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“Un docente hospitalario hace magia porque despierta la magia en los niños”

La enseñanza “a pie de cama”, entre monitores, suero, y oxígeno. Así es como la docencia hospitalaria garantiza la educación, uno de los principales derechos, a los niños allí internados. “En el lugar donde se encuentra el niño se recrea el aula”, explicó Inés Bulaciovicedirectora de la Escuela Hospitalaria Nº1, que funciona dentro del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, y aseguró que quienes ejercen este oficio son “maestras artesanas”.

“Llegan niños de contextos variados, de países limítrofes, y de diferentes provincias de la Argentina. Trabajamos con todos los chicos que ingresan y que están en condiciones de recibir clases”, señaló Bulacio, en coincidencia con el Día del Maestro. Y señaló: “El docente debe diseñar y planificar su abordaje de acuerdo con la singularidad e historia de vida de cada niño, que se suma, muchas veces, a un contexto de mucho dolor, de enfermedad y, a veces, de abandono”.

La Escuela Hospitalaria Nº1, que funciona dentro del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez es una de las tres que desempeñan este rol en la ciudad de Buenos Aires, junto con la Escuela Hospitalaria Nº2 -en el Hospital Prof. Dr. Juan P. Garrahan– y la Escuela Hospitalaria Nº3 -en el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde o “Casa Cuna”-. De todas ellas, la Nº1 es la más antigua, con 75 años de actividad, desde 1947. “Somos pioneros en la educación inclusiva
-determinó Bulacio-. Siempre tratando de garantizar el derecho a la educación”.

Inés Bulacio junto a parte del equipo de docentes que conforman la Escuela Hospitalaria Nº1 del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez
Inés Bulacio junto a parte del equipo de docentes que conforman la Escuela Hospitalaria Nº1 del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez

Un evento inesperado, el origen de su vocación

Con voz armónica y de manera pausada, Bulacio relató sus comienzos en la docencia hospitalaria. Si bien señaló que sus inicios como maestra fueron en una “escuela común”, rememoró cómo la madre de una de sus mejores amigas, que ejercía la docencia hospitalaria, le aseguraba que le veía “pasta” para ese mismo oficio. “Al principio no entendía lo que era, pero las vueltas de la vida hicieron que me anime a probar”, señaló.

Un accidente de autos la marcó: “Yo gozaba de buena salud y de repente me encontré con que no sabía qué iba a pasar con mi vida. Llegó en una etapa en donde recordé lo que me había dicho la mamá de mi amiga y me dije, ‘tengo que probar esto’”, sentenció.

A partir de esa primera decisión, comenzó a vincularse con la Escuela Hospitalaria Nº1. “Primero dejé un turno y después dejé el otro turno de escuela común. El día que pisé el Hospital Gutiérrez, de casualidad otra chica también empezaba, entonces la vicedirectora de ese momento nos llevó a recorrer las habitaciones. Veíamos a los niños que estaban acostados mirando al techo y de repente llegaba la maestra de escuela, se sentaban, y les veías ese brillito en los ojos. Más allá de que era una situación triste. yo salí y dije ‘este es mi lugar’”.

“Maestras artesanas”

Respecto del abordaje en un contexto tan complejo, Bulacio, quien tiene 14 años de experiencia como docente hospitalaria, detalló que “en los primeros encuentros se busca generar un vínculo desde la empatía, porque todos los niños necesitan ser bien recibidos y ser tratados de manera amorosa”. Sin embargo, reconoce que a veces ese primer acercamiento no se da tan fácilmente y que es necesario encontrar la mejor manera de generar ese vínculo: “Las maestras buscan todo el tiempo el estilo de ese niño y el modo de abordarlo. Hace poco una nena estaba muy enojada porque está hace mucho tiempo en el hospital y empezó a empeorar su salud. La maestra de plástica la conquistó y ahí empezó a trabajar. Una vez que logramos eso, el aprendizaje arranca y se van sumando los demás maestros”, precisó.

“Incluso, muchos padres al principio dicen ‘no, escuela no’, porque sobreprotegen a su hijo, pero después pasan los días y se dan cuenta que necesitan hacer algo”, agregó Cecilia Cardosodirectora de la Escuela Hospitalaria Nº1 del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, que cuenta con los niveles de atención temprana -desde bebés de 45 días hasta tres años-, inicial, primaria y secundaria.

Inés Bulacio junto a parte del equipo de docentes hospitalarios de la Escuela que funciona dentro del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez
Inés Bulacio junto a parte del equipo de docentes hospitalarios de la Escuela que funciona dentro del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez

Para Bulacio, “un maestro hospitalario, que es anfitrión y es arquitecto, hace magia, porque despierta la magia en ese niño”. En esa línea, destaca que actualmente en los encuentros docentes “se habla de cómo enseñamos”, pero que en el contexto hospitalario, “el foco está puesto al revés”.

“Trabajamos buscando cuál es el estilo de enseñanza con que aprende el niño. Si ese maestro artesano puede captar eso que lo motiva, logra que pueda olvidarse que está el suero, que está la mochila de oxígeno, y todos terminan siendo resilientes porque tanto el maestro como el niño se abstraen de esa situación”, destacó la vicedirectora.

Walter, un cortometraje y dos premios

En 2016, Bulacio fue nominada al Global Teacher Prize -Premio Global a la Enseñanza- , que otorga la Fundación Varkey. Junto a otra docente, fueron las dos primeras argentinas en entrar al ranking de las 50 mejores maestras de ese año. “La Fundación hace un seguimiento de toda tu trayectoria como docente, de cuáles fueron los recursos que utilizaste en tu contexto para mejorar la calidad educativa, y cuán innovadores son esos abordajes para que los alumnos puedan encontrar su propia voz”, explicó la docente hospitalaria.

En esa línea, rememoró el caso de Walter Cruz, uno de los niños que impulsó uno de los proyectos más innovadores con los que hoy cuenta la Escuela Hospitalaria Nº1: la radio. “Estuvo dos años internado acá con su mamáLa idea de la radio se empezó a gestar con él porque estuvo tanto tiempo internado que tuvimos que pensar en una estrategia que lo motivara, era el niño rebelde”, precisó Bulacio. Fue así cómo se gestó un proyecto de corto animado, en el que colaboraron todos los niños del hospital y él participó. Cuando estuvo listo, lo presentaron en “Hacelo corto”, un festival de cortometrajes realizados por niños y jóvenes de diferentes instituciones educativas de todos los niveles.

El día en que se anunciaban las escuelas ganadoras Bulacio, junto al resto del equipo de docentes, pidió autorización a las autoridades del Hospital para poder llevar a los chicos a que presenciaran la ceremonia, en el cine del Shopping Abasto -en el barrio porteño de Balvanera-. “Las voluntarias del hospital le habían conseguido camisa, corbata y estaba con su mochilita de oxígeno. Nos quedamos hasta el final, queríamos escuchar quien había ganado. Yo me preocupé porque se le estaba terminando el oxígeno, pero la mamá me dijo ‘quedate tranquila que tiene un poquito más de reserva’, así que esperamos. Cuando dijeron ‘segundo premio, Escuela Hospitalaria Nº 1′, él gritó y se puso tan contento”.

«Son importantes todas las habilidades socioemocionales para poder interpretar y descubrir a ese niño, con sus silencios, manifestaciones y enojos»

Inés Bulacio

Al día siguiente, a toda persona que Walter se cruzaba dentro de los pasillos del hospital le decía: “Hice una película y ganamos”. “Esto hace que un alumno se pueda sentir valorado y empoderado, y en este contexto es muy importante”, sentenció Bulacio, quien además indicó que después de ese premio determinaron junto a las docentes que tenían que desarrollar un proyecto formal de radio.

Empezaron con un grabador digital chiquito, haciendo micros radiales, y continuaron con un proyecto más grande que hoy continúa. Sin embargo, la pandemia de coronavirus modificó el esquema original y tuvieron que adaptarlo a la nueva situación epidemiológica. “Lo hacíamos todos juntos desde la capilla y eso ya no se pudo hacer más. Lo empezamos a hacer de forma editada y ahora, el mes que viene, con el tiempo más lindo, lo vamos a hacer al aire libre”, precisó la vicedirectora.

La empatía, la clave

Este tipo de docencia se inscribe dentro de la modalidad hospitalaria y domiciliaria. Para poder ejercerla, es requisito indispensable que los docentes tomen un curso de un año, impartido por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el que los capacitan sobre la forma de trabajo e introducen conceptos básicos sobre lo que es una escuela hospitalaria y domiciliaria.

Más allá de las cuestiones teóricas, tanto Bulacio como Cardoso no dudan en responder que la característica esencial que tiene que tener una persona que ejerce como maestro en un hospital es la empatía. “Son importantes todas las habilidades socioemocionales para poder interpretar y descubrir a ese niño, con sus silencios, manifestaciones y enojos. Es imprescindible tener la capacidad de no frustrarse ante la primera situación en la que el alumno no puede o no quiere”, indicó Bulacio.

El equipo de 46 docentes de la Escuela Hospitalaria Nº1 está divido en grupos de trabajo en los que siempre hay una maestra de grado así como docentes curriculares, que son los de plástica, música, y la facilitadora pedagógica digital. Cada uno de estos grupos trabaja en una unidad hospitalaria específica. “Están organizadas en equipos de trabajo y no todas van a todos lados. Hay un equipo que va a oncología, otro equipo que va a diálisis, otro que va a cuidados Covid, entre otras unidades, para ordenarnos y respetar los cuidados de bioseguridad”, detalló Cardoso.

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