todas las tiendas para que los clientes puedan ver con anticipación las opciones y aprovechar oportunidades de ahorro y descuentos. Tenemos una propuesta mucho más agresiva, tanto en diversidad como en precio”, explica. Agrega que reforzaron el surtido y que sumaron cuotas sin interés semanales para este período.
En ChangoMâs, los arbolitos van desde los $ 29.997 hasta los $ 399.987, según altura y material. Los adornos empiezan en $ 3.999, las luces desde $ 18.000 y la decoración de mesa, como los fanales, arranca en $ 12.999. También ofrecen figuras de Papa Noel regulables entre $ 49.990 y $ 99.000, puntas de estrella desde $ 7.999 y carruseles musicales entre $ 29.999 y $ 34.999. “La gente busca precio, pero también variedad”, resume Rendo.
En los comercios chicos, la dinámica es similar pero con otra lógica. En “Bartolomé – Dos Pesos”, un local barrial, la venta empezó abruptamente. “Nosotros vendemos uno armado. Se vende como pan caliente porque es chiquito y viene con toda la decoración. La gente a veces es más simple: se lo lleva así, en una bolsa, todo armado. Sale $ 38.000”, cuenta el encargado. Los consorcios y locales suelen ser los principales compradores. Para quienes quieren armarlo desde cero, un árbol de 90 centímetros cuesta $ 10.000 “pelado”, sin ninguna decoración. También ofrecen un modelo con efecto nieve a $ 145.000, aunque aclara que no se usa tanto porque no es invierno, y hay otros tipos de pinos entre $ 170.000 y $ 180.000.
Las guirnaldas se mueven entre $ 3.000 y $ 4.000, y las más económicas, tipo lluvia, cuestan unos $ 1.500. El pesebre sigue siendo el producto más caro por tradición: el más chico está en $ 20.000, y los grandes van de $ 30.000 a $ 35.000. “Es algo que ya no se vende tanto, porque dura muchos años”, dice. En luces, el abanico va desde alambres económicos de $ 2.000 hasta las clásicas blancas o amarillas, que rondan los $ 5.000 y son las más buscadas. El comerciante explica que este año hubo incluso algunas bajas de precios: “Cuando el proveedor nos manda la lista, revisamos. Hay cosas que nos sobran y ajustamos. Y sí, muchas cosas bajaron”.
En Expreso Polar, un distribuidor del rubro, el detalle muestra precios alineados con la tendencia: un árbol de 1,80 cuesta $ 77.039; un pack de esferas, $ 14.572; una tira de luces tipo alambre, $ 3.141; un pesebre mediano, $ 26.991; una guirnalda tipo boa, $ 17.028 las cuatro; una corona decorativa, $ 4.926; y una punta de estrella, $ 4.383. Son valores que permiten dimensionar cuánto cuesta hoy vestir un árbol de Navidad desde cero.
Armar un árbol completo implica combinar todas estas piezas: el pino base, las esferas, alguna guirnalda, luces y un adorno superior. Y según los testimonios, el rango puede ser amplísimo. Un árbol pequeño y sencillo, como el de 90 centímetros a $ 10.000, puede complementarse con luces de $ 5.000 o alambre a $ 2.000, más esferas desde $ 14.000 y una estrella que ronde los $ 4.000. Con eso, un armado básico parte de unos $ 30.000 a $ 35.000. Del otro extremo, un pino grande, entre $ 77.000 y $ 400.000, según el formato, más decoración completa puede superar los $ 100.000 o incluso llegar a cifras más altas, si se suman productos premium o fanales para la mesa. El árbol armado de Bartolomé, ya decorado en una sola bolsa y enfocado en la practicidad, queda en medio del espectro: $ 38.000.
La temporada navideña, que históricamente arrancaba en la segunda quincena de noviembre, este año se adelantó por distintos factores que se alinearon en la misma dirección: más importaciones, comerciantes que buscan asegurarse ventas y consumidores que eligen comprar de a poco. La postal anticipada de luces, esferas y pinos ya no sorprende: en un año de consumo retraído, la Navidad también tuvo que adelantarse.
