Categorías
Noticias Política

La crisis de Pro se profundiza

El jueves último, en el momento más complejo que atraviesa Pro desde su fundación, Mauricio Macri se reunió, vía zoom, con la mesa ejecutiva de su partido. Lo escuchaban su primo, Jorge Macri, Cristian Ritondo, María Eugenia Vidal, Facundo Pérez Carletti, Guillermo Montenegro, Soledad Martínez e Ignacio Torres, entre otros. Varios de los asistentes transitan con angustia las horas más críticas de la fuerza, sobre todo desde que el triunfo de Javier Milei en las legislativas de octubre ratificó la fortaleza del dispositivo electoral de La Libertad Avanza y, sobre todo, expuso la debilidad parlamentaria de Pro.

Los altos mandos de la fuerza de Macri están inquietos porque consideran que la descomposición del aparato de poder de Pro se aceleró en las últimas semanas. No logran romper la idea de agonía frente al auge de LLA en el menú de oferta de la derecha. Concluido el proceso electoral, el partido amarillo −que fue hasta ahora el principal aliado del Gobierno en el Congreso− quedó aún más fragmentado.

Después de la sangría que provocó la salida del grupo que responde a Patricia Bullrich, el macrismo quedó dividido en tres grupos: los que se referencian en Provincias Unidas, el espacio de centro que conformaron los gobernadores dialoguistas para construir una alternativa a Milei y al que suscriben Torres y la exlarretista Gisela Scaglia; los representantes de Pro que apuestan a preservar la sociedad política con los libertarios, como Ritondo, Frigerio o Montenegro; y los puristas, que prefieren revalorizar la identidad y la cosmovisión o el legado del espacio que fundó Macri hace más de veinte años. Esa tribu es habitada por María Eugenia Vidal, Silvia Lospennato y Laura Alonso.

En el encuentro virtual, Macri y el resto de los jefes repasaron el estado de situación que atraviesa la fuerza en la Cámara de Diputados y el Senado después de que se concretara el portazo de los bullrichistas o díscolos que decidieron mudarse a las filas de LLA o al interbloque de Provincias Unidas. Las últimas salidas que sufrieron las bancadas de Pro fueron las de Alejandro Bongiovanni, la que más le dolió a Ritondo, y de Luis Juez. Si bien el cordobés nunca perteneció a Pro −es el referente de Frente Cívico−, supo acercarse a Macri. De hecho, comandó el bloque de senadores de Pro durante la primera etapa de la gestión de Milei.

Si bien los más molestos con las fugas a LLA de diputados que habían sido electos con el sello de Pro planteaban en la previa la posibilidad de expulsar a Scaglia o Torres, por haber privilegiado la relación con Provincias Unidas en el nuevo mapa del Congreso, no hubo ánimo para agitar las aguasAl contrario, Macri pidió cohesionar lo más posible las bancadas. En Diputados, por caso, Ritondo se quedó con apenas doce legisladores. La hemorragia fue más grave aún en el Senado, donde el misionero Martín Goerling quedó ahora al frente de un bloque con tres integrantes.

“No hay un consenso total para echar a nadie. Tampoco ánimo. Estamos en un momento muy complicado y ahora no nos queda otra que empujar la agenda del Gobierno”, reconoce uno de las autoridades partidarias.

Pese que Bullrich les propuso armar un interbloque en el Senado, Macri y los suyos optaron por mantener la autonomía. No quieren diluirse y preservar una identidad propia. Está claro que apoyarán con matices la reforma laboral y el paquete de leyes económicas del Gobierno, pero no quieren que el oficialismo los lleve de las narices. “Ahora que se puso blanco sobre negro. Vamos a trabajar sin atarnos a nada”, avisó uno de los jefes de Pro tras la cumbre virtual. La negativa a confluir con LLA en la Cámara alta terminó empujando a Juez a dar el salto al campamento de los libertarios.

En plena crisis de representación, Macri les pidió a Ritondo y Goerling trabajar de forma coordinada para que Pro vote en el mismo sentido en el Senado y en Diputados. Quieren que ambas bancadas actúen en espejo, para evitar los cortocircuitos del año pasado. Además, apuestan a consolidar un discurso propio y mantener la comunicación en favor de lograr mayor homogeneidad interna.

Pese a que aún masculla bronca con Bullrich y los Menem por el “carancheo” que hizo LLA en plena crisis del macrismo en Diputados, Ritondo asume que más temprano que tarde la Casa Rosada volverá a requerir sus servicios para un rescate. Después de haber anudado un acuerdo con un sector de la UCR y el MID, de Oscar Zago, entiende que los libertarios deberán tocar su puerta para aprobar los proyectos más relevantes, como la reforma laboral o el presupuesto. Es que descuenta que los espacios dialoguistas que responden a los gobernadores, como Provincias Unidas o Encuentro Federal, presionarán por fondos o pedirán que la Casa Rosada haga concesiones a cambio de acompañar al oficialismo. “Somos doce, más los dos de Zago. Y esos catorce valen”, se jactan en la cúpula de Pro.

Ritondo puso el grito en el cielo cuando Bullrich aceleró el operativo para seducir a diputados o senadores de Pro con la mudanza a LLA. Ella quería ofrendarle a Milei un primer logro legislativo: conseguir que la bancada oficialista desplace al PJ como la primera minoría. En las horas más oscuras porque la tropa de Pro se desgranaba, Ritondo activó contactos con Miguel Pichetto y Nicolás Massot, además de la radical Karina Banfi o Zago. A sabiendas de que Provincias Unidas podía ser la tercera minoría, buscó reagruparse.

De inmediato, desde la Casa Rosada intentaron contenerlo. Le pidieron que el interbloque no tuviera un perfil nítidamente opositor. Ritondo se quejó porque entendía que los Menem o Karina Milei le habían dado vía libra a Bullrich para comerle diputados a Pro. “Si Patricia se mete de nuevo, esto termina mal”, avisó.

“No la podemos parar”, transmitieron desde LLA. Hasta Diego Santilli, ministro del Interior, tuvo que intervenir para no desgastar aún más la relación con Pro. Tras los reproches, Ritondo desactivó la negociación con Pichetto y Massot, que quería aliarse con Juan Schiaretti. Los libertarios lo interpretaron como un gesto y sellaron una mini-tregua. De hecho, la sangría de Pro se detuvo desde ese día.

“Me llevé trece diputados, tres radicales con peluca”, se vanaglorió Bullrich en la intimidad. En la última semana tejió para ubicar a Diego Valenzuela, otro converso al mileísmo que abandonó a Macri, al frente de la Nueva Agencia de Migraciones. A último momento, le pidió a Valenzuela que se tomara licencia en el Senado de Buenos Aires.

A diferencia de Santilli, que se acercó a Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, Ritondo apostó desde el año pasado por estrechar vínculos con Santiago Caputo. Es que, en la previa del proceso electoral, el principal asesor de Milei parecía ser la ventanilla más rentable del Ejecutivo. Manejaba la botonera del Estado −desde la SIDE hasta la DGI o las empresas públicas− y parecía tener una creciente influencia sobre las decisiones de Milei. Todo cambió el 26 de octubre. La victoria electoral de LLA en las legislativas tuvo un impacto en la interna del Gobierno: la hermana del Presidente salió fortalecida e impuso sus preferencias en el rediseño del Gabinete. En consecuencia, Ritondo y los suyos quedaron del lado de los perdedores: Caputo y Las Fuerzas del Cielo.

Detrás del ataque de LLA a Pro por la escandalosa sesión en la Legislatura bonaerense en que se aprobó el permiso a Axel Kicillof para tome nueva deuda, los macristas sospechan que hubo un intento de Sebastián Pareja, ladero de Karina Milei, de anticipar la disputa por la candidatura a gobernador de Buenos Aires. Es que Santilli también fue blanco de los dardos internos por la creación de nuevos cargos en el Banco Provincia. Lo acusaron de haber ocultado sus intenciones −Agustín Forchieri, su mano derecha, se quedó con una de las vicepresidencias de la Cámara− y de ser poco claro en el posicionamiento. Quieren que defina si está con Milei y en LLA o si seguirá tributando a Pro.

“Se largó el plan desgaste a Santilli”, intuyen entre los acuerdistas que lidera Ritondo.

En Pro están convencidos de que los libertarios trinaron porque cerraron el acuerdo y no esperaron al recambio legislativo del 10 de diciembre, cuando LLA iba a tener más representantes en las cámaras. “Si esperábamos al 10, a los directores los ponían ellos. Solo votamos el roll over de la deuda que tomó Vidal, lo mismo que va a hacer el Gobierno de Milei”, arguyen. La ruptura con LLA se trasladó a los concejos deliberantes de La Matanza, Pinamar, Zárate, Necochea, Bahía Blanca y Lobos.

A sabiendas de que Pro atraviesa una hora crítica, apuestan a rearmarse para influir en el armado electoral de 2027 –volver a condicionar a LLA para lograr un acuerdo−. ¿Imaginan que su chance llegará recién en un eventual mandato de Milei? “Nuestra batalla es cómo construimos representación y recuperamos competitividad electoral”, señala uno de los referentes de Pro que se mantiene fiel a Macri.

Los acuerdistas le reclaman a Macri mayor firmeza frente a los rebeldes de Provincias Unidas o los planteos rupturistas de los puristas −por caso, cayó mal en el sector de Ritondo que Vidal haya dicho que Pro no iba a hacer un interbloque con LLA− y que ejerza la conducción sin interrupciones esporádicas por sus viajes al exterior. También le reprochan que se recueste en Vidal o Lospennato a la hora de definir cuál será la identidad de la fuerza. “Esto ya pasó con la Ucedé y el menemismo. Estamos viendo la disolución de Pro”, se lamenta un macrista de la vieja guardia.